sábado, 29 de mayo de 2010

Ternura, misericordia y sentido del humor.

Este próximo lunes será la presentación de mi libro sobre Jesús. Aquellos de quienes poseo su correo electrónico lo saben bien porque les he bombardeado con un para de correos para que luego no digan que no lo sabían. El día de mañana podrán decir: "yo estuve allí". No es querer ser pesado, es que miro por ellos. No podría soportar la tabarra de los que no hubieran asistido porque yo no les avisé, así es que a tiempo y a destiempo lo he propagado.
Bromas aparte, he querido utilizar el humor como medio para invitar a todos cuantos conozco de una u otra manera. El humor es una clave importante para comprender el mundo, éste empieza a ir mal cuando no se toman las cosas con un poco de humor. Reírse de todo, hasta de uno mismo, es un síntoma de salud mental y social, síntoma que cada vez se percibe menos en el mundo actual. Nuestra sociedad se está encanallando y eso va dejando menos espacio al humor sano con el que los seres humanos somos capaces de distinguirnos de la mayoría de animales. Este también era un rasgo de Jesús, un rasgo que aparece poco en los evangelios, pero que se asoma por las rendijas dejadas por las suturas de algunos textos. Estoy pensando en su modo de llamar a los discípulos, poniendo motes. Nos han llegado dos: el de Simón y el de los hermanos Zebedeos, Juan y Santigo. A Simón le llamó piedra (Pedro), quizá por el rasgo distintivo de su personalidad: la firmeza y tozudez. El nombre Pedro ha perdido las reminiscencias del significado de piedra, pero hay un tono humorístico en el apelativo cariñoso que Jesús le aplica. De la misma manera, los hijos de Zebedeo son llamados Boanergés, que significa "hijos del trueno", o simplemente "los truenos". Imaginemos la situación: dos hermanos que tienen un ímpetu enorme y siempre están prestos a la acción, incapaces de estar tranquilos y ser pacientes. En lugar de llamarles "hijos de Zebedeo", les llama "hijos del trueno". Si hacemos un ejercicio de reconstrucción de la historia, podríamos imaginar al grupo de discípulos de Jesús riendo mientras se ponen motes. Sé que es una imagen diferente de la que tenemos de Jesús, pero quizás es la más real, la más histórica.
De lo que no hay ninguna duda, porque los evangelios lo proclaman por activa y por pasiva, es de que Jesús actuó con ternura y misericordia, dos rasgos de su personalidad y de su acción que están por doquier. Jesús acogía a todos los excluidos y lo hacía entregando su ser más íntimo, su corazón. Esto mismo es lo que significa "misericordia": dar el corazón. El término griego designa el acto por el que una persona se conmueve desde lo más profundo: se le remueven las entrañas, se dice en castellano. Así era Jesús, un hombre al que se le removían las entrañas cuando estaba ante un ser humano sufriente. Pero el elemento más claro de la acción de Jesús es la ternura. Esta palabra es aplicada por los profetas a la acción de Dios con su pueblo y Jesús personificó en sí mismo esta ternura de Dios para los hombres. La cualidad de la ternura está muy asociada a la acción materna a lo largo de la historia y Jesús es capaz de vivir esa ternura materna hacia los hombres y mujeres que le rodean. Esta ternura que muestra Jesús, enlaza lo que en otros post hemos identificado como la elección por no formar una familia de la sangre. Jesús se muestra como una madre que acoge a cuantos llegan a él, especialmente los más indefensos, y esta cualidad le lleva a crear una familia alternativa donde se subvierten los valores patriarcales y machistas que todas las sociedades, especialmente las imperiales, han vivido.
Ser seguidor de Jesús es experimentar la ternura y la misericordia en medio de un mundo herido y en quiebra, pero hacerlo con humor, porque Dios es amor, pero con humor.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

"...la elección por no formar una familia de la sangre"

No obstante, con la familia (cercana) de sangre suele haber más vinculo, más confianza, más roce que hace el cariño. Pero eso es lo común, lo que todo el mundo hace, intentar llevarse bien con los cercanos, muchos, por el miedo a la soledad.

En realidad, lo que hacía Jesús, es justo lo contrario, intentaba hacer lazos con los desconocidos. Ese sería el verdadero mérito en esta sociedad. ¿Sería lo correcto?

Bernardo Pérez Andreo dijo...

Sería lo correcto, porque se trata de hacer una gran familia de hermanos solidarios, no de la carne, sino del espíritu. La acción de Jesús siempre fue ir abriendo el pueblo de Dios a los otros, a los excluidos y marginados.

Saludos y gracias

Anónimo dijo...

Entonces, si hay algo que nos hace daño, nos duele o nos hiere... ¿Lo correcto también sería poner la otra mejilla como hacía Jesús? ¿O simplemente no hacer caso? En esta época que nos ha tocado vivir, mucha gente solo hace daño para intentar llamar la atención. Si pones la otra mejilla, quizás le estés animando a que lo vuelva a hacer.

Gracias por las respuestas. Saludos.

Bernardo Pérez Andreo dijo...

Lo de poner la otra mejilla es algo que se ha interpretado bastante mal durante mucho tiempo. Sabemos muy bien que eso forma parte de un pensamiento muy extendido en el mundo antiguo: no devolver el mal con otro mal. Es un rasgo de sabiduría no resistirse al mal. Eso no quiere decir que vayas de tonto por la vida. Significa que no debes utilizar las mismas herramientas que los violentos. Gandhi fue uno de los que lo puso en práctica, se llama "no violencia activa", también lo practicó Luther King y, en general, todos los deheredados de la tierra, lo que pasa es que todo tiene un límite y también estos sucumben a la violencia, lo cual no deja de ser un error táctico, porque los poderosos siempre ganan a ese juego.
Gracias por los comentarios

Anónimo dijo...

Entonces... ¿los cristianos solo podremos ganar la batalla en el Reino de Dios? Los cristianos, los humildes, los que entran en el Reino.

Allí los poderosos no tendrán valor alguno, y en cambio los demás sí.

De nada, es un placer.

Bernardo Pérez Andreo dijo...

Claro, el Reino es precisamente este mundo pero al revés: donde los humillados y ofendidos, que diría Dostoievsky, son los propietarios. Jesús le dijo al joven rico que abandonara sus riquezas y éste quedó muy triste porque tenía muchas. Entonces Jesús dijo aquellas famosas palabras sobre la imposibilidad de entrar en el Reino para los ricos, más fácil es que entre un camello por el ojo de una aguja.

Anónimo dijo...

Todo lo que fue dicho por Jesús, concuerda completamente con la situación de ahora. ¿Predecía lo que iba a pasar más adelante o simplemente tenemos el mismo problema que no se ha acabado de solucionar?

Bernardo Pérez Andreo dijo...

Como el problema depende, en último término, del corazón humano y este sigue sin estar sanado por completo, pues seguimos con el mismo problema y las palabras y acciones de Jesús siguen vigentes.

Anónimo dijo...

Muchas gracias por tus respuestas. De momento no tengo más preguntas, pero si tuviese volvería al blog.

Un saludo.

Desiderio dijo...

Bernardo, espero que te vaya bien esta tarde. Muchas gracias por tu contribución a la expansión de esta gran familia espiritual, que es la familia de Jesucristo.
Por cierto, la viñeta está fenomenal.

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