domingo, 2 de enero de 2011

Delenda est Tyrannia

Como propósito de comienzo de año voy a plantear la única de las posibilidades reales que existen hoy como salida a este marasmo social de los tiempos finales de la globalización capitalista postmoderna: la destrucción de todo lo que no sea beneficioso para la humanidad. Como Catón, opportune et importune, dejaré la coletilla constante a todas mis reflexiones: Delenda est..., no Carthago, sino Tyrannia. La tiranía debe ser arrasada, extirpada de la sociedad. La tiranía de los mercaderes que han invadido del sagrado templo de lo humano, su corazón; la tiranía de los medios de comunicación de masas que siguen al pie de la letra la agenda marcada por los poderosos; la tiranía de las relaciones de poder que someten las conciencias; la tiranía del pensamiento único que grita a diario ¡There is no alternatives!; la tiranía de nuestros propios miedos, que permiten que el mal se extienda sin denunciarlo; la tiranía de la especulación social y humana que anda vendiendo a hermano contra hermano y rompiendo las solidaridades más básicas de la sociedad.

Pero la primera y principal tiranía que debe ser destruida es el capitalismo, ese sistema antisocial intrínsecamente perverso, corruptor de los seres humanos y depredador de la Creación de Dios. El capitalismo es el hijo legítimo de la serpiente del Paraíso. Sus palabras, seréis como dioses, inocularon el egoísmo, la avaricia, la envidia y la soberbia en medio de una Creación de la Gracia. El capitalismo, con su motor esencial, la búsqueda del beneficio a toda costa, genera su propia lógica autodestructiva en todo aquello que toca y convierte al ser humano en un individuo depredador y mendaz, capaz de las mayores atrocidades. Es la lógica ilógica capitalista la que nos tiene sumidos en el suicidio colectivo de la humanidad y por ello es lo que debe ser destruido. Para ello cada cual tiene que asumir su papel. Los que puedan denunciar que no dejen de hacerlo pese a los peligros que conlleva; los que puedan resistir al mal que lo hagan, como ejemplo para otros; los que puedan cambiar algo que no dejen de intentarlo. Poco más se puede hacer, las revoluciones no están al alcance de la mano y sólo queda empezar por la metanoia que indica el Evangelio como paso a la creación de otro mundo diferente.

Sería muy positivo que los que creemos en ese otro mundo, los cristianos, fuéramos los primeros en dar ejemplo, empezando por la misma institución. Hay que desacoplar el capitalismo de la Iglesia y para ello hay que renunciar a todo lo que nos haga parecer semejantes en algo a este modelo destructor de la humanidad. El molino satánico que es el capitalismo debería ser el mayor enemigo de los cristianos, y la construcción del Reino de Dios como un lugar donde el ser humano pueda ser hermano de todos y de la naturaleza, la única prioridad en la agenda eclesial. Hay que sustituir las peregrinaciones turísticas por la peregrinación del corazón, en éxodo constante hacia la Tierra Prometida, lejos de la esclavitud de Egipto. Hay que poner a trabajar todos los Talentos eclesiales en pos de lo único importante, porque allí donde está tu corazón está tu tesoro. No se puede servir a Dios y al dinero, es necesario destruir el poder del dinero en nosotros como medio para servir a Dios.

La tiranía de la injusticia debe ser destruida como paso previo a la creación de un mundo fraterno y solidario. Cada uno debe dar los pasos que le corresponden y cada cual cargar con la cruz que le ha tocado. Todos corresponsables, todos comprometidos, sabiendo que Jesús ya venció al Orden injusto del mundo y que el Reino puede ser vivido en medio de las luchas por la justicia y la misericordia. Al fin y al cabo, la única amenaza real que pesa sobre nosotros es la Resurrección.

A Pedro Madrigal de Torres, siempre al tanto.

3 comentarios:

Martín dijo...

Buena manera de empezar el año: creando ambiente. Y buen consejo para los que somos o nos decimos cristianos: predicar con el ejemplo, empezando por la Institución. Yo diría, para ser más concreto, empezando por las instituciones. Porque hemos encontrado un medio sutil para justificar el dinero: lo usamos para la misión. Lo tratamos como medio. El asunto está en si no hay medios que tienen su propia dinámica perversa. Feliz año.

Anónimo dijo...

Las dosis de optimismo son necesarias a principio de año. Otra cosa es la realidad. Desacoplar el capitalismo de la Iglesia. Casi estás proclamando una refundación de la Iglesia. Empezando por los signos: todo el poderío bañado en oro que ha relucido en las celebraciones navideñas desde el Vaticano, sedas brocados de los monseñores, mientras se hablaba de Haití y demás Crucificados de la historia. ¿ A nadie con la crisis que empapa el planeta se le ha ocurrido el efecto contradictorio proyectado entre el mensaje proclamado, y la imagen y el lenguaje no verbal?.Alguien se dió cuenta. En la Misa de Nochebuena un primer plano del niño Jesús en el Vaticano mostraba la imagen de los rayos divinos literalmente clavados en la cabeza del Niño.Una imagen de crueldad espeluznante. Un primer plano que mostraba la contradicción que vive la Iglesia que saetea constantemente el mensaje que nace en Belen con oros y oropeles. En la celebración de Navidad mostraron otra figura del Niño, sin la cabeza aseatada. Un niño desnudo. Como el mensaje de Jesús.Optimismo realista al iniciar una nueva etapa. Empecemos por nosotros. Feliz año Bernardo, y a tus lectores

Bernardo Pérez Andreo dijo...

Esas fueron las cosas que nos alejaron del mensaje. Los símbolos son más importantes que las propias acciones, porque expresan lo que nos une, en este caso separa. No puedo soportar el boato, me repele como el agua al aceite. Mi sensibilidad ha tenido que recubrirse con una capa de escepticismo para poder soportar todo lo que vivimos en nuestras celebraciones.
Estamos llegando a una situación en la que lo imprescindible será cambiarlo todo, todo o nada.
Feliz Año, estimado anónimo.

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