viernes, 24 de febrero de 2012

Ártico: último aviso.

Greenpeace ha lanzado la campaña para evitar que las petroleras, en especial Shell, comiencen las exploraciones destinadas a aflorar el petróleo que se esconde bajo los hielos seculares de aquella región. Durante millones de años, el aceite de roca, ha permanecido en las profundidades del aquel remoto océano. Hasta ahora estaba protegido por los mastodontes de hielo que hacen casi inviable la prospección y explotación de esta peligrosa industria. Sin embargo, tres acontecimientos se han aliado para hacer apetitoso bucear en aquellas gélidas aguas en busca del oro negro.
El primero es la llegada del pico del petróleo, aumentando hasta extremos inimaginables el valor de cualquier petróleo que pueda ser extraído; cuanto menos petróleo quede, menos importancia tendrán los peligros asociados a su explotación. Pero al pico del petróleo se une la persistencia de precios elevados de venta. Los 100 $ no se han perdido desde 2008 y esto hace rentables las prospecciones que hasta hace diez años eran impensables desde el punto de vista de la rentabilidad financiera. Pero lo más importante, el detonante real del comienzo de las exploraciones ha sido el hecho, comentado por nosotros en varias ocasiones (pinchar para ver los enlaces), de que los hielos perpetuos empiezan a remitir y la perspectiva es que en breve tiempo, no más de diez años, en verano no exista casi hielo y las exploraciones sean posibles gran parte del año.

Sé perfectamente que no vamos a evitar que Shell explore y extraiga petróleo, es la ley del lucro capitalista la que guía a la empresa, pero también la huida hacia delante de un sistema económico enloquecido que no sabe ya por dónde va a encontrar salida a la locura en la que se ha metido. Como un toro rodeado por lanceros, enviste a todo lo que se mueve sin saber dónde ir, de la misma manera, el modelo económico suicida, acomete contra todo lo que aparenta ser un escape, aunque solo sea durante unos instantes. También  sé que estas prospecciones acabarán inundando el Ártico del galipote (así llamamos en murcia al chapapote) mortal que manará del interior de la Tierra vomitado por enormes máquinas a altísimas presiones, tantas que los medios técnicos actuales no permiten su extracción con seguridad. No hay más que recordar lo que sucedió en el Golfo de México con BP. La extracción a grandes profundidades exige altas presiones y las máquinas acaban cediendo. Lo que en aquella ocasión fue una catástrofe, gracias a Dios, limitada en el espacio, en el Ártico puede ser un verdadero Armagedon ecológico. El tiempo, ciertamente breve, nos dirá qué será de todo esto, a nosotros solo nos queda oponernos con todas nuestras fuerzas y rezar, si es que aún sabemos qué es eso.

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