domingo, 9 de septiembre de 2012

Contra gentiles 3: la zombificación de Marx.


Un oxímoron razonable: filosofía práctica

Incluir las reflexiones sobre la globalización desde la filosofía en el ámbito práctico, al menos tras haberlo situado en el esencial in oblicuo, requiere de alguna justificación, aunque sea con un lacónico “esta acepción amplia de la filosofía práctica constituye el contexto de reflexión sobre la globalización” (16). Esa acepción amplia es el resquicio por donde se cuela la filosofía sensu stricto. La obra no hace otra cosa que utilizar la filosofía teorética, aunque luego la disfrace de práctica, porque su interés latente es mostrar la legitimidad de la globalización. La filosofía práctica, en este caso, no es sino una reducción de la filosofía a pura técnica utilitarista. Las distintas ramas de la filosofía práctica: la ética, la política, la estética, no harían sino analizar alguno de los aspectos en los que la Filosofía justifica la globalización.

La justicia, reducida a una determinación finalista de las relaciones sociales, queda como un límite de la razón, como la asíntota a la que tienden las relaciones sociales, pero irrealizable, queda como mera utopía. La justicia social es una quimera que todos deben desear, pero que nadie puede intentar llevar a la práctica. No puede vivirse la justicia, pues ese mismo intento nos conduciría a la pérdida misma de la globalización. Por tanto, la justicia como límite al que tender y la política como una mera instrumentalización de la realidad social. La política reducida a la dimensión de la gobernanza global, una forma débil de ejercer la autoridad. Se trata del no-poder, de la no-autoridad, de la desconstrucción del ejercicio de la política. Lejos de ser un modelo más humano, como así se nos vende, esta gobernanza es la pérdida de la único opción de influir en la economía. Las decisiones económicas las toman las empresas y las políticas, reducidas al trajín cotidiano de lo humano, solo pueden modificar pequeñas condiciones de vida a nivel personal o comunitario, nunca social. El ejemplo que nos da Reder de la construcción europea es paradigmático. Supuestamente, son decisiones que se imponen a los políticos profesionales, que todo el mundo quiere, aunque nadie en concreto puede ser señalado como su fautor. Sin embargo, la verdadera decisión de la Unión Europea, como todo el mundo puede saber, se toma tras la Segunda Guerra Mundial, como intento por frenar a la Unión Soviética. Caído el muro, ya no es útil para el capital, de ahí la demolición controlada a la que estamos asistiendo del modelo europeo de estado social y de la propia Unión Europea.
La supuesta filosofía práctica nos da dos dimensiones fundamentales de la legitimación de la globalización: la ética y la política (dejamos la religión para después). El universalismo ético basado en la elección del consumidor simbólico, se une al proyecto político de gobernanza global para destruir el proyecto moderno ilustrado que podía poner en jaque real a la globalización y así ir un paso más allá: avanzar hacia la reconstrucción del discurso crítico desde pilares que permitan la revolución permanente de la globalización del capital posmoderno. Filosóficamente hablando se trata de la zombificación de Marx y la resurrección de Schmitt. El Smart power está aquí.

To be discontinued...

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...