Pongamos por caso la diferencia entre la democracia real representada en los colegios electorales y la democracia taimada por los medios. Si alguien se acerca al colegio electoral vivirá una experiencia interesante, yo la vivo siempre porque no llevo el voto de casa sino que lo busco entre las distintas candidaturas que por ley deben estar representadas en casa mesa electoral. Allí, la distribución de las papeletas no está por orden de importancia y encontrar la lista de uno de los partidos mayoritarios es tan fácil o difícil como la de cualquier otro. Allí, en la mesa, todas las papeletas tienen las mismas posibilidades de ser escogidas, excepto en la mesa de mi antiguo colegio electoral, en la que el alcalde se encargaba de que su opción tuviera tres o cuatro montoncitos de papeletas, "para que nadie se confunda" decía él tan convencido. Esta anécdota real como la vida misma, nos puede guiar un poco en esto de la democracia representativa. Para que nadie se pueda confundir, los medios de comunicación que están al servicio de intereses económicos que a su vez representan partidos políticos, se encargan de que ciertas opciones tengan "más montoncitos en las mesas electorales". La publicidad se asigna en función de resultados previos y no en función de criterios objetivos de información, como tanto han reivindicado desde TVE. Si todas las opciones tuvieran las mismas oportunidades, el voto estaría más repartido, es decir, la gente se podría confundir.
Un caso que ejemplifica esto último lo representa UPyD, una formación que, por ciertos intereses recibió una enorme cobertura mediática y pudo obtener un resultado nunca antes conseguido por una formación recién nacida. En estas elecciones está recibiendo también publicidad gratuita sin tener resultados previos como formación en elecciones semejantes, sólo porque la candidata se llevó su escaño a esta formación.
No, en esta campaña no se ha respetado la pluralidad informativa. En realidad no se ha hablado de nada que pueda ser importante en unas circunstancias tan cruciales. Sólo en algunos medios alternativos hemos podido saber que las dos fuerzas mayoritarias, entre ambas tienen el 90% de escaños, han votado en Europa conjuntamente en un 70% de las ocasiones, entre ellas aquellas ocasiones en las que se limitaba el derecho de los emigrantes o se hacían enormes favores a las multinacionales. Eso es de lo que se debía hablar, de qué hace cada cual y no de qué dice que hace o hará. Son los hechos los que nos dan a conocer a los partidos y no las palabras.
Por cierto, algunos minoritarios también pecaron en Europa, pero lo han callado muy bien. No estaría mal que liberáramos a Europa del "rapto" a que ha sido sometida.
3 comentarios:
Yo también he ido a votar. Lo reconozco. Y confieso que en estos días pasados he tenido la tentación de abstenerme. Pero, bien pensado, y a pesar de todo, pensando en otros tiempos en los que ni votar se podía, y en tantos lugares en los que el resultado está ya previsto de antemano, me parece importante ejercer el derecho a votar. Por cierto, en mi colegio electoral había, como en todos, una gran mesa con un montón de montones de papeletas. Pero en el extremo de la mesa, en el lugar más visible e inmediato, a la derecha, conforme cruzabas la puerta y te encontrabas con la mesa, había dos montones más altos que los otros. En ellos estaban las papeltas del PP y del PSOE. ¿Para qué molestarse en buscar más debió pensar en el que las colocó?
Con razones a favor y en contra, lo cierto es que no podemos quedarnos fuera de Europa. Las generaciones jóvenes ya comienzan a disfrutar de ser comunitarios( erasmus ). Llevamos cuarenta años de retraso por la dictadura. No podemos permitirnos más ostracismo. Y si hay que arrimar el hombro, se arrima, como se disfrutan de ventajas. Y aunque la abstencion es una postura muy respetable, quien no vota, aceptará lo que voten los demás, y sin poder manifestar su voluntad. Y aunque sea con una pinza en la nariz, por una campaña tan pestilente,votamos y damos un empujoncito a la utopía...aunque sea la politicamente posible.
Yo no sé vosotros, pero tengo cierta sensación de desilusión ante nuestra clase política, ante la clase política en general. Como decís, también me he planteado la abstención, pero no sé muy qué se puede conseguir con ella. Sí, dejar patente nuestra desilusión, nuestra desconfianza ante nuestros dirigentes,… y poco más. Probablemente nuestra abstención se fundirá en ese mar de la indiferencia de aquellos que no acuden a votar, no por un motivo profundo, sino simplemente por dejadez, porque no tienen ningún interés por nada, por desidia. Y eso tampoco lo quiero. Mal que bien creo que es obligación nuestra acudir a las urnas, a pesar de no estar plenamente convencido de ello, como es mi caso. Sólo interesa el poder, estar arriba, y poco más. Sólo interesa manipular y tergiversar para conseguir determinados intereses. No se espera hacer las cosas bien y que luego se reconozca ese mérito en las urnas: lo prioritario es salir elegido, y luego ya se verá lo que se puede hacer. ¿Dónde está ese espíritu de servicio, esa vocación para atender a una nación, ese sacrificio personal en aras del bien común? Cuando escribo esto pienso en la sonrisa irónica que pondría si lo leyera alguno de nuestros dirigentes, sino todos. En fin.
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