lunes, 5 de diciembre de 2011

En mala hora

"Con las nuevas condiciones creadas a la sociedad, en mala hora se ha estructurado un sistema en el que el lucro se considera como el motor esencial del progreso económico, la concurrencia como ley suprema en la economía, la propiedad privada de los medios de producción sin límites y obligaciones sociales que le correspondieran. Este liberalismo sin freno conducía a la dictadura, denunciada justamente por Pío XI como generadora del imperialismo internacional del dinero. Nunca se condenarán bastante semejantes abusos, recordando una vez más solemnemente que la economía se halla al servicio del hombre".
Estas sabias y proféticas palabras fueron escritas por Pablo VI en su encíclica Populorum progressio, número 26. Forman parte de una forma de entender la sociedad por parte de la Iglesia que niega la primacía de lo económico, el lucro como elemento sustancial de la actividad productiva y la irrestricta propiedad privada de los medios de reproducción de la vida. Se trata de una crítica a la esencia del capitalismo y una forma de proponer otro sistema. Entonces se trataba de apostar por un Estado de bienestar que regula las relaciones económicas y por una suerte de semiintervencionismo económico que permite redistribuir la riqueza y controlar los excesos.

Sería bueno que hoy se escuchara una voz semejante por parte de la Iglesia, una voz crítica y radical contra el robo constante de lo que es de todos, pero sobre todo contra las loas constantes al capitalismo neoliberal que nos ha llevado a esta situación. La Iglesia, ya que no la sociedad, debe levantar la voz contra el afán de lucro a toda costa, porque yerra el sentido de la existencia del hombre; contra la reducción utilitarista de la Creación y la mercantilización del ser humano, negadores ambos de la sacralidad de lo creado por Dios. La Iglesia debería levantar su voz junto con los críticos del sistema y convertirse en un paria más del sistema. Desde ahí debería proponer la lógica del don frente a la del beneficio y el ser frente al tener. Sin embargo no es así. Vemos con dolor extremo cómo la Iglesia calla ante este latrocinio lacerante, ante la imposición del modelo ultraliberal. Vemos, incluso, cómo desde medios que se llaman afines se cantan las loas de estas políticas y vemos, casi con lágrimas, cómo se legitima la codicia disfrazada de economía.

¿Desde cuándo la Iglesia no es el lugar de vivir la utopía del Reino, la justicia entre los hombres y la existencia como el don del amor de Dios para todos? ¿Desde cuándo somos la legitimación del poder y la justificación de sus desmanes?
En mala hora hemos llegado a ser esto.

1 comentario:

alberto dijo...

suscribo todas sus afirmaciones como si fueran mías. Estoy plenamente convencida de que todo partido político actual es sumiso servidor de una economía de mercado desenfrenada que nos esta llevando a la deshumanización , a una gravísima insensibilidad social.
He de felicitarle por su blog, por sus "raras" ideas en tiempos de una malnombrada "crisis económica", que, antes bien es crisis social, manifestación del cáncer social que estamos viviendo: la codicia ilimitada.

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