sábado, 1 de septiembre de 2012

El Banco bueno

El final de agosto nos ha traído la última promesa incumplida por el actual gobierno. "No crearé un banco malo" dijo Rajoy, porque, con buen criterio, eso es una estafa a todos los españoles. Amén de que un "banco malo" no deja de ser un cierto pleonasmo, esta realidad del mundo de las finanzas es un dislate económico, un error moral y un grave pecado. Crear un banco que contenga todos los activos que están en pérdidas o que pueden llegar a estarlo es la forma más rápida de terminar de hundir la economía nacional y dejar el sector público como unos zorros. La razón es muy sencilla: se toma todo lo malo que tengan los bancos con problemas y se saca de sus balances, acto seguido se introduce en un nuevo banco que asume estos activos "tóxicos" en su balance. Pero ahora, este nuevo banco es público, es decir, su titularidad es nacional y sus beneficios o perjuicios, lo más seguro esto último, se incluyen en las cuentas públicas.

Se trata de una operación por la cual quienes han generado inmensos beneficios privados a costa de un enorme riesgo no lo asumen y cargan sobre las espaldas del resto de la sociedad su gestión. Mientras, los enormes beneficios siguen a buen recaudo en los paraísos fiscales a la espera de una nueva amnistía que les permita retornar, siempre y cuando las condiciones del mercado nacional se lo permitan y puedan volver a ganar dinero aquí. Se trata, por tanto, de una acción inmoral. Crear un banco de esas características premia la asunción de riesgos y castiga a los que poco o nada tuvieron que ver con esta situación. Es inmoral que los que invirtieron pensando en obtener beneficios, una vez que la empresa da pérdidas, no quieran asumirlas y recurran al resto de la sociedad para que les rescate de su abismo.
Ahora bien, no solo es inmoral, es un pecado muy grave que se haya dejado a una élite bancaria hacer y deshacer a su antojo, ganar dinero desaforadamente, destruir medio país en las construcción de más de 10 millones de viviendas que no podían tener ningún comprador real, aumentar artificialmente los precios de un bien de primera necesidad, generar ingentes plusvalías destinadas al lujo y luego ejecutar las hipotecas cuando aquellos que habían buscado un lugar para vivir han perdido su trabajo o no pueden hacer frente a la usura de los intereses. Se trata de un pecado porque va directamente contra la posibilidad de un vida digna para el ser humano, imposibilitado de sobrevivir sin un techo que le proteja y un lugar donde morar. La imagen de Dios queda afeada por estas acciones, de ahí la realidad pecaminosa de las finanzas en los últimos años en España. Ahora, todos esos que han provocado esta situación, salen indemnes y se quitan de encima el problema, consiguiendo de rondón un anhelado objetivo tradicional de esta clase social: la destrucción del sistema de protección social vigente en los últimos treinta años. La carga que supondrá para las arcas públicas este "banco malo", será una excusa más para seguir destruyendo lo público en este país.
Por último, aunque quizás más importante, la creación de este tipo de agencia inmobiliaria pública es un dislate económico garrafal. Según marcan los cánones del sistema capitalista, cuando una empresa entre en pérdidas, son los propietarios o los accionistas quienes deben asumirlas. Es un simple principio de ética o de sentido común: quien gana con algo debe asumir también las posibles pérdidas.  Al no querer cargar las pérdidas a los que se debe se está retrasando el arreglo del problema y la salida de la crisis. Durante 15 años, en el mejor de los casos, la economía nacional estará lastada por esta decisión. Lo económicamente rentable es quebrar los bancos, que asuman las pérdidas los dueños o accionistas, no los impositores, claro, y nacionalizar los activos a precio de mercado, a precio real. Con estos activos debe crearse una entidad pública de venta y alquiler de viviendas que dé solución a la grave carencia de este preciado bien en España. De esta forma se activaría la economía, muchas personas que accederían a las viviendas generarían actividad económica asociada y en poco tiempo podríamos salir de esto. 
Lo que proponemos supone dar un giro radical a la concepción de la sociedad, sería crear un "banco bueno", que no es necesariamente un oxímoron, sino que puede ser la forma de gestionar humanamente los recursos financieros de un país. Pero eso queda muy lejos de la mentalidad actual de la mayoría de los políticos y de los medios de comunicación.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

En el Memorando de Entendimiento para España exigen la creación de un “banco malo” antes de fin de año. http://tinyurl.com/7kxjfkg
La función de ese banco malo, por lo que llego a entender, será actuar como banco redentor, una especie de sumidero oficial donde los demás bancos puedan descargar sus pecados ("activos tóxicos"), cobrarlos a precio de virtudes, y salir de la operación en estado de gracia. El banco malo es como un comprador de chatarra a precio de platino. El comprador es el público, y tiene que comprar la chatarra a la fuerza. Hay un artículo en Wikipedia titulado "banco malo" donde, en la sección de “Variantes”, distinguen entre el "buen banco malo" y el "mal banco malo” pero eso ya me parece demasiado cachondeo.

Hoy leemos que el gobierno va a "inyectar" más dinero en Bankia http://economia.elpais.com/economia/2012/08/31/actualidad/1346426683_499974.html

Llamar a esto "inyecciones" le da un carácter clínico, pero en realidad lo que dice el artículo es que el gobierno piensa seguir robando dinero público para entregárselo a estas entidades privadas.

Islandia lo hizo bien. Todos los demás lo están haciendo mal, dicen aquí:
http://www.washingtonsblog.com/2012/08/top-economists-iceland-did-it-right-everyone-else-is-doing-it-wrong.html

Martín dijo...

Esto va de mal en peor. Los bancos, como cualquier empresa, deberían asumir sus pérdidas, y si quiebran, cerrar. Y si quiebran por estar endeudados, lo primero que habría que hacer el utilizar los fondos y bienes que les queden para pagar a sus acreedores, que somos los impositores. Y, si no pueden pagar, el Estado en vez de meter dinero en los bancos, debería devolver el dinero a los impositores. Me parece de sentido común, pero, claro, doctores tienes la santa economía.

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