miércoles, 12 de enero de 2011

Consumir y consumar

El domingo 9 de enero, La 2 de TVE emitió un documental del Canal Arte denominado Comprar, tirar, comprar. Se trata de un análisis y diagnóstico de la sociedad de consumo, de cómo hemos llegado aquí y cuales son las posibilidades de salir de esta situación. Pone en imágenes mucho de lo que en este blog hemos ido criticando y proponiendo. Aunque su duración son 52 minutos, creo que vale la pena ver en imágenes qué está sucediendo realmente en esta sociedad que no se satisface con nada y que acabará, en su locura consumista, consumando el planeta.
Los pilares de la sociedad de consumo son tres: publicidad, obsolescencia programada y crédito. Mediante la publicidad se convence al ciudadana de que necesita un determinado producto y lo necesita ya mismo, sin demoras. La publicidad se convierte así en el engaño por el que un simple mortal acaba creyéndose un dios. El sentido de su vida, su propio ser y todo cuanto hace queda supeditado a la consecución de todo aquello que la publicidad le incita a tener para llegar a ser alguien o algo en esta sociedad. La publicidad es el señuelo y a la vez el disparador de todo lo que en nuestro interior busca un sentido, pero equivocando el objeto de ese sentido. Ahora bien, para que la publicidad tenga efecto real, los productos no pueden durar mucho, deben estar programados para que caduquen en un tiempo determinado o con la insuficiente calidad como para que sea necesario sustituirlos en un plazo breve. Es lo que se llama obsolescencia programada. Todos los productos, aboslutamente todos, están programados para quedar obsoletos al cabo de un tiempo. No se trata de una obsolescencia simplemente física, se rompen y punto, sino que también hay una obsolescencia psicológica: se queda antiguo o desfasado por la aparición de productos más modernos. Esto se ve de forma paradigmática en los cacharros de comunicaciones: móviles, iPod, iPad, iPhone y demás fruslerías por el estilo. El ritmo de rotación no llega a los 12 meses.
Para que la publicidad y la obsolescencia programada puedan resultar rentables es necesario que el consumidor tenga la posibilidad de adquirir tantos productos y para ello está el crédito. El crédito es, en último término, la base del sistema. Si no hubiera crédito la obsolescencia llenaría los basureros una vez, pero los consumidores no podrían adquirir otro trasto nuevo. Si el crédito no se diera con facilidad la publicidad se limitaría a poner los dientes largos, pero el consumidor no compraría y el sistema dejaría de funcionar. El crédito es el engrase que permite a la maquinaria de la sociedad de consumo funcionar.
Estos tres pilares son los que nos han llevado a la situación crítica que vivimos, una situación en la que el ser humano ha sido reducido a un homúnculo que apenas hace algo más que consumir, el homo cosumptor que hemos denominado nosotros. Un ser carente de personalidad y con el único objetivo de obtener el último gadget que la tecnología pone a su alcance. Hemos llenado el planeta de residuos altamente contaminantes, saturando los países empobrecidos con nuestra basura tóxica. Y, por fin, nos hemos endeudado tanto en los últimos 20 años, que el futuro ya ha sido amortizado por la generación presente. Ante esto, el documental propone la Filosofía del Decrecimiento. Se trata de ser sensatos y dejar el mantra capitalista del crecimiento ilimitado y sostenible. En un mundo limitado es imposible un crecimiento ilimitado. Eso sólo lo defienden los locos o los economistas. Lo único viable es el decrecimiento: trabajar menos para comprar menos y tener así más tiempo para ser y no para tener. El error, a mi modo de ver, de este pensamiento es pensar que esto es posible dentro del capitalismo. En tanto el modelo de sociedad sea capitalista será imposible decrecer porque el aumento de la tasa de ganancia es el motor del capitalismo. Si acabamos con este motor hay que acabar con el capitalismo y eso es algo que este va a impedir por todos los medios. Véase lo sucedido en Gran Bretaña: el gobierno actual reconoce su fracaso a la hora de limitar los bonus que cobrar los banqueros. 10.000 millones de euros se han repartido en 2010 los banqueros británicos en sobresueldos, dinero que es de los británicos puesto que los bancos están intervenidos. Sin embargo, el gobierno ha realizado a sangre y fuego todos los recortes sociales y reformas que los capitalistas exigen para seguir aumentando la tasa de ganancia del capital.

Buen provecho.


5 comentarios:

Desiderio dijo...

