viernes, 14 de agosto de 2009

El manifiesto capitalista


"Panic is in the air", podríamos afirmar remedando la conocida canción, sobre todo tras conocer la publicación del Capitalist manifesto, el manifiesto capitalista que ha publicado uno de sus egregios voceros: Fareed Zakaria, el editor de Newsweek International. El título completo es "The Capitalist Manifesto: Greed Is Good (To a point)", lo que quiere decir “El manifiesto capitalista: La codicia es buena (hasta cierto punto)”. Lo primero que me chirría es la afirmación de que un mal como la codicia pueda ser un bien si tiene medida. Es como si dijéramos que el asesinato es bueno con medida o que la gula es buena con medida. Precisamente el bien está en la medida, si se tiene medida no se llega a la gula, ni al asesinato ni a la codicia. Por tanto, decir que la codicia es buena con medida es una idiotez o una contradicción, pues si tiene medida no es codicia y si es codicia no tiene medida, luego el que eso afirma es un idiota o bien, que este es el caso, pretende otra cosa, pretende engañarnos.

Porqué digo que pretende engañarnos, sencillamente porque el capitalismo no tiene ninguna medida y eso ha sido lo que lo ha puesto contra las cuerdas, en un punto de no retorno para él o para el planeta entero del que no se podrá salir de rositas, sea el capitalismo o el propio planeta tierra. Lo que define al capitalismo y es su esencia más profunda es la codicia sin límites, a esto se le ha llamado capitalismo salvaje, un eufemismo ideado por la socialdemocracia para pactar con un cierto capitalismo domesticado, sometido a las reglas de lo humano, capitalismo de rostro humano fue llamado también. Pero todo esto no son sino patrañas que esconden el verdadero rostro del capitalismo: es canibal. Es canibal porque engulle a sus propios hijos, sus ideólogos; lo es también porque acaba con la propia humanidad que le ha servido de sustento; lo es, por último, por que acabará en el autocanibalismo. Esta última es la fase en la que nos encontramos hoy, el capitalismo que se está canibalizando a sí mismo. Lo grave es que en todo este proceso se llevará por delante la vida en el planeta tierra, a no ser que hagamos algo importante pronto.


La función de estos voceros del "cap(n)it(b)alismo" es convencernos de que lo malo ya ha pasado, que volvemos a la estabilidad, que se puede seguir con el sistema capitalista hasta el final de los tiempos; de ahí que saquen su manifiesto capitalista, como remedo de aquel otro manifiesto comunista. La clave está en los tiempos. Mientras aquel dio inicio a un proceso revolucionario que permitió velis nolis que las fuerzas más bárbaras del capitalismo no acabaran con el planeta en la primera mitad del siglo pasado; este otro manifiesto llega al final, cuando ya queda poco por hacer para salvar algo que no sea una mínima dignidad humana. Lo grave realmente es que si de esta crisis por una maldita casualidad, el capitalismo saliera indemne, la que perdería sería la propia vida en el planeta. Ni siquiera con el embadurnamiento verde que se ha dado, puede el capitalismo dejar de ser lo que es: una máquina voraz de convertir todo en beneficio económico acumulado para unos pocos. No parará hasta que toda la materia y la energía de este planeta (y de otros incluso) haya sido transformada en capital acumulable y contabilizable en depósitos seguros para unos pocos seres humanos. Según datos del PNUD, quinientas familias acumulan el 80% de la riqueza, mientras 30 millones mueren a diario por falta de lo más imprescindible.

Este es el verdadero rostro del capitalismo: un canibalismo autófago. Su refundación, como pretende Zakaria, no sería otra cosa que una refundación del propio canibalismo para llegar lo más pronto posible a la destrucción de todo lo humano. La esperanza que nos queda es que, como decíamos al principio, el pánico les ha cogido y tienen miedo. Ellos mismos saben que la fiesta se acaba y que algo tendrá que cambiar, por muchos intentos que hagan para evitarlo.

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