domingo, 5 de febrero de 2012

Y los muertos resucitaron...

Hace unos meses publicamos un post que tuvo cierta repercusión en la red. Su título pretendía provocar el pensamiento: Walking dead: la ideología caída del cielo. Aprovechando la exitosa serie que en España emitió La Sexta, hacíamos una reflexión sobre cómo se extiende la ideología por medio de las series. Los zombis representan todos aquellos que siguen entre nosotros pero sin poder mantener el nivel de vida. Son los parados, los excluidos, los marginados. Son peligrosos pues un simple arañazo suyo nos puede convertir en uno de ellos. Da igual que sean de nuestra propia familia, hay que huir de ellos o machacarles el cráneo hasta que no puedan moverse. Los zombis están entre nosotros y nos amenazan, esa es la ideología de los medios de comunicación, sin embargo, los verdaderos zombis no eran los parados o los marginados, sino las entidades financieras, que se han dedicado a chupar literalmente la sangre al sistema económico mundial. Aquí radica la médula de la ideología: convertir la verdad en ficción y la realidad en falacia. Por esto mismo es necesario desenmascararla y poner de pie el pensamiento ideológico. Como otrora hicieran los críticos: dar la vuelta a la ideología imperante, hoy hay que sacar a la luz la verdad del mundo en que vivimos.

Han sido las entidades financieras las que han puesto la economía al borde de la destrucción. Primero forzando la eliminación de los controles en los años ochenta, aprovechando los gobiernos neoliberales de Thatcher y Reagan. Seguidamente rompiendo la sana distinción entre entidades de crédito y de inversión, consiguiendo así aumentar las tasas de beneficios, pero a costa de la seguridad financiera. A continuación montaron una ingeniería financiera exuberante y "creativa", que les permitía saltarse las escasas normativas que limitaban la posibilidad de hacer operaciones financieras. Acto seguido nos llevaron al desastre, imponiendo la idea de que el sector financiero es demasiado importante para dejarlo caer. De ahí surgió la idea de salvar a los bancos con dinero público, exactamente ocho billones de euros en todo el mundo, más de dos en Europa y casi 250 mil millones en España. Sin embargo, todas esas ayudas no sirvieron para reactivar la economía, sino para hacer crecer los beneficios de los propietarios. Con los recursos aportados, estos verdaderos zombis económicos que son los bancos, regeneraron sus carnes pútridas y reconquistaron el espacio social. Al final tenemos unos zombis resucitados que se han adueñado del mundo otra vez a costa de la vida de las personas reales, a las que se ha convertido en muertos vivientes.

El último paso que están dando, de la mano de los gobiernos ultraconservadores, es dar la estocada final al Estado de Derecho creado tras la Segunda Guerra Mundial. En los próximos decenios nos espera un mundo lleno de zombis, tantos y tales como los que ahora sólo vemos en la televisión cuando quieren tocar nuestra fibra sensible. Como se ve, los muertos resucitan, pero lo hacen a costa de los vivos. Qué lástima que perdiéramos la oportunidad para acabar de una vez con los bancos y los banqueros. Qué pena que no tuvieran nuestros políticos los arrestos suficientes para haber nacionalizado los bancos en 2008 y 2009 cuando tanto dinero público se inyectó en el cuerpo moribundo del sistema financiero. No deja de ser curioso que el capitalismo fuera puesto entre paréntesis únicamente para salvar a los bancos. Hecho esto, hemos vuelto al más salvaje y bestia de los capitalismos posibles. Ahora es muy difícil salir de aquí: los muertos vivientes nos han atrapado, pronto todos seremos zombis reales.

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