lunes, 23 de marzo de 2009

¿El fin de la Modernidad?



La idea de la historia como un proceso necesario donde el sufrimiento queda subsumido como un momento en el todo, será crudamente expuesta por Hegel, el gran filósofo de la historia. La historia es el ara ante la que se ofrece lo mejor de la humanidad y la misma humanidad para la creación, no ya de un orden mundial global racional, sino para que la misma Razón se cree a sí misma con los restos de este mausoleo que es la historia humana. Lo único que podemos hacer, según Hegel, es admirar la grandiosa obra de la Razón absoluta y universal y someternos a sus designios, que no son otros que los grandes imperios gobiernen y desarrollen el Espíritu absoluto, en el siglo XIX Europa, hoy Occidente. Una y otro han recibido la misión de civilizar el mundo e imponer el Espíritu o Razón universal. Europa, hoy Occidente, son los héroes que han hecho suyo el destino universal y deben imponerlo por todos los medios al resto del orbe. La globalización actual es la consecución de ese proyecto moderno, en otras palabras, la postmodernidad es la continuación de la modernidad por otros medios.
La postmodernidad será la misma modernidad en la que los pilares han sido tambaleados y derruidos con el fin de que no fuesen utilizados por las víctimas de la historia para encumbrarse a su cima y trasmutar el orden de explotación y dominio. Como bien lo vio Marx, los mismos instrumentos que fueron utilizados por la burguesía para encumbrarse al pedestal de la historia, podían ser utilizados por los proletarios. Era necesario que aquellos instrumentos que, a modo de escala habían sido utilizados para subir a la cima del dominio mundial, fuesen retirados para evitar que otros pudiesen subir, todos no cabemos arriba. Sujeto, razón absoluta y concepto teleológico de la historia van a ser sistemáticamente desconstruidos con el fin de hacer ver ideológicamente su nulidad, eso sí, una vez que ya habían asegurado el dominio de algunos sobre el globo.
La globalización y la postmodernidad, por tanto, van de la mano en la desconstrucción de la modernidad como anhelo de las víctimas por obtener un mundo más justo, de ahí que fuera necesario eliminar al artífice de la modernidad: el sujeto autónomo capaz de crear su propio mundo. El sujeto como constructor de la realidad será trasmutado en individuo consumidor incapaz de crear algo más que su propio goce irreprimible; la razón absoluta, instrumento de creación, será desconstruida de manera inmisericorde con el fin de que no pueda volver a ser utilizada para nada que no sea la reproducción técnica de la sociedad de consumo; la historia será negada, finalizada, borrada, ya no hay ninguna necesidad de generar utopías y alternativas, en el fondo, nada puede cambiar, ¿no han demostrado las revoluciones hasta la saciedad que nada cambian y si lo hacen es a peor?, ergo dejémoslo todo como está.
La Postmodernidad se declaró como vencedora de la Modernidad, de su idea de Historia, Hombre y Progreso, pero lo que ha conseguido es dejarnos ante una nada abismal. Se trata de caminar hacia más allá de la modernidad, hacia la “transmodernidad”, donde las categorías que nos gobiernen sean el don como relación humana, la ternura con el mundo y la pobreza como forma de vida. Eso será algo muy parecido al Reino de Dios, un reino de pobres, pacíficos y limpios de corazón.


Para profundizar se puede consultar mi artículo: "Torres más altas... ¿El fin de la historia?"

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por esta síntesis tan estupenda. No sé si estarás de acuerdo, pero mi impresión es que el sistema filosófico de Hegel no ha triunfado, pero nuestra época está marcada por su valoración del progreso. Lo que importa es el desarrollo macroestructural y no la suerte de los individuos. Para Hegel eran las estructuras políticas el sujeto de la historia, hoy lo son las económicas. Y al margen queda el sufrimiento de individuos y de poblaciones enteras. Explicar el mal al margen de lo que le ocurre a cada persona concreta, la verdad, es un poco fuerte.

Bernardo Pérez Andreo dijo...

Totalmente de acuerdo, Martín, en que no se puede hacer una valoración del mal al margen del sufrimiento concreto. Todas las teodiceas, yo les llamo "obscenas", que intentan explicar el mal desde estructuras cósmicas, históricas o míticas, quedan anuladas de entrada para hacer lo que dicen pretender.

Anónimo dijo...

Cualquier intento de cambio será abolido, se nos es negado... el reino de Dios no vendrá... al menos aquí...

María...

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