jueves, 26 de abril de 2012

El ala izquierda del capitalismo

Estamos asistiendo en vivo y en directo, todos los días, al modo en el que el sistema capitalista se reproduce a sí mismo produciendo el consenso necesario para subsistir como sistema económico y social legítimo, pues la legitimidad es fundamental para la pervivencia de cualquier sistema social. Pensemos en el Socialismo Realmente Existente, su caída no se debió a ningún factor exógeno, sino al hecho de haber perdido la legitimidad ante los ojos de sus propios ciudadanos. Los factores externos pueden ayudar, pero no son nunca la causa definitiva de la caída de cualquier sistema social, civilización o imperio. No es el momento de entrar en ello, pero hay muchos estudios sobre la caída del Imperio romano que van en esta línea. Lo mismo se podría decir del bloque comunista en el siglo XX o de los grandes imperios modernos. Siempre se produce su caída por una pérdida de legitimidad que se traduce en desafección y en debilitamiento. Pues con el sistema capitalista sucede tres cuartos de lo mismo, sin embargo ha sido el único capaz de cambiar todo lo necesario par seguir existiendo tras casi cinco siglos.
Boltanski y Chiapello llaman al proceso por el cual el capitalismo genera su legitimidad espíritu del capitalismo. Esta legitimidad se logra por imposición externa cuando es necesario, pero principalmente cuando en la conciencia de los ciudadanos se ha introducido la idea de que es el mejor de los modelos sociales existentes o, al menos, el menos malo. Para lograr esto, el sistema social posee medios de legitimación ideológica, principalmente la cultura y los medios de comunicación, y elementos de convivencia que refuerzan la adhesión al modelo, como son los sistemas de atenuación de las injusticias y los programas de integración social. A lo largo del siglo XX hemos visto cómo el capitalismo tomaba elementos de otros modelo sociales, especialmente del nazismo y el comunismo. Del nazismo integró la organización y planificación empresarial, con grandes conglomerados empresariales que adoptaban una actitud paternalista con los trabajadores y así aseguraban su adhesión y un alto grado de compromiso de estos con los objetivos de la empresa y del mismo sistema económico. Por otro lado, integró en sí mismo la cobertura social del comunismo por medio del Estado de Bienestar. De este modo se aseguraba de que el grado de disidencia fuera soportable por el sistema y suficiente para controlar el descontento social.
A finales del siglo pasado y en lo que llevamos del actual, el espíritu del capitalismo ha cambiado para adaptarse a las circunstancias. En primer lugar, tras la derrota del Socialismo Realmente Existente, rompió los controles sobre la Bestia, el Capital, de modo que el afán de lucro y el beneficio a cualquier precio empezaron a presentarse como el Bien común por excelencia. Todo el mundo recordará la matraca con el crecimiento económico y la creación de riqueza como motor de la economía, después vendría el reparto, pero primero había que crear riqueza. Esta legitimación ideológico permeó las conciencias hasta que nos lo creímos y dejamos hacer a los economistas, de modo que nos aseguraran el futuro.
Tras la quiebra de este mundo capitalista en los cuatro últimos años, la legitimación ha cambiado de enfoque. Lo primero ha sido convencer a un público poco informado y predispuesto de que el problema es el Estado social despilfarrador, de modo que este y no el capitalismo pagara la factura de la locura suicida capitalista del crecimiento constante y sin freno. Pero lo importante viene ahora. Así que se ha visto que no puede hacerse lo blanco negro, la legitimación ha llegado desde el ala izquierda del capitalismo: como los recortes llevan a la destrucción de la estructura social y eso puede provocar la desafección absoluta que lleve al cambio de modelo, hay que cambiar el discurso y hacer creer que el crecimiento económico mediante estímulos es la verdadera salvación de la crisis. Son muchos y desde varios sectores los economistas y periodistas que se han sumado a esta nueva legitimación del capitalismo, a este nuevo espíritu, pero esto tampoco dará resultado porque el modelo mismo está muerto y no cabe más opción que cambiarlo. La verdadera batalla no está en defender el gasto social, que solo existe para legitimar la locura suicida del capitalismo, la batalla es cambiar el modelo por completo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Podría poner en 10 tesis (por poner un número) el hilo conductor del nuevo modelo por el que aboga?

Bernardo Pérez Andreo dijo...

Estimado anónimo, es una petición interesante. Debo decir que enlos más de 500 post de este blog están recogidos los principios por el nuevo modelo. También en mi libro "Un mundo en quiebra".
Pero se me ocurre que voy a dedicar un post a esas 10 tesis. Gracias.

checha dijo...

Creo que se han confundido las palabras de Churchill "la democracia es es peor de los sistemas de gobierno, exceptuando todos los demás" con el lema ilustrado de "todo para el pueblo, pero sin el pueblo". Es terriblemente difícil armonizar libertad e igualdad en términos políticos, y es por ello por lo que ha fracasado cualquier sistema político que pusiera el acento en uno de los dos términos. Sólo un equilibrio entre los dos daría lugar a un modelo político aceptable. Pero ¡ay de la corrupción!. Eso es lo que acaba con todos los gobiernos, porque en realidad, los que vienen detrás, lo único que esperan es tener carta blanca, poder, para hacer lo mismo, con distinta nomenclatura.
Tienes razón, Bernardo, todos los modelos han quedado obsoletos. Necesitamos al ave Fenix, necesitamos una urna repleta de cenizas corruptas.
No espero ansiosa esas diez tesis, los lectores hemos encontrado muchas más en tus escritos, pero me gustará leer tu breve resumen, será parecido a los Diez Mandamientos.
Un abrazo

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