domingo, 26 de julio de 2009

El horror de Descartes

El neurocientífico Antonio Damasio escribió un libro que ha hecho historia en los pocos años que lleva publicado. El error de Descartes propone la tesis de que la ciencia demuestra la unidad inextricable entre lo que se entienda por alma y el cuerpo, una unidad que sólo puede ser disuelta al precio de destruir el todo: el ser humano. Es un libro apasionante que debe ser leído con atención y esmero, pero creo que el mayor error de Descartes no fue el separar el alma del cuerpo, al fin y al cabo el responsable inicial es Platón y a él habría que cargar con aquella culpa. La verdadera culpa del francés estriba en haber negado la humanidad a los otros, no tanto el separar alma y cuerpo. Eso lo podemos ver de la mano de su propia pluma, exactamente en las Meditationes de Prima Philosophia donde nos cuenta una anécdota explicativa de su teoría negacionista de la humanidad del otro: «…casualmente acabo de mirar desde la ventana a unos hombres que pasan por la calle, a los que digo que veo […]. Pero ¿qué veo sino sombreros y capas, bajo los cuales podrían ocultarse autómatas? Sin embargo juzgo que son hombres. Y así comprendo, sólo con la facultad de juzgar que hay en mi mente, lo que creía ver con los ojos». En este texto llega al punto de negar, no ya lo otro, sino al otro, a los otros. Aquello que ve por la ventana, bien podrían ser autómatas, sólo por su capacidad de juzgar, decide que son hombres y les otorga ese rango. Si él no juzgara que son hombres, quedarían reducidos a la condición de autómatas, es decir, de seres con apariencia humana pero sin los atributos que los convierten en seres con dignidad humana.
Descartes quiso encontrar un asiento seguro para su filosofía y así dar un soporte a su misma existencia, pero cometió el peor error posible, y con él la modernidad que nace de sus reflexiones cogitantes. El error de Descartes y la modernidad ha consistido en lo mismo: dudar del otro, negarlo e intentar la autoafirmación desde esa negación. La famosa duda metódica con la que empieza la modernidad es el gran error que puede llegar a ser hasta ofensivo, pero en este caso, la duda no sólo ofende sino que mata. Descartes, al dudar de los otros y de lo otro está socavando las condiciones de posibilidad de su propia existencia. Si fuera cierto lo que afirma de los otros, si los otros son autómatas hasta que juzgo que son hombres, entonces se daría la paradoja de que yo doy el ser a mis propios padres, lo cual está muy bien para la ciencia ficción cuántica, pero en el mundo real no funciona así. Yo soy porque me han dado el ser, la vida es un don recibido. Esto es lo que la modernidad no ha podido ver y le ha costado varios siglos llegar a ello. La pérdida del otro supuso el enclaustramiento en el laberinto de incertidumbre. Esto ya lo había resuelto el mundo clásico en sus mitos, pero la modernidad quiso volver a empezar todo de nuevo, dudando de todo lo recibido.
El error de Descartes se ha tornado así un gran homicidio. Los otros, los diferentes, sean los indios americanos, los africanos, los extranjeros o los que simplemente hablan otra lengua o profesan otra religión, pueden ser reducidos a la condición de semianimalidad y así ser sometidos y expoliados con toda tranquilidad, sin que la conciencia tenga nada que objetar. Este error acabó siendo un verdadero horror, una masacre humana incontable que prosigue en la postmodernidad globalizada.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

a Descartes le hubiera venido bien un pasaje por el Tu y Yo de Bubber. Pero Descartes queda muy atrás en el tiempo. En este siglo XXI, la filosofía ha entrado en dialogo con la física cuántica, con la mística, y psicología profunda. Peter Sloterdijk, Richard Tarnas ( Cosmos y Psique,La Pasión de la Mente Occidental han tomado el relevo.El conocimiento en compartimentos estancos ha sido superado en esta época hiperconectada y sumamente interconexionada, por un diálogo interdisciplinar y holístico. Tiempos de dejarnos sorprender ante lo totalmente nuevo, y que ni siquiera imaginamos. Ya lo anunció en su momento Teilhard de Chardin.

Bernardo Pérez Andreo dijo...

Coincido totalmente contigo, Anónimo, por eso me gusta ir al origen del problema y uno de los orígenes es Descartes. A partir de él se pudo llegar a la afirmación "Conquiro ergo sum" es decir, puesto que conquisto existo. Como verás, en la postmodernidad esto va a más.

Saludos y gracias por la intervención

Anónimo dijo...

Gracias por tu respuesta. De acuerdo contigo Bernardo. En Occidente ya vemos los resultados de dar preeminancia a uno de los hemisferios cerebrales. En Oriente tambien se ven los resultados del funcionamiento preponderante del otro hemisferio. Puede que uno de los avances en esta época sea pensar-sentir-amar, Conocer de forma Unitaria. Ya lo dice San Juan " Todos somos Uno. El Padre y Yo somos Uno. Saludos cordiales. A-nonim

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