Me parece muy acertado lo que dices del hombre consumista de hoy. Es cierto, no hacen más que crearnos necesidades, y nosotros entramos a trapo. ¿Quién no conoce a alguien que ha hecho cola —sí, sí, cola— para comprar el último aparato tecnológico su primer día de venta? ¿No es esto demencial?
Hay un tema en el que discrepo contigo, como creo que ya adivinarás. Coincido plenamente con lo de que es necesariamente trabajar menos, para ser más (y no para tener más). De hecho es algo que yo he intentado vivir en mi vida —conmigo mismo— y en mi entorno profesional —con empleados—. Ha habido gente que me ha solicitado trabajar en vacaciones para ganarse un sobresueldo, a lo que yo me he negado, viéndome a menudo en la tesitura de tener que “obligar” a ciertos empleados a que disfrutaran sus vacaciones.
En lo que difiero es en lo que dices en referencia al capitalismo. Si por capitalismo se entiende la pura consecución del beneficio a costa de lo que sea y de quien sea, dando pie a todas las barbaridades que denuncias en el blog, sin duda coincido contigo. Pero el caso es que yo entiendo el capitalismo o el liberalismo como ese ámbito que, si bien permite ese comportamiento atroz, también permite un comportamiento empresarial sano y adecuado. ¿Hasta qué punto es lícito imputar determinadas atrocidades al sistema económico, y no a las personas que lo ejecutan? Desde el momento en que hay personas en ese mundo capitalista que intentan ejercer humanamente su cometido empresarial, a lo mejor no es tan lícito imputar todas las atrocidades al sistema. La verdad es que yo no alcanzo a conocer si el sistema es de por sí perverso o no; sinceramente creo que, ya digo, desde el momento en que el sistema permite la existencia de otro tipo de actividad económica, según la cual se prime a la persona, al empleado, se busque una retribución justa, e incluso un beneficio que luego de algún modo repercuta a la sociedad, yo creo que a lo mejor lo negativo no está tanto en el sistema como en quien actúa en ese sistema. Está en quien busca meramente negocios para enriquecerse, y no empresas mediante las cuales se pueda generar un servicio a la sociedad y a los ciudadanos. Creo que no es cierto, como dices, que las empresas deban cada vez ganar más. Si bien sí que es necesario que obtengan un margen de beneficios para su propia subsistencia, paralelamente se debe buscar una promoción humana e incluso social. Para mí esta es la verdadera empresa.
Y con esto no quiero anular el papel estatal: entiendo que también debe haberlo, un papel que si bien vigile e impida excesos, lo haga de forma que no cohíba ni impida esa iniciativa privada bien entendida, dentro de ese ámbito de libertad en ese marco estatal global. Yo creo que ese ámbito de libertad es básico, aunque no olvidemos —sería utópico— que en ese ámbito sin duda habrá personas que utilicen esa capacidad de maniobra negativamente, e incluso por desgracia será lo más corriente. ¿No ocurrió eso en las mismas primitivas comunidades cristianas, que de algún modo nos sirven de paradigma de lo que ha de ser la vida en comunidad?
En fin, la verdad es que este es un tema muy amplio y complicado, del cual es difícil hacerse eco en unas pocas líneas. En todo caso, gracias por tus reflexiones.

Bernardo Pérez Andreo dijo...

Estimado Desiderio, te agradezco tus reflexiones, en especial esta. Creo que tu forma de pensar es la única que puede hacer del capitalismo, que sigo afirmando que es perverso en sí mismo, tenga un rostro humano.
Los cristianos nos vemos obligados a vivir en medio de este mundo de prevaricación y muerte regido por el capital, pero no pertenecemos a este mundo, como tú muy bien haces en tu propia vida: intentas ser coherente con tu fe y eso te honra. Pero eso no hace que el capitalismo ser mejor, sigue siendo el mal social que nos gobierna. Su lógica interna lleva a la explotación y a la destrucción del planeta, aunque muchos intenten que no sea así.
Sigamos cada uno intentando ser coherentes y vivir la justicia en nuestras vidas.

Anónimo dijo...

Es notable el impacto que este documental ha efectuado en muchos de nosotros. Ataca directamente al corazón del capitalismo y nos avisa de un final de este sistema. Es complejo encontrar otro sistema, visto el fracaso y dureza del comunismo y del socialismo, que sustituya al que tenemos. Sería necesario partir de una reforma en las bases de nuestro pensamiento e ir a una " espiritualización " social con unos valores que estamos perdiendo a pasos agigantados.
Mal futuro auguro, aunque sea pesimista.

Cordiales saludos,

Bernardo Pérez Andreo dijo...

En esas estamos, estimada morgenrot, desde algún tiempo algunos de nosotros. Hay que mostrar que es posible, que es imprescindible salir del capitalismo. Los cristianos tenemos en nuestra tradición un momento que podemos revivir que es el Éxodo: el pueblo esclavo saliendo de la opresión del imperio egipcio. Hoy, el pueblo esclavo debe salir de la opresión del Imperio Global Postmoderno.

Saludo

Anónimo dijo...

La base de todo está en la existencia del dinero, es decir la finanza. Sería necesario eliminarlo y para ello la educación de los niños es básica para cambiar el sistema,una educación donde primen la ética, la responsabilidad, la espiritualidad y el amor. ¿que es eso de empresas que den beneficios,para quien, quién controla que eso repercuta en lo social y no en lo individual. Está clarísimo que si algo mejora lo social, evidentemente, también lo individual.

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