lunes, 17 de mayo de 2010

Descodificar la realidad


Una de las tareas más urgentes hoy día es llevar a cabo un proceso de descodificación de la realidad en la que estamos tan sumergidos que somos incapaces de entenderla. Hemos llegado a creer que el mundo en el que vivimos, es decir, el modo en que se organiza el mundo, es tan natural como el aire que respiramos o que el sol brille cada mañana y no es así. Lo que sí es natural son los procesos por los que la vida crece y se desarrolla, pero la realidad humana es fruto de un conjunto de estructuras sociales, culturales e ideológicas que conforman aquello que somos, hasta el punto que nos identificamos con ello como con nuestro ser más íntimo. Cualquier intento de modificar la realidad social y cultural lleva aparejado un proceso de desvelamiento de aquello que lo organiza y estructura, algo así como una descodificación de las claves que construyen la realidad. Descodificar la realidad es el proceso que nos lleva a comprender nuestro mundo y poder hacer de él una realidad plenamente humana, de lo contrario dejaremos que nos moldee el mundo y nos haga a su imagen y semejanza.


Este mismo proceso de descodificación es el que Jesús llevaba a cabo mediante las parábolas. Las parábolas son los instrumentos "ideológicos" que Jesús utilizaba para contar la realidad de otra manera. Eran instrumentos de cambio de mentalidad o "metanioa" en el lenguaje evangélico, necesarios para poder crear ese otro mundo, el Reino de Dios, que Jesús predicaba y vivía. En todas las parábolas encontramos una visión del mundo transfigurada, con el fin de producir en las mentes de sus oyentes aquella realidad que predicaba. La única manera de construir otra realidad es llegar a pensarla como posible. Si tomamos como ejemplo las cuatro parábolas que se atribuyen al documento Q y que en Mateo y Lucas están seguidas, veremos cómo funciona esta alternativa "ideológica". Nos referimos a las parábolas de la mostaza, la levadura, el tesoro escondido y el mercader de perlas. Las cuatro tienen elementos comunes: 1º. Hay algo extraño en la parábola para los oyentes del siglo I; 2º. El Reino se compara con realidades no habituales; y 3º. La conclusión queda abierta a la decisión, produciendo en el oyente un cambio de mentalidad o "metanoia".

En las cuatro parábolas hay algo extraño: de la mostaza se nos dice que un hombre la plantó en su huerto y se hace un árbol grande capaz de acoger a los pájaros del cielo, siendo la mostaza una semilla impura que no debe plantarse en un huerto y además un arbusto; de la levadura se nos dice que metida en la masa la fermenta, pero es curioso que se utilice algo impuro como la levadura, no olvidemos que es masa podrida, para compararla con el Reino; del tesoro se nos dice que estaba escondido en un campo y que un hombre lo encuentra, lo oculta y compra el campo con el fin de quedárselo legalmente, luego lo que hacía no era legal; y al comerciante se le deja mal, porque extraño comerciante es aquel que vende para comprar y poseer, no para vender y obtener más beneficio.

En las cuatro parábolas, que forman una unidad de tradición en Q, el Reino se compara con algo impuro, extraño a la tradición judía y subversivo para el orden social. El Reino es como una semilla impura que es capaz de acoger a los impuros; el Reino es como la masa podrida que fermenta el cuerpo social; el Reino es como un ladrón que busca en tierra ajena; el Reino es como un mercader que busca la belleza y no la riqueza. Son todas imágenes extrañas que sonarían muy mal a los oídos del siglo I, pero que con el tiempo se han domesticado entre nosotros y han perdido su fuerza revulsiva y convulsiva de la sociedad. Con estas parábolas, con todas al fin, Jesús pretende provocar un cambio de mentalidad y llevar a los oyentes a tomar partido por otro mundo, otra realidad, otra manera de hacer las cosas entre los hombres, en el fondo por el Reino de Dios.
Contar parábolas es imprescindible para descodificar la realidad y poder construir otra alternativa; contar parábolas es otra forma de hacer crítica social.

3 comentarios:

Martín dijo...

Estoy de acuerdo y me parece necesario insistir en que las parábolas, más que remitir a un mundo futuro, orientan a otra manera de entender el presente para que, entendiéndolo de otra manera, podemos tomar otras posturas distintas de las habituales. Las parábolas hablan del más acá y no tanto del más allá. La gran tentación que, a veces, tenemos, es espiritualizarlas o escatologizarlas. Pero la parábola no se entiende hasta que uno no se pregunta cómo repetirla, como contar la propia parábola. Estos textos tuyos son una buena invitación a ampliar las ideas acudiendo a tu libro "Descodificando a Jesús de Nazaret". Gracias.

Bernardo Pérez Andreo dijo...

Sí, Martín, la explicación escatológica depende de la filosofía alemana existencialista del siglo pasado y por tanto responde a una visión muy concreta del mundo. Hoy podemos remitirnos al significado originario que las parábolas tenían en la intención de Jesús en el contexto concreto. Eso les da vida y nos permite vivir un cristianismo más pegado al seguimiento concreto de Jesús.

Desiderio dijo...

“La única manera de construir otra realidad es llegar a pensarla como posible”. Esta frase me parece genial, pero creo que por desgracia está bastante lejos de nuestra mentalidad, no sólo de la mentalidad de los “de arriba” sino, en general, de la mentalidad de todos. ¿Quién realmente quiere cambiar esta sociedad? Los que se aprovechan de ella, obviamente no. Pero de los que no se aprovechan de ella, ¿quién quiere realmente cambiar esta sociedad?, ¿a qué tipo de sociedad aspirarían? Su problema, el problema de estas gentes de base de nuestra sociedad no es que aspiran a otro tipo de sociedad más justa, más equitativa, etc., sino que a lo que aspiran es a que se les solucione su problema (generalmente económico). Si bien este planteamiento es perfectamente legítimo (todo ciudadano de bien quiere trabajar y llegar a final de mes tranquilamente) creo que se encuentra bastante lejos de tu/nuestro enfoque, o del enfoque de Jesucristo. Supongo que de aquí lo necesario de la evangelización, del anuncio de esa nueva forma de vida que libera y vivifica.

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