sábado, 27 de febrero de 2010

Crisis pedagógica

Hoy se me ha venido el mundo encima, he sido consciente de mi incompetencia e ineptitud como profesor. ¡Oh, cómo admiro a esos docentes capaces de motivar a sus alumnos! Lo hacen tan fácil que hacen más patente mi propia ineptitud. Cómo motivan a los alumnos, consiguiendo que todos participen en las actividades propuestas, siendo estas además adecuadas a sus necesidades. Cómo logran llegar a todos y cada uno, personalizando su enseñanza. Cómo logran de sus alumnos, hasta de los más pequeños, que capten el misterio que envuelve lo real y penetren la profundidad del pozo interior de cada cuál. Me siento incapaz de motivar ni lo más mínimo y estoy planteándome dimitir como docente porque, yo sólo consigo en ocasiones encontrar la forma adecuada al grupo, las palabras idóneas y los recursos precisos. Me siento frustrado porque ninguno de mis alumnos ha conseguido escuchar una gota de rocío que se desliza por el pétalo de una rosa, ni tampoco ha conseguido ver el sonido de la interioridad, ni ha llegado a interpretar un cuadro de Rouaux, ni tampoco ha llegado a oír el rayo matutino que entra por la ventana y se refleja en los ojos candorosos de un compañero.
Cómo admiro la fuerza pedagógica de la interioridad que pasa por encima de que los alumnos sean más de treinta por aula, que no se arredra ante la expectativa de cinco horas lectivas diarias, que no le amedrantan ni la atención a la diversidad ni la adaptación curricular, ni los proyectos de calidad, ni los padres hipertitulados, ni los alumnos desmotivados, ni las carencias organizativas, y que todos los días comienza la tarea como si de un nuevo y único día se tratara. Estos tales docentes deberían poner todo su saber al alcance de los ineptos que no somos capaces de llegar hasta su altura vocacional, estando a nuestra disposición 24 horas al día. Propongo la creación de un "teléfono de la esperanza pedagógica" para que podamos recurrir a ellos cada vez que nos surjan dudas, cada vez que nos sentimos vencidos por el cansancio, cada vez que la desilusión ahogue nuestros esfuerzos. Con su saber y disposición, seguro que los alumnos llegan a conocerse a sí mismos, que los padres respetan nuestro trabajo y que la administración nos trata como docentes de verdad.


*Dedicado a mis sufridos compañeros del Sagrado Corazón

6 comentarios:

Martín dijo...

Oh, la tarea docente, tan sacrificada y tan desagradecida. Sobre todo para los que hacen de ella una vocación y no un modo de ganarse el pan, aunque también sea legítimo que uno coma de su trabajo. Para esos, que aunque también tengan un sueldo, trabajan en realidad por amor al arte, por amor a Platón y por amor a la verdad, para esos un alumno aprovechado y agradecido vale por todos los desagrecidos. Algo así como el que salva una vida, salva al mundo entero. La tarea docente también resulta un gozo y una delicia.

Anónimo dijo...

La ineptitud precisamente no es lo que ronda a la mayoría de los maestros del Sagrado Corazón, como alumna debo añadir que tal sentimiento de frustración no debería de darse pues nos habéis dado más de lo que podríamos esperar de un colegio.
Quizás sean en estos momentos cuando debería recordaros que hemos intentado agradeceros de alguna manera vuestro trabajo, aunque quizás no hayamos percibido esa gota de rocío que se desliza por una rosa, nos habéis preparado para ver más allá de todo cuanto nos rodea.
Agradecimos a la vez que nos trataseis como iguales, que tuvieseis fe en nuestra capacidad de opinar y pensar. Aunque lo dado por nosotros no halla sido comparable a todo lo recibido.
Muchos estarán de acuerdo conmigo.

Saludos.
Y gracias.

Anónimo dijo...

Gracias Ecke, comentarios como el tuyo nos animan a seguir...

1 marzo 2010

Desiderio dijo...

¡Ánimo Bernardo! ¡Que estos momentos difíciles te (nos) sirvan para crecer! A lo mejor nos los tenemos que tomar como un reto, para afrontar la situación con renovadas fuerzas y renovado espíritu.
Aunque por motivos personales no puedo participar en el blog desde hace varias semanas, que sepas que lo sigo desde la sombra. Espero poder reengancharme en breve.
Un saludo.

Bernardo Pérez Andreo dijo...

Querido Desiderio:
Gracias por tus ánimos. Te echaba de menos en el blog, tus comentarios siempre me espolean.
Un saludo

Anónimo dijo...

Es cierto, que casi nunca o nunca verán los frutos de su trabajo, es cierto que en ocasiones el desánimo invada su labor por Vocación, pero, también es Verdad que han sido una herramienta clave en el proyecto de muchos hombres y mujeres. ¡Ánimo! y que encuentren el pozo de donde beber agua fresca.
MCXS

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