lunes, 2 de mayo de 2011

Hacia una nueva Edad Media

Si yo creyera en las casualidades estaría ahora mismo absorto ante la que acabo de vivir. El sábado terminaba de leer el inquietante libro de José David Sacristán de Lama, La próxima Edad Media, Bellaterra, Barcelona 2008, cuando me llega la noticia de la muerte de Sabato. Entonces me sumerjo en los dos libros últimos que he leído y que ayer glosé y me encuentro la afirmación de que la Modernidad, como purga por sus exceso, acabará irremediablemente en una nueva Edad Media, una época de purificación y de búsqueda de la verdad. Esta tesis la atribuye a Berdiaev y él se la apropia. Sacristán de Lama no sólo sostiene la misma tesis sino que la justifica de manera precisa con datos y reflexiones que no dejan lugar al optimismo infantil que ha invadido las conciencias descarriadas de los habitantes del occidente moribundo, donde la esperanza ha sido sustituida por la ilusión. Estos ilusos no quieren ver, y esa será la causa real de sus destrucción, que el modelo social que hemos permitido y que sufrimos en nuestras carnes mientras arrebatamos las suyas a las víctimas del resto del planeta, no es viable de ninguna de las maneras. Que un planeta finito no puede albergar un sistema económico que tiene su motor en la producción aumentada de lucro, de beneficio, en el aumento incesante de la Tasa de ganancia del capital.

La obra de José David es necesariamente breve; 172 páginas son suficientes, mayor cantidad de medicina podría tener el efecto contrario al pretendido, aunque es seguro que el autor no coincida con la farmacéutica comparación. Estas breves páginas, cuya lectura resulta tan amena como los tres libros del mismo autor que he tenido la oportunidad de leer, están equilibradamente estructuradas en tres partes diferentes. En primer lugar se nos pone ante la vista qué es lo que perderemos cuando la Edad Media se cierna sobre nuestro mundo: la civilización, esa prótesis que amplia las capacidades humanas y que le permite al hombre ser lo que es. El proceso de aprendizaje generó la cultura y ésta la civilización. Por medio de esta prótesis, de este fenotipo extendido de la Humanidad (Dawkins), el hombre ha evitado volver al estado básico de primate. Por medio de la civilización se conservan y transmiten los modos de estar en el mundo, los conocimientos y los avances tecnológicos. Pero la vida civilizada es una construcción frágil que necesita de cuidados y mimos, aunque los grupos humanos producen cultura como las abejas miel, esa cultura requiere de una ordenación jurídica, social, incluso moral, para persistir. El ser humano, dice el autor, pervivirá, la civilización es lo que está en riesgo.

La segunda parte es precisamente, la explicación del Medievo que se acerca. Pero primero define lo que entiende por Edad Media: "un tiempo de desintegración en el que se pierden o se ven seriamente mermados los recursos de la civilización y en el que la sociedad afectada sufre la privación de sus efectos beneficiosos". Con esta definición analiza la caída de Súmer, de los Mayas y del Imperio Romano, cuya caída es el paradigma de Edad Media. Todas ellas cayeron porque se extralimitaron, porque sobreexplotaron el territorio y los recursos disponibles y porque la bomba malthusiana se cumple irremisiblemente. Sin embargo, la civilización occidental no tendría porqué llegar al extremo de su defenestración si la razón se impusiera como moderación y renuncia a tenerlo todo y tenerlo ya. Por eso, la condición necesaria para salvar el núcleo valioso de la civilización en estos momentos, nos dice Sacristán de Lama, es la autoinmolación de la civilización occidental, para que la civilización abandone su vieja carcasa occidental y pueda seguir siendo esa gran prótesis que permite a los ser humanos serlo en toda su extensión.

Esta reflexión escatológica da paso a la tercera parte, Renacimiento. Empieza afirmando una esperanza que mana de la misma realidad natural: la civilización no es un punto de llegada del hombre sino la consecuencia necesaria del comportamiento del animal humano, que es social y cultural, como las abejas producen miel, decíamos arriba. Esto nos permite creer que el hombre, allá donde se encuentre, creará civilización. El problema estriba en que la civilización occidental ha desarrollado al máximo las capacidades tecnocientíficas sin una contraposición ética, moral o de sentido común. Su última fase, el neoliberalismo imperante, al que nadie, dice José David, llama por su nombre, capitalismo puro y simple, no puede frenar porque si cambia de modelo desaparece y, paradoja feliz del autor, desaparecerá por no cambiar. Esta es la contradicción máxima. Para salir de esta situación que nos lleva hacia otra Edad Media, hemos de cambiar el capitalismo, pero este no se dejará cambiar y por eso desaparecerá, pero llevándose consigo la vida civilizada del planeta. De ahí que no haya otra posibilidad que pasar por una Edad Media donde la civilización quede diezmada y un resto, como en el Antiguo Testamento haga resurgir la humanidad.

Me ha resultado muy hermoso leer las páginas donde cita el autor a Teilhard de Chardin, al que aprecio y sigo, pero mucho más me ha impresionado el hecho de que el autor realice una secularización de los valores cristianos, a veces en su propia contra. Creo que la teoría del resto que salvará a la civilización está ahí, pero no se la denomina así. Es cierto que a Chardin se lo cita como una posibilidad de vuelta al mito, quizás como un autoengaño de la humanidad, pero también es cierto que sin una fe decidida, la humanidad no saldrá de esta hora. Creo que saldremos de esta en la medida en que el proceso evolutivo no es accidental, como afirma el autor en la página 29: "la razón nos dice que el ser humano no es una meta prefijada, sino el fruto accidental del ciego flujo de la materia, en unas condiciones favorables, hacia la complejidad". Creo que esta argumentación no deja de ser paradójica, en el fondo es idéntica a las argumentaciones metafísicas dualistas que niegan que el hombre sea reductible a la naturaleza. Su procedencia sería extrínseca al proceso evolutivo. Afirmar la accidentalidad es participar de la extrinsicidad del ser humano respecto al mundo. Creo que un evolucionista debe afirmar la procedencia del hombre de la naturaleza y, por tanto, la necesidad de su existencia fáctica. Es decir, en cualesquiera condiciones, el Universo habría parido al ser humano, porque está en su ADN, podría decir Teilhard de Chardin. Si la evolución volviera a producirse, el ser humano volvería a existir. Curiosamente, esto es lo que dice Sacristán de Lama respecto a la producción de cultura por parte del ser humano, como las abejas producen miel. Es un proceso necesario y natural. Lo que es contingente es el cómo, no el qué.

Un magnífico libro, tan necesario como inquietante. José David Sacristán de Lama nos regala en esta obra el fruto maduro de su erudición y de su experiencia. Una obra, La Próxima Edad Media, que debería ser texto obligado para todos los que se dejen llevar por las veleidades de la política partidista, a ver si alguno toma la decisión correcta. En todo caso, el texto es fundamental para hacer reflexionar y para empezar a ver el camino de salida, el éxodo del capitalismo occidental moribundo.

1 comentario:

Martín dijo...

Pues esperemos que esta cultura que siempre resurge, y que volverá a aparecer después de la nada a la que nos conduce la mentalidad capitalista, sea una cultura nueva y distinta de la medieval y de la moderna, de la antigua y de la postmoderna, aunque siempre hay mucho que recoger de todas ellas. De todos modos lo veo difícil porque, se llame como se llame, hay un pecado original que nunca nos abandona.

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