viernes, 24 de enero de 2020

Gloria y dolor

Pues ya está aquí, ya hemos podido ver los efectos del calentamiento global en nuestra costa mediterránea. Creíamos que no iba a suceder, que esos efectos se producían en países lejanos, donde las inundaciones, los huracanes o los incendios arrasan territorios extensos y dejan un paisaje de destrucción abrumador. Nosotros lo hemos estado avisando en este espacio desde hace más de diez años. Ya en 2009 proponíamos la aplicación de un Plan G, G por Gaia, para salvar el Planeta, pero no hemos hecho nada o casi nada desde hace diez años, cuando era más que evidente por todos los informes de que se disponían, de que 2020 sería un año clave para los efectos del calentamiento global del Planeta. Y ha llegado, tenía que llegar, pero esto no es nada comparado con lo que nos espera los próximos diez años, porque los efectos se acumulativos y cuanto más CO2 se emite, mayor es el efecto que se provoca. En 2020 estamos sufriendo las consecuencias del CO2 emitido en los años 90, el efecto de lo emitido en los últimos diez lo sufriremos en 2040. Si contamos que en diez años se ha emitido a la atmósfera tanto CO2 y otros gases de efecto invernadero como en los treinta años precedentes, basta con hacer una simple regla de tres para llegar a comprender lo que se nos viene encima.

La tormenta Gloria, que tiene nombre propio por algo, nos ha mostrado imágenes que los simuladores de los efectos del calentamiento preveían para 2050: olas de 8 metros capaces de saltar por encima de un edificio en Baleares, paseos marítimos y playas desaparecidas y el Delta del Ebro anegado. Sabíamos bien que sucedería, pero que haya sido tan pronto nos ha dejado consternados, pues lo que podemos prever para 2050 es casi la catástrofe total en la costa mediterránea en caso de fenómenos similares. Si hacemos un esfuerzo de imaginación, podríamos visualizar esto mismo, pero en noviembre, cuando el Mediterráneo está aún caliente y la diferencia de temperatura con la atmósfera puede ser crucial para ver, incluso, un huracán como los de Estados Unidos. No es exageración, se trata de prever las peores consecuencias para intentar adelantarnos a sus efectos.


Aquí en Murcia seguimos sin ser capaces de aplicar medidas para recuperar el Mar Menor y no vemos que si Gloria se hubiera quedado en la costa murciana, La Manga habría desaparecido bajo sus efectos. Es  más, deberíamos dar por amortizada La Manga del Mar Menor, porque ningún muro podrá frenar que el Mediterráneo engulla ese trozo de tierra, otrora tan hermoso. Quizás, las dunas que poblaron hace 50 años aquel lugar habrían sido el parapeto natural a lo que ahora nos enfrentamos. 

Seguimos sin hacer nada, no ponemos ni freno a las emisiones ni fin a la barbarie constructiva. Hemos decidido, al no tomar decisiones, que aceptamos lo que venga, que nos resignamos a lo peor. Vivimos en una sociedad abúlica incapaz de salir de su enfermedad. Vamos a necesitar un plan a corto plazo para descarbonizar nuestra economía y para poner los parches, pues solo serán parches, necesarios para mitigar las consecuencias y eso necesita modificar los fines de la economía y los medios que se utilizan. En definitiva, como bien lo expuso Naomi Klein, el calentamiento global lo cambia todo, también el capitalismo, de ahí que no se haga nada por frenarlo.

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