Hay un texto en la página 159 que me ha llamado poderosamente la atención. Dice allí: "Al igual que Bush utilizó el 11 de septiembre y el miedo al terrorismo para justificar gran parte de lo que hizo, el Tesoro, tanto durante el mandato de Bush como durante el de Obama, utilizó el 15 de septiembre -día en que quebró Lehman Brothers- y el temor a otra catástrofe como instrumento para conseguir lo más posible para los bancos y para los banqueros que habían llevado al mundo al borde de la ruina económica". El texto está muy medido, tanto en lo que dice como en lo que oculta u obvia. En lo que dice, porque reconoce el uso del miedo por parte del poder, no olvidemos que estuvo ocho años dentro del mismo, como instrumento para el control social, sea el miedo al terrorismo como el miedo a la quiebra económica; en lo que obvia, porque da por sentado que ese es el modo habitual de actuación del poder; en lo que oculta, porque detrás de la quiebra de Lehman Brothers hubo una estrategia bien planificada para justificar el rescate posterior de AIG, como ya explicamos en su momento y hoy nos da la razón.
Pensándolo bien, las imágenes de los trabajadores de Lehman saliendo a medianoche de sus oficinas con cajas y papeles tenía algún parecido con las machaconas imágenes que nos repitieron hasta en la sopa de las Torres Gemelas derrumbándose. Hay algo obsceno en todo ello, como un intento por ocultar a la vista de todos, como un exceso de exposición pública que no hace sino encubrir el engaño. Como el prestidigitador que efectúa su truco a la vista de todos, precisamente a la vista atenta, demasiado atenta a lo que distrae del verdadero truco. Stiglitz, él y no yo, ha establecido un paralelo entre las dos fechas de septiembre: el 11 de septiembre de 2001 y el 15 de septiembre de 2008. Ambas fechas podrían tomarse como la repetición del mismo acontecimiento, de modo que ya serían historia, según el dictum de Hegel. Pero como diría Marx, la primera vez, como tragedia y la segunda como farsa (¿sangrienta?).
Hasta ahora hemos vivido la crisis como tragedia, con todo el sufrimiento provocado entre los más vulnerables, no sólo de las sociedades ricas, sino principalmente entre los excluidos del mundo. La situación de indigencia absoluta acrecienta el número de los que sufren y la tragedia está cobrando un aspecto descomunal. Está por ver que si pasamos a la repetición de la crisis, ahora ya como farsa, no sabemos si será sangrienta o no. La anterior crisis capitalista fue exactamente así: la primera fase fue una tragedia, pero la farsa posterior fue sangrienta, no olvidemos la Segunda Guerra Mundial.
1 comentario:
En toda esta crisis económica o lo que sea, llama mucho la atención que siempre se salga en ayuda de los bancos, o dicho de otro modo, los gobiernos ayudan al capital. ¿Y los ciudadanos? Los ciudadanos son los que pagan la ayuda de los gobiernos al capital. Y otra cosa: he oído que se han comprado bonos griegos al 70% de su valor. Si la ayuda que ahora le prestan a Grecia va a consisitir en estabilizar el precio de los bonos, ya sabemos la enorma gancia de esos especuladores. Lo que tú dices Bernardo: si somos éticos hay que cambiar el sistema. Pero si lo que somos es especuladores entonces evidentemente no hay que cambiarlo.
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