Hay que notar que los evangelios se escriben con posterioridad a los hechos narrados, confundiéndose en ellos dos niveles, los hechos narrados y los hechos vividos por el narrador en el presente. De este modo, el relato de los cerdos que acaban en el mar, refleja una mezcla entre la acción histórica de Jesús relatada por Marcos y la propia vivencia del narrador. Así se explica esta narración. Vamos a descodificarla:
Las tropas romanas utilizaban los cerdos como medio de obtener alimento e ingresos, pero también como forma de someter a la población judía, para la que el cerdo es un animal prohibido. La existencia de los cerdos, que eran portados en los estandartes de las legiones, permitía someter la población y mantener una estructura económica y política de control de las poblaciones. Los habitantes de la zona no podían negarse a colaborar, cualquier disensión era castigada severamente, baste recordar lo que acababan de hacer con Gerasa. La población estaba aterrorizada, poseída por ese espíritu inmundo que es la concepción imperial de la existencia, una mezcla de miedo e inquietud que impide a los pueblos ser ellos mismos. Muchos de los habitantes acabarían perdiendo el control de sus actos y serían considerados endemoniados. La acción de Jesús en la orilla es de expulsión de los demonios que atenazan la región, como confirma el diálogo con el espíritu llamado "Legión". El espíritu le pide que no le expulse de la región y le deje estar en la piara, Jesús se lo concede, pero la piara sale huyendo y cae al mar. Estamos ante una lucha de liberación en la que las tropas romanas se marchan por donde vinieron y se llevan el modo de vida que imponen, la cría de cerdos.
El hombre, una vez liberado del terror a las legiones romanas, quiere seguirle, pero Jesús le pide que lleve el mensaje al resto de esa zona ocupada, la Decápolis. Por el contrario, los porquerizos, asustados previendo lo que el Imperio va a hacer, recuperar la zona, piden a Jesús que se marche, en ellos no ha desaparecido el miedo. El exorcismo de Jesús ha funcionado con una parte de la población, no con toda, pero basta esto para que empiece el Reino de Dios. Estas acciones de Jesús tienen la intención de hacer ver la fuerza con la que le Reino llega y se opone al reino de Satanás. La liberación de los cautivos debe ser, en primer lugar, espiritual, para que pueda extenderse al resto de las dimensiones humanas.
Marcos ha situado en su contexto histórico, levantamiento judío contra los romanos en el 66-70, lo que Jesús hizo en el año 29. La finalidad es idéntica: hacer presente el Reino que llega con poder y supone la reestructuración de un mundo dominado por el terror de los poderosos que oprimen a las naciones. ¡Los cerdos al mar!, podría muy bien ser el precedente de un texto encontrado en Cesarea marítima grabado en piedra, ¡los romanos al mar! y que coincide con todos los anhelos de liberación de los hombres de todos los tiempos que quieren vivir en fraternidad y armonía. En resumen, acabar con el imperio del mal, el mundo diabólico de la opresión, la sociedad satánica del egoísmo, la avaricia y el lucro, e instaurar el Reino de Dios, reino de amor, justicia, misericordia y gozo para los pobres, es decir, para todos.
* En la imagen, el teatro romano de Gerasa, con capacidad para 3.000 espectadores. Esto nos permite suponer que la ciudad llegó a tener 30.000 habitantes helenizados y romanizados, pero la zona circundante estaría compuesto de gentes de diversa procedencia, muchos de ellos semitas.
3 comentarios:
Buena y necesaria descodificación. Muy significativo el paralelismo entre los cerdos al mar y los romanos al mar. Estos textos descodificados muestran su actualidad. Hoy sigue habiendo "romanos", cerdos, miedos, demonios, opresores, poderosos y anhelos de liberación. Lo peor (desde un cierto punto de vista, claro) son los miedos. ¿Cómo librarnos de los miedos?
Claro, Martín, la verdadera liberación no se produce hasta que no nos hemos librado del miedo. Hoy leía con los alumnos el texto de Marcos donde Jesús impelía a sus discípulos a tomar su cruz, es decir, a perder el miedo a las consecuencias de vivir la libertad.
Hubo y hay una teología que ponía el énfasis en la liberación exterior, pero esta sólo es posible si se ha producido la interior.
En el trasfondo de todo miedo se encuentra el miedo esencial: el miedo a la muerte. Miedo a no-ser, o dejar- de- ser. Y ello como consecuendcia del apego a nuestro pequeño ego.Para nadar hay que lanzarse al mar. Al mar de aguas vivas, no a la piscina de aguas acotadas. Y a nadar se aprende nadando, como a morir muriendo. Cada día nacemos, y morimos al atardecer. La misma naturaleza nos lo recuerda. Todos los ciclos en la historia nacen y mueren, como todos los imperios. Dejarlos morir . Mientras mueren ya se ha iniciado un nuevo ciclo. Vida-Muerte, dos caras de la misma moneda. ¡ A todos los imperios como a cada cerdo le llega su San Martín !
Publicar un comentario