¿Hasta cuando seguiréis reuniéndoos en fortalezas doradas para restregarnos vuestro poder? ¿Hasta cuando habremos de soportar vuestras brabuconadas? ¿Cuándo se cumplirán las palabras de Isaías que invocaban el fuego del cielo sobre las injusticias de este mundo? Espero que recibáis algún tipo de iluminación para hacer lo que deberías, pero si un poco de luz no es posible, que lo sea al menos un rayo, porque todo lo que vais a decidir provocará más dolor y sufrimiento en los países donde la pobreza resulta ya obscena. Mil millones de seres humanos padeciendo la falta de lo esencial y mil millones más que están al borde de cruzar la frontera de no retorno de la inanición, justifican más que sobradamente nuestros deseos de la llegada del meteoro ígneo, sea sobre vuestras conciencias o sobre vuestras cabezas.
La crisis, palabra desgastada por el abuso que ha perdido su fuerza jurídica y su valor redentor, golpeará con fuerza sobre los pobres de la tierra. Serán ellos los que sufran las consecuencias de esta situación porque ya os ocuparéis vosotros de que los occidentales opulentos sigan viviendo su burbuja en un cuento de hadas ficticio y perverso. El 15% de la población seguirá como hasta ahora, incluso mejor porque el precio del trabajo se reducirá y por tanto se abaratarán los costes de producción, pudiendo adquirir aún más productos de consumo y destruyendo más aceleradamente el medio ambiente. Por otro lado, el 85% de la población empeorará sus circunstancias debido sobre todo a que lo único que tienen para vender en este mercado global es su trabajo, es decir, sus cuerpos. Los cuerpos de los pobres se desgastarán en jornadas laborales extenuantes para no conseguir un sueldo que llegue al mínimo vital; serán minados por las enfermedades de la miseria; aportarán órganos para cubrir las necesidades de la cínica medicina de la opulencia occidental; servirán a menor coste para experimentos de vacunas y otros productos que resultan muy caros en occidente; calentarán camas de otros mientras sus catres soportan la mortal rigidez; serán triturados por esta máquina inmensa de muerte que llevamos padeciendo varios siglos. Pero su voz, un hilo casi imperceptible, se abrirá paso hacia los atentos oídos de Dios y éste bajará a liberarlos, siendo crucificado otra vez con los suyos, como un malhechor, entre bandidos y terroristas. Lo que aún no me explico es cómo los cristianos no hemos sido ya crucificados como lo fue el galileo otra vez.
1 comentario:
Serán peones en el tablero de juego, esperando ordenes, solo por un poco de pan... el circo es gratuito...
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