jueves, 23 de julio de 2009

Hiperterrorismo

Una de las principales caraterísticas de esta locura hipermoderna ante la que nos vemos irremediablemente abocados es la difuminación de la delgada línea roja que delimita el concepto de terrorismo. El término en sí es un constructo de los aparatos de seguridad para crear al sujeto político en tanto que terrorista, nada dice de la esencia del acto o de la persona, porque la palabra terror en sí misma no es más que una pasión o afecto, por tanto algo subjetivo. Cada uno es muy libre de sentir terror o no sentirlo, de ahí que pueda ser provocado. Si el miedo es libre, el terror es infundido. Se trata de la mejor manera de dominar a alguien: infundirle terror. De esta manera quedará a merced de aquel o aquello que le provoca terror. Lo hemos visto con las medidas estúpidas para prevenir ataques terroristas en aviones. Gente que casi se desnuda sin ningún tipo de oposición en virtud de una necesidad de protección que es mayor que su propia intimidad.
El concepto actual de terrorismo es un híbrido que nace del concepto foucaultiano de biopolítica. Se trata de una aplicación del control político de la vida, en concreto de los cuerpos, por medio de los instrumentos que aportan las ciencias: psicología de masas, sociología, neurociencia, marketing, publicidad... A esta realidad se añade una aplicación de la tecnología de la información de forma monstruosa al control social. Todo unido da como resultado la necesidad de crear en los seres humanos una pasión desenfrenada por la seguridad, cuya contrapartida es el terror, y el concepto de terrorista: aquel que es el agente y responsable de ese miedo irracional.

Uno de los sujetos que ha padecido la aplicación indiscriminada del concepto ha sido Julien Coupat, detenido en Francia porque, a criterio de la policía, estaba a punto de saltar a la acción terrorista. Fue detenido por pretender ser terrorista, lo cual amplía mucho más el marco del concepto hasta comprender a todos aquellos que puedan ser definidos como ámbito terrorista. El diario francés Le Monde le entrevistó el 25 de Mayo y allí explicaba con enorme claridad el proceso de creación de la figura del terrorista: "el procedimiento elemental aquí es invariable: individualizar al enemigo con el fin de separarlo del pueblo y de la razón común, exponerlo bajo los hábitos del monstruo, difamarlo, humillarlo públicamente, incitar a los más viles para abrumarlo con sus escupitajos, incitarlos al odio".

De esta manera, lo que llaman antiterrorismo no es sino la creación misma de sujeto terrorista ante los ojos de la sociedad con el fin de utilizar contra él todos los elementos de odio social y aplicar cualquier tipo de represión que, invariablemente, será considerada oportuna, sea encarcelar sin pruebas, torturar o eliminar. Esto es lo que, a falta de un término mejor, queremos llamar hiperterrorismo, reflejo de la era hipermoderna en la que avanzamos a pasas agigantados hacia un abismo de inhumanidad.

No debemos pensar que esto nace ahora, es un procedimiento tan antiguo como los imperios, principalmente desde el romano. Basta con leer algunos versículos de los evangelios o de los profetas para ver ese proceso de creación del terrorista: "fue despreciado y desechado de los hombres, Varón de dolores y experimentado en aflicción; y como uno de quien los hombres esconden el rostro, fue despreciado, y no lo estimamos" (IS 53, 3).

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