miércoles, 29 de febrero de 2012

La usura no es bastante

Si esto no "calma" a los inquietos mercados, si con la última medida del BCE no se llega a producir la ansiada tranquilidad financiera, entonces es que todo este discurso oficial va a ser una pura falacia. O no, puede ser que los bancos aún necesiten de más dinero para entonces sí empezar a irrigar las economías reales con el flujo necesario que permita a las empresas invertir, a los consumidores comprar y a los Estados recaudar los correspondientes impuestos. Quizás ahora los bancos vean tapados sus pasivos y empiecen a hacer aquello para lo que se supone que existen: prestar por un interés. Dicho de otra manera, es muy posible que esta vez, por fin, los bancos empiecen a ejercer el hurto sistemático y legal mediante la usura consentida por el Estado. 

Pues, va a ser que no. Tampoco esta vez los bancos se van a dedicar a ser los usureros consentidos por el sistema para que hagan de intermediarios entre los ahorradores y los inversores (esta es la patraña que enseñan las facultades de economía sobre los bancos). Si solo se dedicaran a la usura, no habrían provocado el mayor descalabro desde el 29, porque tampoco se habrían enriquecido hasta límites obscenos. La usura, como explicamos ya en este blog, consiste, según Santo Tomás (II, II, 78) en cobrar por la cosa y por su uso, de ahí que sea un robo y pecado. Cobrar por el uso del dinero, que es lo que hacen los bancos, les permite ganar con lo que no han producido y así obtener un beneficio, que será mayor cuanto mayores sean los intereses. Pero no hay que dejarse engañar, es usura tanto si se cobra y céntimo como un millón de euros. Se trata de un problema del ser de las cosas: cobrar por el uso del dinero es usura. Sin embargo, la usura limita el enriquecimiento pues nadie puede cobrar lo que el prestatario no puede pagar, de modo que la usura no es bastante. Hay que crear otra forma de latrocinio de la riqueza generada por el trabajo humano. Esta forma es la ingeniería financiera que apareció a partir de la década de los ochenta. 
La liberalización de los mercados financieros condujo a la aparición de instrumentos que permitían a las entidades financieras multiplicar indefinidamente su capacidad de apropiarse de la riqueza de otros. El primer mecanismo fue la creación directa de dinero de la nada, mediante la simple firma de hipotecas por parte de los consumidores. Esto viene ya de antiguo, pero en los últimos años se había multiplicado la velocidad de creación de dinero. En veinte años la masa monetaria se vio incrementada en un doscientos por cien. Pero el medio más lucrativo fue la creación de instrumentos financieros muy sofisticados que suponían especulación pura y dura. Sin embargo, esto también tiene un límite y ya solo queda coger el dinero directamente del BCE, es decir, tomar dinero sin necesidad de utilizar mecanismo complejos para su creación. Una vez tomado el dinero, especular contra la deuda soberana y esperar a que los países apliquen las medidas neoliberales de privatización y eliminación de lo público. Con dinero fresco pretenden comprar a bajo precio todo lo que los Estados han necesitados décadas en crear.
Tras este "alivio cuantitativo" encubierto, el BCE seguirá suministrando liquidez a los bancos, porque en mentira que la idea sea que los bancos presten. Si alguien lo cree necesita un curso acelerado de madurez o de mala leche. No, lo que se pretende con esto es ahogar más aún a los Estados y poner en manos de las élites económicas todos los recursos de los Estados. Esta y no otra es la intención, de ahí que la usura no sea ya el medio de enriquecimiento.






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