miércoles, 12 de febrero de 2014

2014, toca crisis.

Recurrencia de las crisis
La recurrencia de las crisis en el capitalismo está bastante estudiada, hasta el punto que muchos afirman que el capitalismo es un sistema basado en las crisis: crisis de sobreproducción, crisis de inflación, crisis financieras, crisis bursátiles... En fin, que la crisis es el motor del mismo sistema, es su normalidad, no la excepción. Incluso, entre los modernos liberales, neo, ultra o tertio liberales, se asume que la crisis es un proceso de purga, de depuración de las ineficiencias que el propio capitalismo va generando, especialmente las que tienen que ver con la injerencia de los malvados Estados y sus corruptos funcionarios, verdaderos responsables, en último término, según ellos, de los males del sistema capitalista. Cuando las bolsas quiebran el problema, nos inculcan, son las regulaciones financieras; cuando las economías se hunden, la causa, insisten, es el intervencionismo estatal; cuando las empresas cierran, la culpa la tienen los sindicatos y su corporativismo atávico. El sistema capitalista nunca es el responsable, nunca tiene la culpa, nunca es el problema. Porque el capitalismo es el modelo natural de desarrollo de la economía y su funcionamiento debe estar por encima de cualquier otra consideración.


El pasado 8 de febrero, gracias a la invitación de Juan José Gómez, responsable de Manos Unidas en Cehegín, pude participar en la campaña de este año que lleva por lema "Un mundo nuevo, proyecto común". Mi intervención se centró en proponer ese mundo nuevo desde el análisis que Francisco ha realizado en Evangelii Gaudium, prestando especial atención a su crítica al sistema capitalista a y algunas pistas de salida del modelo imperante. Sin embargo, es necesario hacer comprender a todo el mundo que lo que sucede no es fruto de la falta de ética de algunos gestores de la economía, o de la ausencia de caridad en muchos políticos. No, el verdadero responsable de lo que sucede es el modelo imperante que obliga a todos, mejores o peores, a aceptar las reglas del juego, reglas que implican el egoísmo y la avaricia como motores de la economía. Esto nos ha traído hasta aquí y solo un cambio radical, una transformación absoluta, una metanoia, nos puede sacar de esta situación. 

Por muchas clases de ética que demos en las business school, los gestores del capitalismo seguirán aplicando principios de optimización del lucro, dejando de lado criterios de respeto por el medio ambiente o preocupación por las personas que no estén directamente implicadas en el proceso de producción y distribución de la riqueza, los pobres. Vivimos en un sistema radicalmente injusto y moralmente deleznable que nos empuja a todos a comportarnos como egoístas racionales que buscan su propio interés, y no como hermanos que miran antes por el bien común que por el propio. Por eso, nos dice Francisco, la crisis no es financiera o económica, es una crisis antropológica, que hunde sus raíces en cómo se obliga a los seres humanos a comportarse. Nada cambiará si no acabamos con un sistema económico que mata, según Francisco, con un modelo social y económico que no puede ser llamado sino killer kapitalismus.

Pues bien, aceptamos a los liberales actuales que las crisis forman parte sustancial del capitalismo, que son el motor que le permite impulsarse cada vez que se llega a un límite del sistema productivo y de consumo. Llega un momento que hay que destruir capital instalado y generar nuevo capital, de esta manera el capitalismo, como el Ave Fénix, renace de sus propias cenizas, en una sistemática destrucción creadora. Pero no tienen en cuenta nuestros amigos liberales, que las crisis no pasan en balde. Cada crisis acerca al capitalismo a su juicio definitivo, pues el planeta es finito, como lo es la paciencia de los pobres. Llegará un momento en el que el mal no pueda seguir generándose y los tontos dejan de soportarlo. En una pequeña sinopsis de las crisis del capitalismo desde la del 29, vemos cómo se ha repitiendo un patrón: cada vez que se desregula se eleva la potencia de la crisis siguiente y se acorta el plazo de su reiteración. Tras la regulación de Breton Woods, hubo que esperar a los 70, con el gran robo de Nixon y la crisis subsiguiente del petróleo, para ver los límites del crecimiento capitalista. USA había estado imprimiendo dólares falsos para financiar sus guerras, Corea y Vietnam, y Francia y Reino Unido le exigían cambiar sus dólares por oro, como Breton Woods había acordado (35 dólares la onza). Pero Nixon, el 15 de agosto del 71 separó el dólar del oro y dejó fluctuar libremente la moneda, cometiendo así el mayor default de la historia y un robo descarado.

Para resolver esta crisis grave de deuda (se había generado más dinero del que la economía real permitía), empiezan a aplicarse las políticas llamadas neoliberales impulsadas por Freedman y su banda del Mont Pelerin. Estas llevaron a lo que se conoce como el Big bang day, el 27 de octubre de 1986, cuando por orden de Thacther se unificaron los mercados financieros y se desreguló su actividad. Solo un año después llegó la primera crisis bursátil y tras ella el resto: 1987. 1993, 2000 y 2007. Cada 7 años una crisis, como en el sueño del Faraón. Pues bien, estamos en 2014 y este año toca. Posiblemente tras el verano, como el resto. Esta vez será la crisis de deuda soberana, pues los Estados han asumido las deudas privadas socializando las pérdidas del capitalismo y privatizando los beneficios de los países.

Desde 2007, la llamada crisis subprime, el capital financiero se ha multiplicado por 10, la deuda de los Estados se ha triplicado o cuadruplicado y la especulación ha alcanzado cotas increíbles. Como en 2007, hoy nos dicen que no, que eso no puede pasar, como tampoco sucedió entonces, imagino. La crisis de deuda, según me alcanza el entendimiento, debería ser la última, pues ya no hay nada más con lo que especular, a menos que se pueda especular con la misma especulación, pero esto ya se ha hecho apostando dinero a que tu propia empresa va a quebrar. Vivimos en un sistema económico de locos que es incapaz de asegurar la vida en el planeta por más de 20 años. Espero que saquemos las conclusiones de todo esto, de lo contrario...

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