domingo, 16 de enero de 2011

Justicia y bondad

El hombre bueno y la constitución justa son, según Agnes Heller los dos pilares de la ética moderna. En clara inspiración aristotélica, Heller propone estos dos principios como los inspiradores de la ética moderna y los únicos que podrían salvarnos eventualmente de una autodestrucción asegurada. Es importante subrayar la necesidad de ambos pilares. Un simple cuestión de justicia social no bastaría para vivir un mundo verdaderamente humano. Sólo hay que ver lo sucedido en la antigua Unión Soviética. La justicia social, per se, no asegura la humanidad de la vida. Es más, la justicia sin más puede ser inhumana, como es el caso que hemos explicado aquí de las acciones de los Fondos buitre que aprovechan la Justicia actual para arremeter contra los pueblos empobrecidos. La justicia social debe estar acompañada de la bondad del hombre concreto. Sólo un hombre bueno puede hacer de la constitución justa un medio para la vida verdaderamente humana. Un hombre que no se guíe por la bondad está imposibilitado de crear un mundo humano. Es la bondad personal el verdadero motor de una sociedad buena para el hombre.

Si estos dos principios son necesarios ambos, también es preciso que la relación sea exactamente esa. Los dos pilares de una ética para el mundo actual no podrían ser el hombre justo y la constitución buena. En primer lugar porque el adjetivo buena es enormemente subjetivo para aplicarlo a algo tan objetivo como una constitución que organiza la sociedad. De otro lado, justo no es un calificativo suficiente para hacer de un hombre un ser con el que merezca la pena vivir. Nadie quiere que la persona amada sea justa con él, eso no sería suficiente para el amor. Es más, la justicia personal en sí misma no permite la creación de un mundo humano verdadero. Para ello haría falta otras cualidades, como la caridad, la valentía, la humildad... No, el hombre ha de ser bueno y la constitución justa para que la sociedad pueda ser calificada de verdaderamente humana.

Hay que preguntarse si la sociedad en la que vivimos hoy es así y creo que la respuesta sólo puede ser negativa. Es imposible calificar como justa la postmodernidad globalizada en el mismo momento en el que los poderosos aprovechan la estructura social para seguir enriqueciéndose y aumentando su poder. Cada vez los ricos son más ricos y los pobres son más y más pobres, cuando una simple organización justa permitiría que todos vivieran con los mínimos vitales cubiertos. Una sociedad basada en la explotación del ser humano y del planeta y en la lógica de la maximización del beneficio económico es una sociedad enferma y destinada a la destrucción. No hace falta recurrir a Aristóteles, Tomás de Aquino lo expone con absoluta claridad en la Summa theolgiae: una sociedad es justa cuando permite a todos satisfacer la necesidades de indigencia y de estatus (enlace); un hombre es bueno cuando utiliza lo que tiene como administrador y no como propietario; la sociedad justa y el hombre bueno son los que actúan en vistas al Bien Común. En esta sociedad puede haber hombres buenos, pero la sociedad es en sí misma injusta. Estos hombres son la única esperanza de que el planeta no se hunda en la barbarie, pero nada asegura que esto no suceda porque cuando la Injusticia entra por la puerta, la Bondad sale por la venta. Caso paradigmático de esto es Haití. Aún así, seguiremos confiando en que esos hombre y mujeres buenos saquen al planeta del caos que se avecina.

*A Desiderio, hombre bueno que intenta vivir en coherencia su fe, porque los que sois como tú aportáis esperanza.

2 comentarios:

Martín dijo...

Me ha encantado esta reflexión sobre la bondad de las personas. Me parece que está en línea con esas palabras de Jesús: del corazón salen los buenos y los malos propósitos. Sólo sanando y regenerando nuestro corazón puede haber esperanza para la humanidad. Recuerdo vagamente unas reflexiones de Miguel de Unamuno en línea con lo que tú dices: la bondad tiene primacía sobre la moralidad. En esta línea añado que la justicia es absolutamente necesaria, pero no es suficiente para el logro de una auténtica humanidad si no se permite a esta forma más profunda que es el amor plasmar la vida humana en sus diversas dimensiones.

Desiderio dijo...

Es verdad que por mucho que haya de justicia social, al final lo que importa es el corazón del hombre. Por otro lado, supongo que el reto es dar con el sistema económico en el que se pueda poner eso de manifiesto. ¿Cómo tendría que ser? Por cierto, gracias por la dedicatoria.

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