martes, 23 de junio de 2009

La era de las "consecuencias"

Ahora sí que podemos afirmar que el petróleo abundante y barato ha llegado a su fin y con él el mundo fraguado en los últimos ochenta años. Así lo afirma el informe que Colin Campbell, presidente de ASPO (Asociación para el Estudio del Cenit del Petróleo y del Gas) y ex geólogo de BP y Texaco, ha publicado recientemente. En él se nos dice que Julio de 2008 fue el momento de mayor extracción de petróleo de toda la historia y a partir de ahí ha comenzado un declive que puede ser más o menos rápido pero que tendrá como resultado el final de un modo de vida basado en la utilización de la energía fósil que la tierra tardó millones de años en producir y ofrecer como valioso regalo. Pensemos que gran parte de todo lo que utilizamos está producido o tiene como fundamento necesario el petróleo. La sacarina, los medicamentos, los fertilizantes o los pesticidas tienen en el petróleo un componente esencial, sin el cual sería imposible su producción en masa, y nosotros nos dedicamos a quemar el 95% de la extracción de tan preciado líquido.
En Julio de 2008 se produjo un total de 85.6 millones de barriles de líquidos combustibles diarios. En esta cantidad se incluyen tanto el petróleo convencional, el gas natural, las arenas bituminosas y los agrocombustibles, estos cada vez más presentes para mal de los hambrientos del mundo. Desde esa fecha el ritmo de extracción del petróleo convencional ha disminuido, pero su falta está siendo suplida con el aumento de extracción de arenas bituminosas y agrocombustibles. Las primeras son una solución a corto plazo, porque sus existencias son escasas, caras y muy contaminantes. Para extraer un barril de 159 litros de petróleo normal se requieren dos toneladas de arenas bituminosas, la energía equivalente de medio barril y la contaminación de mil litros de agua dulce. La utilización de estas arenas sólo es rentable a partir de 100 dólares por barril, por menos no es viable su extracción. Pero los agrocombustibles no andan mejor. De 245 kilogramos de maíz se pueden obtener 50 litros de gasolina. Calcúlese la cantidad de niños que podrían comer con eso y los kilómetros que puede recorrer un coche.
El declive de la producción de combustibles fósiles y la imposibilidad de su sustitución por otros líquidos combustibles, provocará la reducción considerable del PIB mundial, que está en relación directa con la disponibilidad de combustible barato y abundante. Todos los estudios económicos así lo demuestran. Basta considerar que esos 50 litros de los que hablábamos equivalen en energía al trabajo realizado por mil obreros; si multiplicamos mil obreros por los 14.000 millones de litros, la cifra asusta. Sencillamente: no podemos sustituir esa cantidad de energía rápida por otra en breve tiempo. Lo adecuado hubiera sido la adaptación del sistema productivo en los últimos cuarenta años a la contingencia actual. Desde 1958 en que Hubbert realizara sus predicciones de disminución de la producción, la tecnología podría haber intentado adaptar los instrumentos a otras energías, pero lo que recibió aquel geólogo que trabajaba para Texaco fue la carta de despido. Sus vaticinios se cumplieron con un error de tres años, él predijo que en 1970 se llegaría al pico de extracción en USA y se llegó en 1973. De la misma forma, el pico de extracción mundial fue predicho para 2000 y ha llegado en 2008, pero ha llegado y ya no hay solución posible. El escenario mundial es realmente preocupante: disminución de la producción mundial; carrera feroz por extraer lo que haya en zonas polares con la subsiguiente destrucción del medio natural; incremento del gasto militar y de los conflictos por el control de las reservas que queden, como en Irak, Irán o Azerbayán; reducción de los alimentos por el incremento de la producción de agrocombustibles y consiguiente aumento de las hambrunas, las migraciones, los conflictos sociales.
No, no es halagüeño el futuro, pero es el que hay, éste es el mundo que nos ha tocado vivir y no podemos esconder la cabeza debajo del ala. Nosotros lo hemos creado, somos responsables o culpables de cómo funciona y nosotros debemos cambiarlo. Lamento mucho decir que ya de nada sirve ni el consumo responsable, ni la utilización de productos verdes, ni la reducción del consumo, ni el respeto con el medio ambiente. Ahora se trata de todo o nada, o hay una catarsis colectiva, una metanoia global, o la era de las consecuencias se impondrá dolorosamente.

2 comentarios:

Desiderio dijo...

Sí que es verdad que dependemos para cualquier cosa del indispensable petróleo. Hasta para la cosa más tonta se necesita. Y creo que está en la cabeza de todos qué pasará cuándo se acaben las reservas, hecho que de una manera u otra vemos cercano. A lo mejor aparecen nuevas bolsas en distintas partes del mundo: no sé, al verle los cuernos al toro supongo que se multiplicarán los esfuerzos para buscar nuevos yacimientos. Y por otro lado, me extraña que las grandes compañías petrolíferas no estén trabajando ya en otro sentido, en otra alternativa. Me cuesta creer que se resignen a perder su situación y su poder por el hecho de que se agote el oro negro: no sé ni cómo ni qué, pero seguro que algo están investigando, y no ahora sino desde hace varios años. Desde luego, si llega el momento en que nos quedamos sin petróleo y no hay alternativa, a parte de la violencia que comentas para controlar los últimos restos, nuestra sociedad tendrá un giro muy importante. ¿Hacia dónde? El tiempo lo dirá, pero no serán días fáciles.

Bernardo Pérez Andreo dijo...

El problema, estimado Desidero, es estructural: no hay suficientes reservas para reponer los campos petrolíferos que se agotan y el consumo es exagerado. Se trata del modelo capitalista de producción que exige un aumento constante de la riqueza para revalorizar el capital ya existente. La única forma de conseguir esto es con combustible líquido, pero este ha empezado a declinar. Si no se puede asegurar una producción ascendete, aunque sea mínima, el sistema se hunde. Da lo mismo que se encuentren sustitutos, nunca podrán conseguir reemplazar lo que se ha tenido los últimos ochenta años. El modelo se hunde, gracias a Dios, y eso nos hará recapacitar.
Gracias por tus comentarios

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