viernes, 22 de junio de 2012

Locura y realidad

En la época de Stalin y casi hasta el final de los días de la Unión Soviética, la disidencia era castigada con penas de reeducación o de internamiento en sanatorios mentales. Un régimen que se tenía por la expresión racional más acabada de la humanidad no podía aceptar que alguien pudiera disentir o posicionarse claramente en contra, de ahí que la única forma natural de tratar a los disidentes sea considerarlos perturbados mentales; hay que estar mal de la cabeza para disentir de lo que "objetivamente" es la mejor opción social y humana. De otra parte, el sistema represivo soviético, como todos los sistemas represivos, no puede aceptar el "error" que supone el surgimiento de disidencia interna, y debe culpar a un enemigo externo o a problemas psiquiátricos de los individuos. 


Ayer se emitió el fallo del juicio contra Anders Breivik, el filonazi que acabó sin piedad con la vida de más de 80 personas, de forma fría y calculada. Se ha producido aquí una verdadera confluencia de intereses del sistema político y social noruego. De un lado, el propio Breivik reivindicó la naturaleza política de sus actos, asumiendo toda responsabilidad y renegando de la posibilidad de ser declarado como perturbado mental. Para él, esta exculpación penal por incapacidad mental es la peor de las condenas. Su causa, salvaje e inhumana, queda en entredicho ante los ojos del su público al ser declarado incapaz mental de asumir sus actos. Pero, de otro lado, es la sociedad noruega la que se está protegiendo a sí misma con esta sentencia. Los acontecimientos de Utoya son la prueba de que tras el discurso integrador, multicultural y de integración social se esconde un fascismo larvado que solo mediante una desublimación represiva ha podido ser ocultado. La sociedad noruega se ha visto ante sus peores pesadillas, Utoya ha sido el espejo donde se han visto reflejados sus miedos y sus sueños más ocultos. Breivik ha sido el despertador que ha puesto fin al sueño socialdemócrata de un capitalismo con rostro humano: tras la máscara del capitalismo social escandinavo se oculta el fascismo en estado puro, versión natural del capitalismo.

Cada país ha vivido su propia forma de ocultar el capitalismo salvaje, único capitalismo real, lo demás son solo cuentos ideológicos para encubrir la realidad, y ahora verá caer las máscaras que se han generado en cada país para ocultar la fea realidad que se oculta tras la fachada amable aún de las sociedades en vías de extinción. La locura de los últimos cincuenta años está a punto de desaparecer, pero la realidad que asoma tras ella es peor que la propia locura. En los próximos años veremos muchos casos de esquizofrenia paranoide en las consultas psiquiátricas como manifestación de esta pérdida de la dimensión simbólica e imaginaria del capitalismo y el ingreso en Lo Real puro y duro. Lo Real, como tal, no es asumible y siempre requiere una mediación para el individuo. Por fin, tras siglos de construir una Realidad mediante la simbolización imaginativa, nos veremos ante Lo Real, sin máscaras, sin mediaciones, sin compasión.

1 comentario:

Martín dijo...

Todo está relacionado, evidentemente. Pero el hecho de matar por ideas es un poco o un mucho de locos. Quizás se puede morir por un ideal, pero creo que para matar hay que haber perdido la razón y la cabeza. Yo creo que hace falta mucha educación y un regreso de la razón. Lo más racional, lo más humano, es también lo más evangélico. Saludos desde el otro lado del océano.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...