miércoles, 23 de diciembre de 2015

Más que unas elecciones generales

Corre por ahí un chascarrillo que viene a decir algo así que si votar sirviera para cambiar la sociedad estaría prohibido. La verdad es que no puedo estar de acuerdo con la expresión, pero sí creo que hay algo de verdad en ella. Si lo pensamos detenidamente veremos que el proceso electoral en las democracias representativas suele estar sesgado desde el mismo comienzo. Es bien sabido que el sistema español fue organizado para que la UCD tuviera una sobrerrepresentación en las circunscripciones pequeñas y para que el PCE no alcanzara en el Congreso la misma representación que en la calle. Fue magistral: ley D'Hont más circunscripciones pequeñas donde se elige a dos o tres candidatos. En ellas un partido, como es el PP, tiene una sobrevaloración de sus votos. En la noche electoral pudimos ver que al PP un escaño le cuesta la mitad que a Podemos y el 10% que a IU. Es un sistema electoral sesgado hacia los dos partidos que sean mayoritarios en la circunscripción. Por eso, los nacionalistas salen tan bien parados. Pero, también produce que muchos votos no estén representados. Por ejemplo, el Partido animalista obtuvo más de 200 mil votos y ningún diputado, porque son votos repartidos por toda España. Sería justo que esos votos se representaran, pues hay un sentir en la sociedad que debe reflejarse en la Cámara de repersentación.

Sin embargo, el problema mayor no es este, aún siendo muy importante. El mayor problema de esta democracia es que hay un grupo de presión muy fuerte y con muchos medios que consigue que sus intereses sean siempre tenidos en cuenta, a pesar de no ser muchos numéricamente. Los que tienen el poder económico financian a aquellos partidos que quieren que luego les representen: PP, PSOE, CIU antiguamente, PNV y alguno más. En la carrera electoral, estos partidos salen con varios metros de ventaja respecto al resto. Y, claro, llegan antes. Lo justo es que ninguno tuviera más financiación que aquella que sea capaz de producir él mismo entre sus simpatizantes. Como ha hecho Podemos, que se ha financiado exclusivamente con microcréditos y ha gastado unos dos millones de euros, un 10% de lo que gasta el PP, la mitad que el PSOE y la cuarta parte que Ciudadanos. Lo mejor de todo es que no se han endeudado con los bancos y eso les permite tener las manos libres. El resto depende de los bancos para sus campañas y ya se sabe que luego eso se paga, sea con intereses, en el mejor de los casos, o con otras prebendas menos confesables.

Tras las elecciones, los medios han dejado claro que hay muchas presiones desde la banca y las grandes empresas para que haya un gran pacto a dos o a tres para dar estabilidad al país. Quieren un pacto que dé el gobierno al PP para seguir aplicando las políticas impuestas desde Bruselas. Sabemos también que la UE y Alemania presionan para ello, pero lo hacen con mucho sigilo, como en campaña, que no dieron su apoyo a Rajoy más allá del puro formalismo. Mario Draghi está esperando a ver qué pasa. Si el gobierno que salga no es de su gusto, cortará el grifo de la financiación y dejará de regar España con los miles de millones que Rajoy ha utilizado para endeudarnos el doble que ya estábamos. Si eso sucede, si se corta la financiación, la prima de riesgo subirá a niveles imposibles de financiar y España quebrará ante el peso de una deuda imposible. PP y PSOE lo saben y por eso es muy posible que pacten. Ciudadanos no quiere quedarse fuera y ya se ha ofrecido para maquillar el pacto. 

Si vemos esta situación con la mirada de la ciencia política, estamos ante un tiempo apasionante. De un lado tenemos un bipartidismo tradicional que sobrevive gracias al voto de los mayores de 65 años y unos partidos recientes que tienen su caladero de votos entre los jóvenes. Esto nos dice que es cuestión de tiempo que los viejos partidos sean sustituidos por los nuevos. Si sigue la progresión actual, Podemos será en 10 años el partido hegemónico en España y PP y PSOE serán residuales, es cuestión de biología. Pero, además, tenemos que el único partido que está leyendo los signos de los tiempos correctamente es Podemos. Desde la misma noche electoral marcó la política a seguir y el resto sólo puede ser comparsa. El discurso de Pablo Iglesias identificó lo que sucede: estamos ante un cambio de época y ahora hay que pactar los cambios estructurales del modelo de país. Mientras, el PSOE sólo sabía decir que el PP debía intentar formar gobierno y el PP que lo intentará. Ciudadanos tiene dos discursos: el primero es el del cambio de época, sustituido inmediatamente por el segundo: el de la gobernabilidad. IU va a ser absorbida por Podemos y los nacionalistas ya tienen sustituto, pues Podemos ha marcado la pauta y ha vencido a los nacionalistas en sus feudos, cosa que no ha sido bien valorada por los medios. Es la primera vez que un discurso español integrados vence a los nacionalismos y marca el futuro.

Si amamos a España como una realidad concreta, el único discurso que permite su existencia es el de la plurinacionalidad. Que respeta la unidad y a la vez la diversidad. Creo que esto es el futuro, o no habrá futuro para España. Estas elecciones han sido más que unas elecciones generales, han sido la primera vuelta de unas elecciones constituyentes. Tanto si vuelve a haber elecciones en breve, como si las hay en los próximos años, serán elecciones constituyentes.

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