sábado, 20 de diciembre de 2014

El acto ético de comprar

Con ocasión del post 'Anorexia ascética', un buen amigo me pedía una reflexión sobre qué consumir y qué no consumir en estas fechas especialmente, teniendo presente el carácter moral del consumo. No es la primera vez que se me hace esta petición y en varios foros he podido mostrar que es efectivamente posible modificar nuestros patrones de consumo sin ninguna dificultad y atendiendo a criterios de sostenibilidad y ética. También es cierto que cada vez es más complicado hacerlo porque la globalización está llevando al sistema social y económico hacia una inmoralidad estructural de la que es muy difícil escapar, pero aún podemos hacer mucho. Para que la reflexión sea útil la voy a estructurar en bloques de consumo: alimentos, vestido y tecnología, que se llevan la mayor parte de nuestro consumo mensual, y luego una pequeña aplicación a otros productos. Además, será necesario establecer unos principios rectores de nuestro consumo que encauzarán correctamente nuestra acción moral en este ámbito.

PRINCIPIOS
1. No comprar lo que no se necesita. Parece obvio, pero el 30% de nuestras compras, según los propios estudios de los centros comerciales, no las necesitábamos cuando entramos a comprar, para ello hay que establecer cuáles son las necesidades reales, no las apetencias. Las apetencias pueden ser satisfechas con mucha moderación, las necesidades deben ser cubiertas siempre. Para hacerlo hay que elaborar una lista de productos necesarios semanalmente y ceñirse a lo establecido previamente. Es necesario ejercer nuestra inteligencia y nuestra razón, y no dejarnos llevar por la apelación de la publicidad a las emociones primarias.


2. Elegir siempre productos de cercanía, elaborados lo más cerca de donde se vive para evitar la contaminación asociada a los largos viajes de los productos. Por ejemplo, evitar la merluza del Pacífico puesta en España cuando aquí hay merluza. Es preferible no consumir esos productos, siempre hay otra opción. 
3. Evitar los productos con excesivo embalaje, cuanto más plástico y cartón llevan, más contaminamos. Las grandes superficies comerciales dedican buena parte de su gestión al modo cómo presentan los productos, aumentando lo que llaman valor añadido mediante una simple modificación de la presentación del producto, sin que éste mejore en nada sus cualidades nutricionales.
4. Premiar a productores que respeten el medio ambiente y los derechos laborales y penalizar a los que no. El comercio justo, las empresas que aplican responsabilidad social corporativa y aquellas comprometidas con los valores de una sociedad sostenible, deben ser sostenidas con nuestras compras. En la sociedad de mercado, los consumidores tenemos el poder de decidir qué empresas existen y cuales desaparecen.
5. Informarse. En la sociedad globalizada el desconocimiento no eximen de la responsabilidad moral. Hoy cualquiera puede saber qué y en qué condiciones se produce en el mundo con un solo tour por la red.

APLICACIONES PRÁCTICAS

*Alimentación
La alimentación supone un gasto medio del 20% de los gastos mensuales, en algunas familias hasta el 50%; es la partida más grande del gasto, por eso es importante elegir bien qué y dónde compramos. Siguiendo los principios arriba expuestos, mi propuesta es evitar en la medida de lo posible los productos exóticos que deben recorrer muchos kilómetros para llegar hasta nosotros. Deberíamos comprar en los mercados semanales que hay en los pueblos y ciudades, pues son productos que provienen del entorno, más cercanos, habitualmente más saludables y no sobre-embalados. Son productos, además, que benefician a la comunidad donde se vive y eso nos enriquece. Por eso, prefiero evitar las grandes superficies y acudir a las tiendas de barrio, donde puedes adquirir productos frescos y de calidad. La carne o el pescado no están cortados y envasados, de modo que pueden durar más tiempo. Los productos procesados de las grandes superficies producen un exceso de residuos y el desperdicio del 20% de la comida. Por supuesto, no comprar productos de las grandes marcas de alimentación que están relacionadas con la explotación intensiva de los recursos y la explotación laboral. De todos es conocida la rapiña de Nestlé en el Planeta, así como Chiquita brands, Kellogg's y otras marcas multinacionales que extienden sus tentáculos comprando a los competidores y dejando en práctico monopolio amplios sectores de la alimentación.
*Vestuario
En las sociedades opulentas el consumo de ropa, calzado y complementos ha crecido de forma exponencial, abriendo un mercado que va más allá de la simple satisfacción de la necesidad humana y social del vestido y el decoro. La producción se ha deslocalizado en un 80% hacia lugares como China, Vietnam, Bangladesh, Guatemala o Marruecos. En todos esos lugares son explotadas sistemáticamente millones de personas que deben hacer frente a interminables jornadas laborales por sueldos de miseria y sin ninguna cobertura social. Son las grandes empresas como Nike, Inditex, El Corte Inglés y prácticamente la mayoría de las empresas globales, las responsables del deterioro mediambiental y la explotación social y laboral para conseguir precios bajos de producción y así seducir a los 'exigentes' consumidores opulentos. Ante esto solo podemos hacer dos cosas. La primera es comprar el mínimo posible, respetando la libertad de cada uno para conducir su vida, pero sabiendo separar las necesidades de las apetencias impuestas. Lo segundo es asegurarnos que las compras son, o bien de comercio justo, o bien de origen cierto. En mi caso no compro nada que no sea procedente de España, donde sé que se respetan mínimamente los derechos laborales y medioambientales o de cualquier otro lugar que tenga certeza. Nunca compro de China, Bangladesh, Vietnam y otros lugares donde la explotación es sistemática. Muchos dicen que entonces no comprarían nada, porque todo viene de China, pero no es así. Existen muchas empresas de calzado que producen en España y muchas de ropa. Claro, hay que renunciar casi por completo a las grandes marcas.
*Tecnología
La tecnología es un campo donde cada vez es más complicado evitar adquirir un producto no contaminado por la explotación laboral y medioambiental. Casi todo se produce en el este asiático donde se explota sin misericordia a la gente. La única opción es decidir el mal menor. Si un producto me es necesario, lo adquiero e intento que sea de una marca que explote menos, por decirlo así. Todavía quedan empresas de electrodomésticos que producen en países con derechos y empieza a haber empresas que al menos montan en España sus productos, como móviles, ordenadores y tabletas.*Otros
Del resto de compras es cuestión de seguir los principios y recordar la máxima de si no es necesario no comprarlo. Así debemos guiarnos con los vehículos, los distintos servicios que nos prestan, como los bancos y las empresas de telefonía, luz y gas.

Hace tiempo que dejamos atrás la moral de actos y entramos en una era de moral de actitudes, donde no se dan recetas a cumplir sino principios a aplicar. Cada cual deberá ser responsable de sus actos y aplicar los principios arriba expuestos a su vida particular, sabiendo que no es posible nunca una acción pura viviendo en una sociedad como la actual, pero sí somos capaces de avanzar paulatinamente hacia un mundo más justo y honesto. No podemos dar una lista de empresas buenas y empresas malas, pero sí podemos pensar por nosotros mismos aplicando a nuestra vida unos principios éticos.

Esta reflexión está dedicada a Ángel Martínez Corbí y su familia. Su lectura inteligente de estos textos siempre aviva mi reflexión más allá de lo que me proponía yo mismo.

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