lunes, 15 de junio de 2009

Una familia "rara" cristiana

Según lo que hemos visto en el post anterior sobre la familia "rara", Jesús hizo del celibato una opción para él y algunos de sus seguidores, y lo hizo por algún motivo específico que suponía una mejora sobre la relación matrimonial. En la tradición judía, como dice Lévinas, un judío cree cuando procrea, si no procrea está dando de lado a su fe como judío y se sitúa fuera de la Alianza mosaica. Jesús tomó esta opción como una forma alternativa de vida que se salía de los parámetros sociales y que pretendía una impugnación del sistema vigente. Desde su perspectiva:
• La familia era lugar de dominio donde el padre era dueño absoluto de su mujer y prole. En esta situación la dignidad de la persona y sus derechos estaban lejos de ser reconocidos —léase desde aquí su oposición al divorcio.
• No impugna la existencia de la familia como lugar para la crianza, desarrollo, educación e inserción en la sociedad; pero su funcionamiento concreto puede ser opresor y anulador, caso que se da en la familia tradicional patriarcal.
• Jesús está comprometido social, política y personalmente con la realidad alternativa que supone el Reinado de Dios. Este compromiso debe hacerse evidente en el modus vivendi suyo y de los que le siguen: su madre y sus hermanos son aquellos que cumplen la voluntad de Dios.
Podemos concluir que la concepción de Jesús sobre la familia es de crítica y renovación: crítica al modelo tradicional que impide el desarrollo de los seres humanos como verdaderos hijos de Dios. Y renovación, porque rompe los estereotipos sociales y pone como ejemplo de familia a un grupo de hombres y de mujeres —no olvidemos este dato— dispuestos a vivir en libertad, trabajando por la justicia en respeto, diálogo y amor mutuo.
En esa nueva familia que Jesús propugna quedan fuera de juego las consideraciones biológicas y sexuales, prevaleciendo la comunión existencial entre sus miembros y la unidad de proyecto personal y social, es decir, la construcción del Reinado de Dios como una alternativa a la alienación y opresión de la sociedad imperante, mediante el trabajo por la Justicia histórica, la Libertad personal y la Inclusión social.
Esta es la concepción de Jesús que nos dan los Evangelios. Si Jesús es el núcleo sobre el que el cristianismo debe construir su ser en la historia, el modelo de familia que debemos propugnar los cristianos debe estar en relación a su praxis y compromiso vital. De ahí que sobre los modelos familiares, el cristianismo no pueda optar por uno antes que por otro si no es desde el presupuesto de la personalización y la libertad de los seres humanos, buscando siempre la Inclusión social, el servicio a la vida y la construcción del Reinado de Dios.
Visto esto planteemos algunas reflexiones dejadas al aire como interrogantes abiertos al diálogo entre todos los miembros de la sociedad, creyentes o no creyentes, según el parecer del Concilio:
• Si la familia es un instrumento al servicio del ser humano, y como cristianos, al servicio del proyecto de Jesús, el Reinado de Dios, ¿es el modelo tradicional el único válido para cumplir esta función?
• Si la familia está sometida a un cambio constante y la Iglesia debe acompañar, según el sentir de los padres conciliares, la evolución de la sociedad ¿no es posible abrirse a nuevas propuestas que se adaptan más a los tiempos sin perder la orientación cristiana?
• ¿Es imposible dejar de lado los condicionantes biológicos para centrarnos más en la dimensión trascendente del ser humano?
• Si con Pablo admitimos que en Cristo ya no hay ni griego ni judío, ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer, sino que todos somos uno en Cristo, ¿no estamos afirmando la supresión de las diferencias étnicas, sociales y de género, como presupuesto para una sociedad más justa, inclusiva y libre?
• Viendo cómo Jesús relativizó el concepto de familia, poniéndolo en función del proyecto del Reino ¿podemos nosotros absolutizar algún modelo en concreto negándonos a dialogar sobre otros modelos posibles y ya presentes en nuestras sociedades?
• Y, por último, estando por encima de todo el amor, ¿no será este el que personalice y cree seres humanos libres y responsables, copartícipes de la sociedad, antes que un modelo concreto de familia?
La cuestión sigue abierta y lanzada a la plaza pública para discernir entre todos los que constituimos la sociedad cuál sea el modelo familiar más apropiado para los tiempos nuevos que estamos viviendo, donde los avances científicos y los anhelos de muchos seres humanos deben ser tenidos en cuenta a la hora de tomar decisiones, siempre con vistas al bien común y al mejor desarrollo del ser humano.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El modelo de familia patriarcal, aparte de sus connotaciones religiosas, va muy unido a un sistema económico capitalista que protege la transmisión del patrimonio económico.( L'hereu i la pubil.la en Catalunya, por ejemplo). Las grandes fortunas establecen matrimonios endogámicos entre ellos, para aumentar el patrimonio económico, empresas, activos en bolsa-y disminuir casi siempre la evolución personal- drogas, vidas disolutas-. Con la evolución del papel social de la mujer- hoy el objetivo del matrimonio las jóvenes europeas no es prioritario-, y la posibilidad de parejas consecutivas, la transmisión del patrimonio queda diezmado. La gente prefiere vivir feliz a realizar un matrimonio de conveniencia y mantener una doble vida. De ahí la insistencia de las religiones patriarcales, unidas a los neocon capitalistas en querer controlar la vida y voluntad de las mujeres, soporte de un sistema capitalista-patriarcal obsoleto. Las parejas de mileuristas de hoy han aprndido que "menos es mas" y optan por la felicidad, aunque sea con pan y cebolla. Los comienzos de un cambio de paradigma. Pero el Evangelio y el Código de Derecho Canónico, no siempre siguen las mismas directrices.Jesucristo ya fué profético en su concepción de las nuevas familias. Un saludo

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