lunes, 8 de junio de 2009

¡Hemos ganado!

Hoy es el día de las victorias, así en plural. Todos los partidos han vencido en estas elecciones. Unos porque han obtenido más votos y escaños; otros porque no perdieron lo que se suponía que perderían; algunos más porque aumentaron en algo el número de votos respecto a las últimas elecciones; y el resto porque dado el bipartidismo imperante está bien lo que ha salido. En fin, que el que no se consuela es porque no quiere, pero yo quiero hacer una reflexión desde lo que es la esencia de la política en el verdadero sentido de la palabra. En primer lugar quiero dejar claro que el verdadero vencedor es la abstención: 18 millones de españoles, contra 15, no fueron a votar y decidieron quedarse en casa. Se puede argumentar el manual al uso: que si son indiferentes, que el que calla otorga, que no se pueden quejar... pero la realidad es que la mayoría no quiso votar. Si se aplicara la ley D'Hont, la abstención hubiera obtenido 28 escaños, el PP 11, PSOE 9 y dos para algún minoritario. Serían 28 escaños sin ocupar que darían la medida de esta democracia.
También podríamos hacer algún que otro experimento, como el de abrir las listas y que los electos lo sean por voto expreso de los votantes. Una experiencia parecida a las listas del Senado, donde hemos de marcar a aquellos candidatos que preferimos. Sería más representativo y los políticos deberían su escaño, no al dirigente de turno y a sus dádivas, sino a los ciudadanos ante los que responde directamente. Pero creo que nos tienen por menores de edad; quizás piensen que podemos confundirnos a la hora de elegir y se nos evita el mal posible. Imaginemos qué pasaría si fueran los ciudadanos los que decidieran los presupuestos, las inversiones, los impuestos... probablemente se impondrían cuestiones tan racionales como la progresividad impositiva real, el gasto en cosas esenciales como sanidad y educación, y las inversiones necesarias para prevenir el cambio climático, que nos atenaza, y hacer de este mundo un lugar más habitable. Quizás, si los ciudadanos tuvieran en sus manos las decisiones, viviríamos en un mundo con menos injusticia y con más solidaridad, no lo sé. Sí tengo claro que entonces sí podríamos hacer política de verdad y nuestra democracia no sería una pantomima, sino una democracia "radical", como dice Chantal Mouffe.
Ayer pudimos ver cómo el consenso se extiende en esta representatividad mediada: la señorita Pajín felicitando al vencedor de las elecciones como medio de hacer legítimos los resultados. Es una retórica que se repite desde el comienzo de la democracia en España: el perdedor reconoce la victoria de su oponente y entonces sale el vencedor a recoger sus resultados. Es como si la victoria estuviera en el aire y dependiera del consenso preestablecido. En el fondo, no sabemos qué legitimidad tienen las elecciones, es una cuestión de "reconocimiento". La verdadera democracia implica antagonismo, y este hace tiempo que se perdió, desde el mismo momento que se decidió eliminar la posibilidad real del cambio de modelo. Democracia es lo que los legisladores deciden, no lo que el pueblo pueda en un momento dado elegir, como hemos visto en los últimos años en España: no todas las opciones son permitidas, incluso alguna lo fue in extremis. Después de criminalizar la lista en cuestión y de negar sus derechos democráticos, el Constitucional tuvo que decir lo evidente, no se puede ilegalizar una lista porque seis personas que formaron parte de una lista ilegalizada avalaron la candidatura. Por la misma regla de tres, si esas seis personas avalaran a alguno de los partidos mayoritarios, estos deberían ser ilegalizados. Lo que digo, que democracia sí, pero para algunos en algún momento y en algunas cuestiones.

3 comentarios:

M. Gelabert dijo...

Ya me gustaría a mi que se pudiera poner una cruz no solo en la casilla de la Iglesia católica, sino en la casilla de gastos militares, educativos y sanitarios. Por lo demás, un poco más de democracia representativa sí que sería posible. En Suiza cada vez que los ciudadanos van a votar a los políticos, votan muchas otras cosas locales, cantonales y nacionales. Por poner un ejemplo que está en el candelero: se podría preguntar a los ciudadanos qué opinan del proyecto gubernamental de ley del aborto. Digo más: actualmente es posible que los ciudadanos españoles promuevan una votación popular sobre algún tema, pero para ello se requiere recoger muchas firmas. Hay resquicios que pueden aprovecharse. Sería bueno empezar a hacer alguna prueba.

Anónimo dijo...

uno de los resultados más alarmentes de estos comicios es la llegada de la extrema derecha al parlamento europeo. El discurso xenofobo, con carta de ciudadanía . Y su ascensión en un pais como Holanda pionero en tolerancia social- y religiosa-.. Y es que cuando aumenta el número de espectadores- o abstencionistas- surge de la cueva el fantasma de la intolerancia. No es ninguna tontería poder ir a votar en un día soleado y dominguero. No es tontería cuidar esta imperfecta y fragil democracia. No olvidemos de donde venimos, o los intolerantes y xenófobos a golpe de voto y bota, nos lo recordarán. Ya ocupan asiento en el parlamento europeo. Un escalofrío debiera recorrer en Europa. Hiela hasta el aliento. ¡ Felicidades demócratas!

Bernardo Pérez Andreo dijo...

Entiendo, Anónimo, que el miedo a la extrema derecha es utilizado para mantener prietas las filas de esta pseudodemocracia. Comparto contigo el miedo a que esas mentes asesinas de siempre se hagan un hueco, pero así es como nos quieren meter en el redil. En Francia, hace unos años, la ciudadanía tuvo que elegir a alguien malo para evitar lo peor: los fascistas. Si lo vemos con perspectiva, fue el principio del fin de toda posibilidad de cambio real allí. Entonces llegó el pseudofascista Sarkosy, con sus métodos totalitarios. Ahora ya puede hacerse poco. Aquí en España se utilizó el miedo a los militares, después del 23F todo el sistema quedó reconducido hacia una democracia formal.
Creo que debemos ir a votar, pero con la posibilidad, como decían en Argentina, de botarlos.
Saludos cordiales y gracias por el comentario

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