Un bobo solemne

Tenía mucha razón el actual presidente del gobierno cuando llamó al anterior "bobo solemne". En aquel momento el presidente del gobierno se mostraba en Europa y ante la crisis como una estatua que ve venir las situaciones sin hacer nada para evitarlas. Lo que resulta ahora difícil es encontrar un calificativo para la actuación del actual presidente. Fuentes cercanas, no sabemos cuánto de cercanas, aseguran que se encuentra perplejo, contrariado, sin salir de su asombro. El gobierno ha hecho todo lo que los mercados pedían, y aún más de lo que pedían, y aún así la presión no cesa y el riesgo de intervención de nuestra economía aumenta por momentos. Las declaraciones del ministro de economía en Bruselas confirman la idea de que el gobierno está noqueado: "España ha hecho todo lo que está en su mano, ahora le toca a los socios europeos". 

Hay dos causas de esta situación, una estructural y otra coyuntural. Los economistas más avispados han identificado la coyuntural pero se les ha pasado la estructural, es decir, han visto la paja y no la viga. La causa coyuntural es la negativa del Banco Central Europeo a actuar como un banco central de verdad, al estilo de los bancos centrales de Estados Unidos, Japón o Gran Bretaña. Según nos dicen es a causa del Tratado de Lisboa, firmado en diciembre de 2007 y que prohíbe expresamente al BCE financiar a los estados, sí puede financiar a los bancos privados para que estos, a su vez, financien a los estados, con el consiguiente interés de por medio. Resulta cuando menos curioso observar que justo meses antes de que la crisis se destapara en Europa y dos meses después de que surgiera en USA, la Unión Europea toma una decisión que supondrán el dogal más poderoso colocado en el cuello de los estados: que para financiarse dependan exclusivamente de los mercados. Sí, fue la Unión Europea la que decidió que si un estado quería financiación debía recurrir a los mercados financieros y además con ayuda del BCE, pues este da financiación muy barata, hoy al 1%, a los bancos para que compren la deuda soberana al 5% o al 28%, como es el caso de Grecia. Este dogal es el que obliga a los estados a los recortes, al despido de funcionarios, a la privatización de los servicios públicos y a la desestructuración de los estados tal y como los conocemos. Por tanto, no es descabellado pensar que hay una intencionalidad en todo esto y que la ideología neoliberal que rige en Europa es la causante de todos los males. Si el BCE financiara a los estados directamente no habría que desmontar las estructuras estatales y los bancos se habrían hundido todos, pues resulta que la compra de deuda soberana está siendo el respirador artificial de la banca europea, muerta como está por el festín que se pegaron de crédito en la época de vacas gordas.

Y aquí es donde entra la causa estructural. El capitalismo, para recuperar la tasa de ganancia en caída libre hasta el año 2000, hubo de poner la luz roja de emergencia y empezar a crear dinero de la nada mediante el crédito, generando burbuja tras burbuja que aumentaba artificialmente la tasa de ganancia sin base real. Tras la borrachera del crédito de los diez años que van de 1997 a 2007, las entidades financieras quedaron con enormes agujeros en sus balances, pues habían tasado activos 1000 veces por encima de su valor, estos bancos zombis necesitan para sobrevivir inyecciones de capital constantes provenientes de los estados. Las inyecciones de dinero público deberían haber puesto en manos de la sociedad toda la banca, para no hacer esto se han inventado lo de la financiación privada de la deuda, es decir la causa coyuntural de la crisis actual. 

Si nuestro gobierno quiere salir de esta situación solo tiene una opción: o bien consigue que el BCE financie los estados como medio de subsanar la crisis coyuntural, o bien sale del euro y empieza un duro camino de descuelgue de la economía capitalista financiera actual. Como estoy convencido que no va a hacer lo segundo, por ideología, ni lo primero, por incapacidad, el camino que nos queda es la destrucción sistemática del estado en España y la tercermundialización de nuestra economía.