Crédito Rodrigo Paredes
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La crisis energética que se avecina dejará en mantillas la
sanitaria. Hace unas semanas pudimos ver que en el mercado de futuros de
commodities, el petróleo West Texas, que marca el precio de referencia en
América, se vendía a precios negativos. Es decir, el vendedor pagaba para que
se llevaran su petróleo. Hay que precisar que en el mercado de futuros, el
vendedor no es el productor, ningún productor pagaría para que se llevaran su
petróleo, simplemente dejaría de producir. El vendedor en estos mercados
es un intermediario que compró con precios de hace tres o seis meses y ahora
tiene un stock al que debe dar salida para poder seguir con el negocio, de ahí
que pague por sacar su petróleo de sus almacenes, para dejar hueco a otro
petróleo con el que poder obtener beneficios. Además, el tiempo que el petróleo
puede estar almacenado no supera los seis meses sin que pierda propiedades, lo
cual devalúa el producto, por lo que el mercado del petróleo debe ser dinámico,
según se extrae se debe procesar, vender y consumir, con una cadencia de unos
seis meses como máximo. Esto nos lleva a que la producción de petróleo tiene
unos condicionantes que la limitan.
Las limitaciones en la producción tienen que ver con dos
factores principalmente: el coste de extracción y la «madurez» del campo
petrolífero. Un campo maduro es aquel del que se ha extraído la mitad de su
capacidad máxima productiva. Cuando la producción de un campo empieza a decaer
es necesario inyectar gas o agua con el fin de aumentar la presión y que el petróleo
siga fluyendo. Si se diera el caso de cesar la extracción, el campo en cuestión
se perdería totalmente, pues el flujo se solidifica y el campo se sella. Es
decir, cuando un campo llega a su madurez, más o menos a la mitad de su vida
útil (así están ya el 80% de los campos petrolíferos), la extracción no puede
pararse o se perdería el campo al completo. Este es el motivo por el que la
mayoría de campos petrolíferos tienen poca elasticidad extractiva, pueden
aumentar o disminuir en un porcentaje escaso la producción. La excepción está
en los campos de Texas y de Oriente Medio, pues son campos de muy fácil
extracción y tienen una elasticidad mayor. Sin embargo, aquí entra el otro
factor: el coste de extracción.
Los precios del petróleo crudo están claramente por debajo
del coste de extracción en el caso de petróleo de roca, extraído por fracking,
las arenas bituminosas de Canadá o la franja del Orinoco. Son petróleos caros
de extraer y que su rentabilidad, como el caso del fracking y las arenas bituminosas,
lleva dos años en pérdidas. Esta situación es claramente insostenible y las
empresas que están en la extracción están a punto de la quiebra. Si no lo han
hecho todavía es por la apuesta pública por estos sucedáneos del petróleo, con
menos calidad y versatilidad. En el caso del West Texas y del petróleo de
Arabia Saudí se dan dos situaciones diferentes. En el primero, existe una
multitud de pequeñas empresas productoras que no pueden soportar los bajos
precios durante mucho tiempo. Pero, el caso saudí, es el de una empresa estatal
que puede flexibilizar la producción. De hecho, Arabia Saudí es el único país
productor que tiene la posibilidad real de influir en la oferta de petróleo
crudo.
Si tenemos en cuenta estos factores y los distintos tipos de
líquidos del petróleo que se producen, con sus diversas calidades y la
posibilidad de refinado de cada uno, la perspectiva a corto plazo es la
destrucción de una parte considerable de la oferta. En primer lugar, los
líquidos poco flexibles: el petróleo de roca solo permite refinar gasolina; el
del Orinoco tiene una alta concentración de azufre y requiere costosos procesos
de refinado, lo que le permite una Tasa
de Retorno Energético muy baja (TRE es la energía neta que deja un líquido
concreto del petróleo). En el caso de las arenas bituminosas tenemos una TRE
baja y una rentabilidad negativa por debajo de los 70 dólares el barril y
llevamos dos años que no supera los 50, siendo hoy del entorno de 27 dólares.
Por lo tanto, y paradójicamente, en un contexto de recesión económica que
disminuye el consumo de petróleo, lo que vamos a observar pronto es una escasez
global del oro negro. La destrucción de la oferta no podrá ser recuperada a
medio plazo y si lo hace será a costes tan altos que el precio del líquido vital
de la economía lo hará casi prohibitivo. Al parecer de algunos, esto será un
acicate para la implementación de nuevas energías y el despegue definitivo de
las energías verdes. Sin embargo, hay que tener presente que el petróleo crudo,
como el Texas o el de Oriente Medio, tiene una densidad energética que está muy
por encima de cualquier otra energía. Se calcula que en los 158 litros del
barril de petróleo hay concentrados 45 años del trabajo de un ser humano.
Medido en trabajo humano, no hay ninguna otra energía que se acerque ni al 10%
de la que aporta el crudo, sin contar que para producir y transportar las otras
energías es necesario el petróleo que mueve la industria y los transportes.
El petróleo como tal no se va a acabar. La cantidad de
reservas es enorme. Pero, una cosa son las reservas y otra distinta los
recursos. Las reservas son la cantidad de petróleo que la Tierra ha producido
en los últimos 200 millones de años. Es una cantidad enorme, aunque finita. Sin
embargo, los recursos, es decir, la cantidad disponible con TRE positiva, por
tanto con un aporte de energía neta, son una ínfima parte de las reservas. Y,
la cantidad de petróleo a precios asequibles para mover la economía, es menor
aún. Estamos llegando al fin de la era del petróleo barato y esto va a ser peor
que la crisis sanitaria, porque no estamos preparados para una economía no
especulativa que tiende al crecimiento infinito. Si fuéramos sensatos, los límites del
crecimiento deberían estar en las posibilidades del planeta y las necesidades
reales de la humanidad, no en las creadas por el sistema de consumo. Como, ni
somos sensatos, ni estamos preparados, veremos los límites físicos del planeta
en la indisponibilidad de energía. Al no aceptar el decrecimiento como única
opción racional, deberemos decrecer forzados. Se avecinan guerras por los
recursos escasos y un auge del autoritarismo para lograr el control social ante
las graves consecuencias que se esperan.
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