Los datos están sobre la mesa. Las estrategias se muestran a las claras en las acciones que vemos por parte de los actores participantes en esta comedia que se escenifica en Europa en los últimos meses. No sé si a esta altura de la película siguen cabiendo dudas de qué papel juega cada cual y hacia donde se encamina todo esto. ¿Quedará gente todavía tan insensata, ciega o estúpida para dudar de qué es lo que está en juego? ¿Alguien duda ya que esto es un robo a gran escala perpetrado por los que se ha hecho dueños de todo en Europa desde 1992, con el tratado de Maastrich? A pesar del ruido mediático, cuando la gente pierde sus casas, que son suyas según ha determinado el tribunal europeo competente, cuando las personas pierden sus trabajos, cuando los trabajadores deben aumentar su jornada y reducir su sueldo, cuando se pierden derechos, que no dádivas, cuando el empobrecimiento amenaza al 50% de la población, poco puede hacer ya la mentira ideológica que propagan los medios más afines al modelo. Ni siquiera las brabuconadas de los Cuesta, Merlos o Jiménez de turno pueden acallar la verdad que se extiende como un reguero de pólvora por las conciencias. Mientras las personas aguantan estoicas un desahucio, estos voceros del poder muestran su lado más sensible. Qué penita estas pobre gentes que se endeudaron más de lo que podían y ahora pierden su casa, dicen a cámara con gesto demudado. Pero, cuando los estafados reclaman su derecho, cuando se niegan a la violencia del Estado contra ellos, entonces enarbolan la bandera que siempre tienen a mano: ¡terroristas!, les gritan, pretendiendo acallar el murmullo entre las filas no tan prietas del poder. Pero ya no cuela, nadie va a creer que una madre que ve cómo dejan a sus pequeños en la calle y llora amargamente su destino es un vil asesino en potencia.
Chipre está marcando el camino de un futuro no muy lejano. En España hemos visto como los intereses del capitalismo financiero se han impuesto con extrema violencia, pero esto no ha hecho más que empezar. Primero hemos asistido al crimen contra las familias, a las que se han robado sus ahorros y sus casas para salvar a los bancos que se habían jugado el dinero en el casino internacional y en el ladrillo nacional. Después vimos cómo se ponía un Estado al servicio del capital especulativo, eliminando todas las trabas para el enriquecimiento rápido, reduciendo los derechos sociales y humanos que aún existían en este país y procurando por todos los medios que los poseedores de capital pudieran poner a salvo sus dineros. En los últimos dos años han salido de España más de 500 mil millones de euros con destino a los territorios libres de obligaciones fiscales. Se trata de un éxodo propiciado por los gobiernos y en el que participan activamente sus miembros. Se puede decir que casi la totalidad de la riqueza nacional está fuera de España, solo los que no poseemos nada o casi nada nos hemos quedado aquí. Por eso debemos temer el siguiente paso.
Igual que a los ciudadanos de Chipre se les ha incautado el dinero de las cuentas bancarias para pagar la fiesta que se dieron sus bancos, los españoles debemos temer que suceda igual en España. Chipre puede haber sido una simple prueba para ver cómo actuar y qué reacción tendrá el sistema. De momento, el flujo de capitales españoles hacia el extranjero ha aumentado de forma vertiginosa. Chipre ha sido la consigna que algunos estaban esperando para sacar su dinero del país. El siguiente paso bien puede ser un corralito financiero en España para poder pagar la enorme deuda privada que ya ha sido completamente nacionalizada. Si al comienzo de la crisis en 2008 la deuda pública apenas superaba el 30% del PIB, mientras la privada alcanzaba el 300%. En estos momentos, la deuda pública es de casi el 100% nominal, a lo que hay que sumar la deuda total de la banca, 200%, de la que el Estado se ha convertido en avalista efectivo tras el rescate bancario que hizo Europa y la constitución del mal llamado banco malo, una verdadera estafa a los españoles en palabras del Rajoy pre-elecciones. Ahora, la única deuda privada que no se ha nacionalizado es la que poseen las familias y los particulares, que ha decrecido del 100% al 80% del PIB.
Todo esto quiere decir que España se acerca al precipicio del corralito, el default financiero y la ruina absoluta en los próximos meses, creo que no más allá de primavera siguiente. Los que tienen el dinero ya lo han puesto a buen recaudo o lo han convertido en deuda pública. Tras cinco años de crisis-estafa, ha llegado el momento de recoger los frutos tan largamente elaborados. España está a punto para la recolección y eso no ha escapado a los especuladores financieros. Como decíamos en un post anterior, tras ordeñar la ubre, se comerán la vaca. Estamos listos, lo único que lo puede impedir es una apertura de ojos colectiva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario