martes, 5 de noviembre de 2024

Una DANA sobre nuestras almas

 

Las terribles imágenes que hemos visto en el desastre natural de Valencia a finales de octubre han tenido el efecto contrario al que se necesitaría en estas circunstancias críticas de nuestra sociedad. En lugar de unirnos como pueblo, como nación, nos han dividido aún más. Esta crisis social ha llegado en un momento de máxima polarización, donde cada grupo solo piensa en qué rédito político o mediático puede obtener de cualquier evento, sea de la naturaleza que sea. Pero, especialmente los negacionistas del Cambio climático y los suscritos a teorías de la conspiración, hacen su agosto en redes sociales y pseudo medios de comunicación. No estamos aprovechando las circunstancias para hacer un análisis sereno de hacia dónde nos dirigimos como país, de cuáles son los riesgos reales de la crisis climática en la que estamos inmersos.

Los más tibios del amplio grupo de negacionistas nos dicen que esto que ha sucedido es lo mismo de siempre, aunque más fuerte; que es la “gota fría” que siempre ha asolado las zonas limítrofes del Mediterráneo. Los menos cuerdos recurren a supuestos sistemas del globalismo para modificar el clima. En realidad, unos y otros, lo que manifiestan es una clara disociación entre los datos constatados y las causas de esos datos. Es como si hubiéramos vuelto a los tiempos en los que no se tenían recursos científicos para conocer los hechos y los atribuyeran a diosecillos malignos que pueblan el mundo. Antes le llamaban demonio, hoy élites globalistas. Pero es exactamente el mismo procedimiento mental: atribuir a causas ficticias los efectos reales constatados.

No. El problema está en que, efectivamente, estos hechos son las consecuencias evidentes de un cambio del clima que teníamos en los últimos 20.000 años al menos. Antes se producía en el Mediterráneo la conocida “gota fría”, causada por un Anticiclón que penetraba en la Península Ibérica y se instalaba a gran altura sobre el mar aún cálido. La diferencia de temperatura producía lluvias intensas y persistentes en los puntos donde quedaba estacionario el Anticiclón. Así ha sido hasta los años noventa del siglo pasado. Pero, a principios de este siglo se produjo un evento que no pasó desapercibido por los científicos: la corriente de Chorro Polar que circunda el Ártico se rompió y comenzó a generar patrones más parecidos a eses alrededor del Círculo Polar, en lugar de una corriente coherente casi circular. De algunas de estas vaguadas de la Corriente Polar muy fría se desgaja una masa de aire muy frió, produciendo lo que ahora llamamos DANA, Depresión Aislada en Niveles Altos. Se trata de una masa de aire que no debería descolgarse hacia el sur, pero que por efecto del Calentamiento global de la atmósfera, paradójicamente, se produce al enfriarse rápidamente el aire por el deshielo repentino del Ártico. Esta masa de aire muy frío se sitúa en el Mediterráneo, que tiene temperaturas superficiales tres y cinco grados superiores a la media (en julio estaba el mar en frente de Valencia a 30 grados, 3 por encima de la media). El choque de temperaturas produce lo que se conoce como “tren de tormentas” y puede descargar cantidades ingentes de agua en puntos concretos, produciendo la devastación que hemos visto.

Por tanto, este evento es un índice de la crisis climática en la que estamos inmersos a causa del aumento de emisiones de dióxido de carbono y metano producidos por el modelo productivista y consumista del neoliberalismo global. Sabiendo esto, deberíamos poner en funcionamiento medidas paliativas a todos los niveles, tanto el económico como el político. Pero, sobre todo, deberíamos evitar que la DANA meteorológica acabe arrastrando junto a las vidas de muchas personas, las almas de todo un pueblo, embrutecidas por la información falsa y las explicaciones simplistas de eventos que nos superan como especie.

miércoles, 22 de mayo de 2024

La guerra del fin de la globalización postmoderna

 

Estamos asistiendo a las guerras del fin de la globalización postmoderna, aquella impulsada por los intereses anglosajones en el mundo. Hasta no hace mucho, el dominio mundial correspondía a las estructuras de poder que Estados Unidos heredó de su imperio hermano, el inglés, tras la Segunda Guerra Mundial (SGM). Aquella guerra pasó el testigo del dominio marítimo mundial desde el ámbito netamente Británico al estadounidense, compartiendo ambas potencias su control sobre los territorios que se asomaban a sus costas. Esto lo hicieron siguiendo la doctrina de Mackinder llamada "Heartland". Una potencia marítima, para poder controlar el mundo, debe rodear y, en lo posible, controlar el "área pivote" del mundo, el corazón del planeta geográficamente que es el cento de Asia. Para ello, primero ha de controlar los mares y después establecer una zona de colchón que presione ese pivote. De este modo, Gran Bretaña, a lo largo del siglo XIX estableció puntos de control y dominio que cercaran el heartland global, aunque lo hizo de manera imperfecta, por lo que su dominio no pasó de ser meramente marítimo. 

El área pivote es muy importante porque congrega la mayor cantidad de recursos conocida, ya en el siglo XIX, y más aún hoy. Esa área, que coincide casi completamente con lo que hoy es Rusia, cuenta con entre el 25% y el 50% de los recursos energéticos y estratégicos mundiales y no es posible sostener un imperio marítimo como el de Estados Unidos sin controlar esos recursos, de ahí que tras la SGM el impulso fue, de un lado evitar que Estados Unidos quedara reducido a ser "una isla frente a las costas de Asia" (Mickinder dixit) y, de otro, rodear con ejércitos propios, o arrendados, a Rusia, entonces la Unión Soviética. La política "inteligente" en congruencia de la teoría del heartaland, fue impedir que la URSS y China tuvieran intereses comunes, esto propició la apertura de China en los años 90 a la globalización capitalista, convirtiéndose en la fábrica del imperio americano y sirviendo, durante dos décadas a sus intereses, lo que ayudó también a la caída de la URSS y al proyecto de desmembramiento del heartland. Este proyecto salió bien hasta 2014. El imperio anglosajón consiguió cercar el área pivote mediante guerras proxy, revoluciones de colores y golpes de estado. 

Si hacemos una somera enumeración tenemos la integración en la OTAN de los antiguos miembros del Pacto de Varsovia hasta hacer frontera con Rusia y su aliada Bielorrusia: los bálticos, Polonia y ahora Finlandia y Suecia. En el flanco sur consiguió poner de su lado a Turkía durante varias décadas, influir en Georgia hasta provocar una intervención Rusa, el conflico de Armenia y Azarbaian, la reorientación de los estados musulmanes exsoviéticos, la invasión de Irak y Afganistán con el corolario de la guerra en Siria mediante el proxy anglosajón, el Estado Islámico. Esta guerra en Siria fue el detonante para que Rusia decidiera que era hora de intervernir para impedir quedar rodeada, porque la caída del régimen sirio supondría poner en jaque el difícil equilibrio de poder en Turkía, que podía caer, por simpatía, en una inestabilidad donde los hijos de Clinton (de ambos esposos), podrían tomar el poder y ser un ariete defintivo en el flanco sur ruso. Rusia frenó al Estado Islámico, proxy anglosajón, y arruinó los planes imperiales.

La política de cercamiento de Rusia, imprescindible para el sostenimiento de un imperio marítimo con escasos recursos (escasos para seguir siendo un imperio) tenía como guinda del pastel a Ucrania. Desde la disolución de la URSS, fue intervenida por agencias estadounidenses que sentaron allí sus reales. Un país dividido casi por la mitad geográfica y poblacional entre rusos étnicos y ucranianos, era una pieza fácil de cobrar, solo había que azuzar las diferencias y esperar que dieran fruto. Victoria Nuland fue la ejecutora del plan: financió a los grupos nazis para que pusieran fuerza en las calles, sobornó a cuantos fue necesario y financió (cinco mil millones dice que le costó el asunto) a los que propugnaban una Ucrania "limpia". Esto condujo al golpe de estado del Maidán, en 2014 y la subsiguiente guerra del Dombás, donde Rusia intervino para impedir la masacre de la etnia rusa mayoritaria en la zona. Además, Rusia se anexionó Crimea, zona vital para controlar el Mar Negro y cabeza de puente para una invasión a Rusia (ya hubo una guerra de Crimea que Gran Bretaña perdió), ante lo que Ucrania no pudo hacer nada porque entonces no contaba con un ejército suficiente para responder a Rusia. 

La guerra del Dombás pronto se convirtió en una guerra de trincheras. Ucrania creó una línea defensiva desde Bajmut, pasando por Avdeevka y llegando a Ugledar, que ponía un límite a las milicias del Dombás apoyadas por Rusia. Era imposible que una de las dos partes venciera y se llegó a los acuerdos de Minsk (I y II) en 2015. Estos acuerdos establecían que el Dombás seguiría siendo territorio ucraniano, pero con una gran autonomía, respetando su lengua y cultura. Los acuerdo fueron firmados, además de Ucrania y Rusia, por Francia y Alemania. Pero la parte occidental nunca los cumplió y hasta 2022 la guerra siguió de manera más o menos latente, con bombardeos sistemáticos sobre la población de Donets desde la cercana Avdeevka, una fortaleza ucraniana a diez kilómetros de la capital del Dombás. 

