
Si vemos los datos en frío, ayudándonos de los gráficos que elabora A. Laborda (ver imagen), podemos sacar varias conclusiones. Fijémonos en el cuadro de la izquierda. En el podemos observar cómo las dos líneas azules caen en 2008 de forma brusca. La azul oscuro indica el empleo, que cae más de un seis por ciento, mientras la azul claro inda el PIB y cae un tres por ciento. Sin embargo, y esto es lo curioso, el diagrama de barras nos dice que la productividad por ocupado aumenta un tres por ciento. Esto indica que trabajamos menos personas, pero somos más rentables para las empresas. A qué se debe eso, sencillamente a que el número de empleados ha disminuido, pero los que quedan trabajan más, quizá por miedo a seguir el mismo camino que sus compañeros.
Pero los datos más interesantes están en el cuadro de la derecha. Ahí podemos ver tres variables que son básicas en la economía: salarios, excedente de explotación e impuestos. O lo que es lo mismo, la parte de la economía que se llevan los trabajadores, la parte del pastel que corresponde a los empresarios y la parte que se lleva Hacienda. Las tres sumadas son un 100%, lo que quiere decir que si sube una disminuye la otra, lo que hemos llamado la suma cero de la economía. Veamos los interesantísimos datos. Podemos observar cómo desde 1999 las dos líneas en azul, la superior que indica los salarios y la inferior el excedente de explotación, han ido acercándose progresivamente. La columna de la izquierda está numera de 40 a 50, lo que indica el porcentaje de participación en la renta nacional. Si en 1999 la renta salarial estaba en un 50%, la empresarial en un 40% y los impuestos en un 10%, como se ve en la columna en rojo que tiene su indicador en los números de la derecha. Pero desde 2006 las rentas salariales están estancadas en el 46%, mientras el excedente de explotación empresarial ha seguido su ascenso hasta ese mismo 46% ahora, con la crisis. Los impuestos, por su parte, han disminuido a un 8%.
Estos datos no son nada novedoso, vienen produciéndose desde la década de los noventa. Entonces, las rentas salariales rozaban el 56%, mientras el excedente de explotación apenas superaba el 38%. El proceso de liberalización de la economía ha llevado a esta situación y nos ha puesto en la tesitura, justo en la crisis, de que las rentas salariales han llegado al mínimo, los impuestos también, pero las rentas mixtas o empresariales han aumentado al máximo posible de la participación en la riqueza nacional.
Cabe preguntarse para quién hay crisis y cuáles son los efectos reales, porque el ataque sistemático contra los derechos laborales y las rentas salariales nos dice que la crisis es una magnífica oportunidad de algunos para mejorar su posición competitiva. Ahora que no nos cuenten más cuentos.
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