sábado, 28 de noviembre de 2009

El pensamiento negativo

Ayer, después de una jornada intensa de trabajo, desde las 17 hasta las 20 horas, en las que los asistentes a la ponencia (público heterogéneo pero muy interesado e interesante) hubieron de enfrentarse con una exposición exigente de lo que entiendo que no es solidaridad y de lo que no debemos hacer. Para empezar conté "dos mentiras, una verdad y un cuento chino" y pedí que mientras yo me dedicaba a la exposición sistemática de la ponencia, los cerebros de los asistentes se dividieran intentando unir esa introducción atípica con la exposición. Después del trabajo en grupos llegó la puesta en común, muy corta por obligaciones personales, pero intensa. El grupo manifestó cierto impacto, una sacudida en su forma de ver el mundo, y a mí me quedó en lo hondo una necesidad de expresar por escrito lo que entiendo que debe ser un pensamiento negativo para hoy día como profecía cristiana en acto. Lo que sigue va dedicado a los asistentes a las Jornadas para la Educación en la Solidaridad de los colegios maristas de Granada.

Hace unos meses aperecía un libro con el título El pensamiento negativo cuyo autor es Risto Mejide, conocido por sus ácidas descalificaciones a los participantes de un concurso televisivo. El libro intenta poner el mundo del revés y dar una visión distinta de las cosas, pero se queda en un puro remake de las leyes de Murphy. Qué tenía de bueno el libro, poco, pero me sirve para ejemplificar lo que no es un verdadero pensamiento negativo que yo sí aplico sistemáticamente en este blog y en casi todo lo que hago. El pensamiento negativo bebe en la fuente de la verdad como medio de ejercer una crítica inmisericorde contra la injusticia en la que se ha convertido la realidad en que vivimos. Es un pensamiento que duda por sistema, de forma metódica casi, de todo lo que se le ofrece como cierto en un mundo gobernado por la mentira constante de los que poseen los medios para someter los hechos a sus intereses y además convencer a la mayoría de ello.
Es un pensamiento pesimista porque entiende que lo real se construido como una pésima imagen del ser, por eso siempre se pone en lo peor, quizás como medio de evitarlo, pero también como higiene mental ante tanto optimismo bobalicón que se vende a espuertas en los innumerable iconos postmodernos. No cree en la verdad de los hechos porque busca los hechos de la verdad allí donde han sido truncados por los intereses dominantes.
Pero el pensamiento negativo está cargado de esperanza; esperanza en la destrucción de este mundo como medio para la construcción de un mundo nuevo; esperanza en que la verdad nos libera y que esta se impone a pesar de la injusticia; esperanza porque la historia está jalonada de hombres y mujeres que han dejado la vida en dar sentido a la historia; esperanza para despedazarse uno mismo y dejarse el ser en lo que hace cada día como instrumento del Reino que está llegando.
El pensamiento negativo posee la fuerza de los vencidos de la historia, de los millones de víctimas aplastadas por las fuerzas destructoras de la humanidad en el mismo ser humano. El pensamiento negativo no se dasalienta por las nuevas derrotas que nos esperan, porque sabe que el primer derrotado fue el primer vencedor, el primogénito de la nueva creación que surge de las alcantarillas de este mundo podrido que da los últimos estertores antes de morir. El pensamiento negativo cree en la vida, ama al hombre y espera la resurrección de los muertos.

2 comentarios:

Martín Gelabert dijo...

Buena reflexión que coincide con el comienzo del adviento. La liturgia del primer domingo de adviento dirige nuestra mirada a los signos escatológicos que preceden a la llegada del Reino: angustia de las gentes enloquecidas por el estruendo del mar y del oleaje. ¿Querrá esto decir que hasta que este mundo no cambie desde sus cimientos, hasta que la tierra no se ponga del revés no habrá posibilidades de verdadero futuro, de vida en la verdad y de verdad en la vida? Estos signos pueden parecer pensamiento negativo, en realidad apuntan a la esperanza, a lo positivo. Esperanza que anhela que alguien ponga las condiciones para que pueda realizarse.

Bernardo Pérez Andreo dijo...

Gracias Martín. En la ponencia estuvo Elías Alcalde, sacerdote de aquella diócesis y responsable de misiones. Es un hombre con honda formación teológica, especialmente bíblica, y con un compromiso innegociable por el ser humano que anhela la justicia. Realizó una intervención al final de la puesta en común en la que dijo unas palabras muy adecuadas al tiempo litúrgico que vivimos:"las palabras de Bernardo se pueden resumir en 'pon a trabajar tu esperanza'". Sólo me quedaba decirle: "amén hermano".

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