jueves, 9 de diciembre de 2010

Cristianesimo e nichilismo

Vincenzo Vitiello publicó un artículo en Daimon con el programático título de Religione e nichilismo. Para el italiano, la esencia de la religión, en último término, es ser un nihilismo en el sentido nietzzcsheano más puro: negar cualquier ser o mundo "verdadero" como única forma de establecer un ser en devenir que se construye en el que el hombre pueda ser algo más que una mera marioneta en manos de un fatum o dios caprichoso. En el Crepúsculo de los ídolos nos explica la conversión del supuesto mundo verdadero en una fábula, una fábula cargada de intereses políticos, decimos nosotros y de la que Heidegger sacó todas las consecuencias: si el alemán rechaza la idea de verdad como objetividad es, por encima de todo, por una cuestión política. Si el ser verdadero estuviera dado de una vez por todas y no quedara más remedio de adecuarse a él (adaequatio) entonces quedaría cercenada nuestra existencia de sujetos libres y capaces de construirse, estaríamos sometidos al totalitarismo más absoluto, sea en el sentido platónico, sea en el hitleriano. Un concepto objetivo de verdad y por tanto de ser, nos lleva irremediablemente al totalitarismo político, pero también a la negación de aquello que la religión propone para el ser humano: la libertad. Si yo debo ser aquello objetivo que se me impone, no puedo ejercer ningún tipo de libertad, debo ser aquello que soy por "naturaleza".
Quien sacó las conclusiones más exactas de esta forma de pensar objetivista fue Calvino. Para él, el hombre no es libre, puesto que Dios es omnisciente y omnipotente. Si Dios sabe todo y por tanto todo lo que tú haces y harás, entonces tú no actúas libremente sino cumpliendo los designios de esa inmensa sabiduría. Pero esto es Calvino, el Cristianismo no puede aceptar que el hombre no es libre porque cargaría en el debe de Dios la cuestión del mal. El Cristianismo afirma la libertad del hombre para ser lo que es eligiéndose a sí mismo y esto sólo puede afirmarse, por paradójico que parezca, negando la existencia de un orden objetivo de la Verdad.
La Verdad, el Mundo, el Ser, son, en todo caso, el marco referencial de toda experiencia posible, la luz que permite que veamos y nos veamos, la estructura informe que posibilita toda forma.

Acababa el artículo Vitiello, artículo que expuso en público ante un auditorio abarrotado y expectante, transformando la conjunción coputaliva, e, en cópula identificativa, é. En italiano es un juego de palabras hermoso que en castellano se pierde: religione e nichilismo; religione é nichilismo. Religión y nihilismo; religión es nihilismo. Esto mismo es lo que viene a corroborar Gianni Vattimo en su último libro, Adiós a la verdad. Para Vattimo, el nihilismo es la versión postmoderna del cristianismo, porque el cristianismo no es un religión del orden natural, sino contra un supuesto orden natural que impide la experiencia de la Caridad. Jesús, dice el italiano, vino a destruir el "orden natural" en nombre de la Caridad. Amar a tu enemigo es lo menos "natural" que existe. El orden natural se basa en una supuesta realidad objetiva de la Verdad, verdad que debe ser conocida, asumida y vivida. Sin embargo, el cristianismo vive del orden de la Caridad, es decir, de la Gracia, y ese orden es puro don, entrega, kénosis y, al final, extrema libertad. El cristianismo vive la verdad en el Amor y no el amor en la Verdad. Así lo afirma Efesios 4, 15: veritas in caritate, justo lo opuesto de caritas in veritate. No se trata de vivir el amor en la verdad, eso nos mantendría dentro de un supuesto "orden natural" ajeno al verdadero cristianismo, sino de que la verdad se vive y es en el amor, en la caridad, en la gracia. Dicho en otros términos, para el cristianismo la verdad es el Amor porque Dios es Amor. No hay un orden natural al que ajustarse sino que el único orden es el del puro don y entrega gratuitos que nos lleva a la kénosis absoluta del ser. Desde aquí se puede construir otra metafísica, la ciencia del no-ser o meontología, única ciencia verdaderamente cristiana, la ciencia de la cruz.

3 comentarios:

Martín dijo...

Interesante reflexión. ¿Jesús viene a destruir el orden natural o viene a recordarnos dónde está nuestra verdadera naturaleza? ¿El amor al enemigo es contrario a la naturaleza o es el recordatorio de algo que también dice la ciencia y la sociología, a saber, que la capacidad de ceder, un mínimo de consenso y entendimiento es necesario para mantener la paz? Dicho de otro modo, el odio absoluto nos lleva a la destrucción total, del que odia y del odiado. Y eso sin entrar ahora en la ley natural, de la que tan celosa se muestra la Iglesia. Por otra parte, lo propio de los humanos, ¿no es luchar contra lo natural, contra las catástrofes naturales, contra las enfermedades, o por tantas cosas que culturalmente han parecido tan naturales como la esclavitud? Eso de lo natural merece una buena reflexión, empezando por la propia cuestión de vocabulario. Saludos y gracias por estas reflexiones.

Desiderio dijo...

Coincido totalmente en la manera en que salvas los comentarios que nos explicas de Heidegger y de Calvino. La verdad no es objetiva en el sentido de que son una relación de afirmaciones y ya está, y esto es lo que hay. La verdad, la Verdad, es objetiva pero como ámbito, como marco de referencia. Y así se salvaguarda la libertad del hombre, no sólo en cuanto a su aceptación o rechazo de ese ámbito, sino en su incursión en él. Y respecto a lo del orden natural me surge una duda. Efectivamente, entiendo que ese dejarse llevar por lo natural (odiar a tu enemigo, por ejemplo) no es el mensaje de Cristo, y que en ese sentido el cristiano debe ir contra ese 'orden natural'. La pregunta es: ¿le corresponde a la naturaleza humana, a ese ser humano profundo y auténtico, ese orden natural que comentamos, o bien le corresponde elevarse sobre ese orden natural para actuar conforme a ese orden, digamos, antinatural, o mejor, sobrenatural? ¿Se hace violencia el ser humano actuando distintamente al orden natural?

Anónimo dijo...

Quizá ir haciendo presente el Reino pasa por trans-figurar la naturaleza, lo natural.Trans-natural, que "traspasa" lo natural,- no lo sobrenaturaliza, no lo destruye y por decirlo con lenguaje actual transforma su frecuencia vibracional.
Cristo Transfigurado en el Tabor transfiguró la naturaleza humana de Pedro Santiago y Juan en el Tabor.Transfiguró su nivel de conciencia respecto a Quién era, y la relación de sus discípulos con Él. Porque la relación natural transfigurada, transfigura a quienes interrelacionan en ella. Transfigurar la naturaleza, evita sobrenaturalizar la naturaleza,y evita desastrosos y falsos espiritualismos, fugas mundi y viajes a ninguna parte.
Lo cristiano es ese plus que transfigura la naturaleza, la persona el cosmos. Mirada transfigurada, tras-pasada de Otro.

Gracias Bernardo por este espacio de reflexión en libertad, tan necesario en tiempos de "pensamiento único".
Gaudete

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