Hace apenas tres años se extendió una percepción sobre los países del sur de Europa por la cual éramos grandes despilfarradores y corruptos, casi incapaces de organizar como es debido una economía, de ahí que los tiburones financieros, las hienas de los parqués, estuvieran legitimados a utilizar todas sus estratagemas para castigar a los indolentes y así sanar el cuerpo financiero internacional. Se utilizaba un lenguaje de tipo sanitario que hacía creer que estas disciplinas harían entrar en razón al enfermo y lo conducirían por la segura senda de la ortodoxia económica cuyos guardianes habitan las miles de bussiness school que los dioses del libre mercado han tenido a bien revelar a los simples mortales. Durante aquel maravilloso 2010 se nos dijo por activa y por pasiva, también por perifrástica y voz media, que se trataba de corregir el exceso de gasto, que había que reducir el déficit eliminando el gasto superfluo y restringiendo la inversión a lo necesario. Se nos decía que habíamos vivido por encima de nuestras posibilidades y que no podíamos permitirnos unos servicios públicos tan caros y tan mal gestionados. Se nos sugería que la privatización de los servicios y la reducción de los derechos nos pondrían en el seguro camino de la prosperidad y el bienestar verdadero. En todo caso, aunque tardara algo en llegar, nos insistían, las reformas, eufemismo para ocultar la demolición del Estado de derecho, eran necesarias de todas maneras, pues nuestra economía presenta ineficiencias que hay que arreglar. Pues bien, todo era una pura patraña para sacarnos los cuartos, como hemos visto.
Mientras los divos de las finanzas mantenían este discurso oficial, por lo bajo se frotaban las manos y en los corrillos de los bares no dejaban de alardear de lo mucho que podrían ganar cuando los Pigs, así nos llamaban, cayeran en sus manos. Y así fue. Uno a uno fuimos cayendo en sus garras. En el caso de España fue un plan perfectamente pergeñado: primero se aseguraron que el gobierno de entonces, con la ayuda del de la oposición, avalaran toda la deuda bancaria con los recursos del Estado, a continuación se reformó la Constitución para asegurar el pago de la deuda, acto seguido se inyectó una cantidad imposible de dinero público en los bancos, hasta llegar al 30% del PIB. De esta manera, España pasó de tener la menor deuda pública neta de Europa, 28% del PIB, a una de las mayores, esta año alcanzaremos el 100%. Todo ese incremento ha sido debido a las ayudas a la banca, los avales, el banco malo, el rescate bancario y las consecuencias derivadas de dejar caer la inversión pública. Hoy nos vemos acosados por los mercados a los que hemos vendido el alma e impedidos de salir de la situación. Por eso, los inversores internacionales y los nacionales no pierden oportunidad para ordeñar la vaca mientras quede leche. El último paso ha sido el intento de robo a los chipriotas, con la excusa de que su sistema está sobredimensionado. En lugar de que pierdan los bonistas e inversores, que supuestamente arriesgaron para ganar y han perdido, se hace pagar al pueblo en general el desaguisado. La medida se ha tomado por imposición de los fondos de inversión y los bancos alemanes que tenían adquirida la deuda griega en el sistema financiero de Chipre. Es decir, que pagan los mismos otra vez.
En España nos veremos ante esta misma situación, llegado el momento nos quitarán los ahorros y dejarán que los especuladores se vayan de rositas. Como esto es bien sabido por todos, los que tienen dinero se lo llevan de España, 240 mil millones salieron el años pasado. Se trata de ordeñar la ubre hasta que quede leche y cuando no quede comerse la vaca. Creo que a final de año estará la ubre vacía y la vaca lista para ser devorada. Lo vengo diciendo mucho tiempo, pero no me canso, la única solución es dejar de pagar la deuda, echar de aquí a la troika y empezar una economía humana que expulse a los especuladores. Es posible que podamos hacer esto sin salir del euro, pero es preferible salir del euro a que Alemania nos devore lentamente.
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