Se trata de un negocio suculento donde empresas como Indra, participada por Cajamadrid y otras entidades en apuros financieros, blanquean sus balances en un momento muy difícil. Por ello nuestro gobierno se ha apresurado a decirle al nuevo señor de la guerra que enviará más tropas a Afganistán: ese es el medio de conseguir que nuestras empresas de la muerte sigan teniendo contratos legales y aumenten sus ingresos por ventas en el mercado paralegal de armas en el mundo entero. A nadie escapa que si hay más guerra se venderán más armas y que si se venden más armas aumentará la inestabilidad mundial y el miedo a se atacado por parte de países que hacen frontera con los que está en guerra. En fin, que una escalada regional de cualquier conflicto, tiene el efecto inmediato de aumentar los beneficios de las empresas armamentísticas, aumento que ya se ve reflejado en su cotización en bolsa.
Por su parte, Mister O, el nuevo señor de la guerra, tiene que mantener la máquina de muerte en el mundo entero porque con ello consigue lo que no puede con la economía: que el dólar siga siendo la moneda de referencia ahora que su valor se desploma debido al ingente déficit público, fiscal y por cuenta corriente de Estados Unidos. La única manera que tiene ese país de mantener su hegemonía es conservar el dólar como moneda de reserva, pero sólo seguirá ésta como tal si el mundo vive en constante peligro de guerra. Por tanto, la guerra es la continuación de la economía por otros medios, parafraseando a Klausewitz, y el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas estadounidenses el principal Señor de la Guerra.
3 comentarios:
Curioso. El que hace unas semanas era nobel de la paz, hoy es el novel presidente que continuará llevando su binomio seguridad-destrucción por doquier.
Verdaderamente me pregunto: los que se reúnen para dilucidar esos premios ¿No creen que sería mejor votar antes de los carajillos y los tegüis?
saludos,
i
Los Estados fabrican armas de guerra con el falso propósito de defender la paz. Y el comercio de armamento, ya lo decía el Concilio, es uno de los mayores escándalos de nuestro mundo, el que produce más muertes, el que más atenta contra la vida. El post suscita algunas preguntas. Son fáciles de responder: ¿quién fabrica esos fusiles? ¿cuántos vende cada trimestre? ¿cuánto cuesta cada uno? ¿hay algún comisionista de por medio?
No olvidemos que la Iglesia Católica participa con sus inversiones en el comercio de armas, e incluso en la fabricación de condones. Y luego discursos sobre la paz, condenas y excomuniones. A orillas del Capital los ricos se mojan los pies.
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