lunes, 11 de mayo de 2009

Una familia de excluidos

Una forma de enfocar la propuesta de Jesús está en su visión de la familia. Él rompe con la casa propia como una forma de dislocar la identidad y moverse a otra localización que es socialmente y espacialmente diferente, para ser resocializado en otra localización. Pero esta nueva localización es un tanto extraña porque es un «no-lugar». Jesús desubica a los que le siguen con la intención de dejarlos sin lugar fijo, sin centro de permanencia, al margen. Desde esta nueva situación pretende crear una nueva identidad basada en nuevos modelos familiares. El nuevo lugar de Jesús es un ámbito donde las relaciones ya no se establecen sobre el honor y la vergüenza, por tanto Jesús ha rechazado el orden y la estructura del lugar. Él no era aceptado dentro de ese lugar. Se había puesto a sí mismo fuera de esta localización social. Su única opción para volver a ella era aceptar su «lugar» en esa localización social tal y como está determinado por la genealogía, el parentesco, la autoridad y la subordinación. Pero Jesús hace estallar el molde y ya no estará limitado por el lugar definido por su linaje y su grupo familiar.
Además de sacar del grupo familiar propio y tradicional a sus discípulos, Jesús ofrece un nuevo grupo familiar donde las relaciones que se establecen son absolutamente diferentes. Esa nueva familia no es como las familias socialmente constituidas por vínculos de sangre y por generación sexual. Tampoco es una familia «moral»; es una familia unida por vínculos afectivo-prácticos. Esta nueva familia se sitúa fuera de las estructuras biológicas. La procreación y cuidado de los hijos reducen a las personas a jugar un papel social determinado que les oprime, como a las mujeres y a los niños. Por ello, en esta familia, el varón debe abandonar su espacio masculino, para acceder a este nuevo espacio social y familiar que propone Jesús. No serán ya sus valores masculinos los que le valdrán el reconocimiento, sino su disposición a renunciar a ellos como forma de entrar en la nueva familia. Debe renunciar a su sexualidad como medio de obtener su propia familia en la procreación, y debe renunciar a su condición de padre y esposo para convertirse en compañero dentro de un discipulado de iguales.
Las estructuras patriarcales, machistas y autoritarias quedan abolidas en esta nueva familia. Por ello, el estatus del padre es anulado, y los varones que entren a formar la nueva familia deben sentirse como eunucos. El «hacerse a sí mismo eunuco» debe ser interpretado desde una lógica diferente a la tradicional, no desde el ascetismo severo de control y dominio del propio cuerpo, claramente en el ámbito patriarcal y machista, sino en el del cambio de los valores sociales, puede interpretarse como una entrada voluntaria en el rol social y cultural del eunuco. Lo que Jesús pide a los varones que se integran en su grupo es convertirse en «eunucos sociales»: aceptar la renuncia a su masculinidad social para integrarse en la nueva familia donde los roles sociales son sustituidos por unos nuevos.
Junto a los varones que dejan el espacio masculino, se integran en esta nueva familia, por derecho propio, los pobres, los enfermos, los que sufren la injusticia, es decir, todos los que el sistema social imperante excluye del poder, el privilegio y el dominio. En este sentido, Jesús plantea una metáfora: para acceder a la nueva situación que plantea la reconstrucción social del grupo familiar, es necesario cambiar la identidad social; ahora se trata de ser como niños. El niño sirve de metáfora para los que entran en el reino, porque es considerado como asexual o no sexual. Se trata de invertir los cánones de valoración social, ahora vale más el menos considerado por la sociedad como es el niño. En la nueva familia que crea Jesús los que son como ellos poseen la sabiduría divina que se opone y superpone a la humana tal y como esta se encuentra en la sociedad. Son los niños, los humildes y los vejados sociales los que poseen la sabiduría de Dios.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Jesús: Para mí el personaje más importante de la historia de la humanidad. ¡Cuánto se ha escrito!; ¡cuánto se ha hablado y comentado sobre éste extraordinario personaje!; pero sobre todo, cuanto se le ha interpretado de distinta forma en función de unos intereses y caprichos pesonales. El mensaje de Jesús es muy sencillo, todo se reduce a pensar, hablar y actuar con amor hacia el prójimo; todo los demás viene por añadidura. La comprensión de Jesús, no es intelectual, no es mental ni siquiera una experiencia física; la comprensión de Jesús es puro sentimiento de corazón. Jesús nos invita a ser como niños, porque los niños son puros de corazón y Dios nos quiere con un corazón limpio, como única forma de vivir con dignidad y poder ser testigos por merecimiento de su presencia. Jesús no abandona a su familia; Jesús sacrifica su permanencia con su familia porque debe cumplir una misión.Esa misión es dar su vida por nosotros como verdadero ejemplo para todas las generaciones.
Me preocupa muchísimo el camino que desde hace algunas decadas, está tomando la "teología científica" moderna preocupada por hacer de la religión una ciencia exacta; cuando debería justificar y argumentar la necesidad de tener FE en este extraordinario y único SER que fue Jesús de Nazaret.

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