martes, 15 de septiembre de 2009

De zombis y vampiros... lo de las causas.

Claro que nombrar la soga en casa del ahorcado puede resultar un tanto irritante, principalmente porque fue un suicidio. Vayamos por partes como dijera el famoso londinense nocturno aficionado a la disección. Existen tres tipos de causas si queremos resultar pedagógicos: próximas, remotas y profundas. Las causas próximas hay que buscarlas en la forma en que se quiso salir de la última crisis, la producida por la burbuja de las empresas de internet (.com se llamó a esta burbuja). Si recuerdan corría el año 2000, aquel del famoso efecto que no tuvo otro que un aumento considerable del miedo. Bien, las empresas de internet se había forrado, perdón sus directivos se forraron, mediante las stock options, un sistema muy ingenioso para ganar en el casino sin arriesgar nada y conociendo el resultado; esas mismas empresas subieron como la espuma y de la misma manera se desinflaron, dejando a su caída una enorme deuda que había que pagar. Para resolver el problema había que intentar primero borrar las huellas del desfalco y segundo inflar otra burbuja que supliera la anterior para que el capital siguiera en su línea de beneficio ascendente indefinido. Y mira tú por donde, dos aviones de los más sofisticados del mercado para los que se necesita una experiencia de 2.000 horas de vuelo, son estrellados por diecinueve mindundis que habían practicado con avionetas y ni siquiera aprobaron el examen, contra las dos torres más altas de NY. Ahí se vio que sabían volar porque conseguir eso es como acertar con un arco a 70 metros en la diana. Lo mejor de todo fue que en el derrumbe de las torres se perdió la información que permitía saber mucho del asunto de las .com (por cierto que el WTC7, un edificio que no recibió impacto alguno, también se hundió, dejando libres de cargos a muchos que tenían allí reveladores documentos), y de paso se justificaba una bajada de tipos durante tres años que permitió inflar el globo otra vez, acompañada de guerras y pandemias varias que siempre ayudan a paliar las crisis de algunos. Todo ese dinero, una cantidad que no puede ni imaginarse, entró en el mercado hipotecario americano de manera brutal hasta el punto que se necesitó de una ingeniería financiera muy alambicada para conseguir pasar por buenas hipotecas prestadas a gente que no tenía ni trabajo, ni ingresos ni posesiones (los Ninjas). Esas hipotecas, debidamente empaquetadas, se distribuyeron por todo el mundo y la codicia hizo el resto: todos los bancos compraron aquel dinero falso del imperio y adoraron a la Bestia. Pero el gigante se vino abajo en el momento en que flaqueó lo que no esperaban: el combustible. Sin petróleo abundante y barato el capitalismo no funciona. Necesita que la burbuja se hinche un 10% al año para que no pinche el globo, y lo hizo ocho años seguidos, pero el pico del petróleo, diagnosticado en Julio de 2008, dejó las cosas en su sitio. La verdad se apoderó de los financieros y se acordaron que los estados estaban allí para eso, para el momento en que ya no pudieran seguir con el baile.

Fin del baile y fin de las causas próximas. Las remotas nos llevan al final de los 30 gloriosos, aquellos tres decenio posteriores a la 2ª Guerra Mundial que supusieron el despegue de la economía (suya) capitalista. Fueron verdaderamente buenos: aumentaba la rentabilidad del capital, no había riesgo de guerra global a la vista por el miedo a la destrucción mutua, los trabajadores se llevaban sus migajas y no protestaban... en fin, que lo bueno no puede durar siempre. El petróleo de nuevo dio el aviso y Nixon soltó lastre. El dólar ya no se regía por el patrón oro, con lo que USA podía imprimir tantos billetes como los imbéciles quisieran comprar, y compraron muchos, hasta el punto que la economía financiera se hizo la dueña y Wall Street empezó su verdadera fiesta de la espuma. Sólo había que inflar burbujas y ganar dinero que la FED se encargaría de regar más billetes. Primero fueron los países en vías (muertas) de desarrollo. Volcker subió los tipos del 5 al 20% en un año y todos en deuda y a bailar al son del barras y estrellas; luego vino el plan de ajuste de los excomunistas: todo un un mundo a precio de saldo; el resto es muy próximo.


Pero lo verdaderamente importante son las causas profundas de esta crisis que se nos dijo que era sistémica pero que se ha quedado en aguas de borrajas (Bernanke ha dado por finalizada la "recesión" esta mañana, espero que Dios le guarde la vista porque lo que es la inteligencia ya no es posible). Ahí precisamente está la causa. Dentro del modelo económico y social imperante no se puede ver que el mismo modelo es el que está enfermo, el que necesita para vivir absorber los recursos del planeta y humanos de forma desaforada y constante, como un zombie ontológico el capitalismo necesita para chupar la esencia del ser de otros. No parará hasta reducir todo a beneficio mensurable en materia inerte. Esa es la causa profunda de esta crisis y su consecuencia es la destrucción del planeta en que vivimos, a no ser que acabemos con él. Pero a ver quién es el guapo que abre la caja y le clava la estaca a Drácula.

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