Cuando Rusia invadió Ucrania el 24 de febrero de 2022, hacía meses que venía pidiendo a la OTAN que desistiera de integrar a Ucrania en la organización. La seguridad internacional es indivisible y nadie puede aumentar su seguridad, como argumentaba la OTAN, a costa de la seguridad de otro actor geopolítico, en este caso Rusia. Pero nadie hizo caso y siguió con los planes de integración de Ucrania en la Alianza. Esto supone una amenza existencial para Rusia. Si Ucrania entra en la OTAN, Rusia estaría atada de pies y manos, porque se activaría el artículo 5 en caso de invasión. Y Rusia tendría motivos para invadir si Ucrania despliega en su territorio misiles estratágicos con carga nuclear o implanta cazas de combate con capacidad nuclear. La seguridad mundial en materia nuclear se basa en la DMA (Destrucción Mutua Asegurada) que fue lo que impidió que durante la guerra fría alguien tuviera la intención de lanzar un ataque nuclear, la destrucción hubiera sido mutua y no hay vencedores. Digamos que no había incentivos para iniciar una guerra nuclear. Pero, con misiles nucleares dispuestos en el Dnieper el tiempo necesario de respuesta de Rusia sería superior al del lanzamiento de estos misiles y Rusia habría perdido la guerra aún antes de iniciarla. Sencillamente: Rusia no puede permitir que se instalen misiles nucleares tan cerca de su territorio, es cuestión de supervivencia como estado independiente. Precisamente, era esto lo que propugnaba el thing tank estadounidense Rank Corporation en un informe de 2019: "Estresar y desequilibrar a Rusia: Evaluación del impacto de las opciones que le impondrían costes". El informe puede leerse en línea (lo he descargado aquí) y no deja lugar a dudas. Este grupo semiestatal estadounidense, en 2019, propugnaba dos escenarios plausibles para "estresar y desequilibrar" a Rusia. El primero era que Ucrania entrara en la OTAN, con lo que Rusia estaría vencida a medio plazo; el otro, que Rusia invadiera Ucrania, plan que considera el informe el óptimo, porque conseguirían aislar y desengrar a Rusia en una guerra larga de desgaste, lo que llevaría a la caída de Putin y al desmembramiento de Rusia, pudiendo acceder así a sus inmesos recursos.

Este plan venía gestándose desde 2004, cuando Nuland consiguió poner en el poder de Ucrania a un antirruso y comenzar con la política de desrusificación de Ucrania. Y se confirmó en abril de 2022 cuando impúdicamente, tanto Merkel como Holand reconocieron en público que los acuerdos de Minsk fueron una estrategia para ganar tiempo y crear en Ucrania un ejército capaz de hacer frente a Rusia. Lo que se ha visto comprobado con los hechos. Lo que no acaba de comprenderse en la posición de la Unión Europea, ya sin Gran Bretaña. Sus intereses objetivos no coinciden con los anglosajones en este conflicto. Más allá de la retórica propagandista, Rusia no ha tenido ni tiene intención de invadir Europa, tampoco podría hacerlo militarmente. Al contrario, en 2004 solicitó formalmente Putin la integración de Rusia en la OTAN, de modo que se pudiera crear un espacio europeo de seguridad común. Tras la negativa y la ampliación de la OTAN, Rusia advirtió de que esa política desestabilizaba Europa, pero siguió con los proyectos comunes con Alemania para seguir suministrando recursos energéticos a bajo precio, lo que ha permitido a Alemania ser la potencia económico hegemónica de la UE. No se entiende que Alemania se haya dejado arrastar a este despropósito que está destruyendo su capacidad industrial y la está reduciendo a un mero títere de los intereses anglosajoneg (tragándose el sapo de la destrucción por parte de Gran Bretaña del gaseoducto que le aportaba el gas barato ruso). Estos intereses sí pasan, siguiendo la doctrina del heartland, por aislar a Rusia y dividir a la Europa continental, único modo en el que un imperio marítimo reducido a una isla como Gran Bretaña puede subsistir. El interés de Gran Bretaña siempre ha sido dividir a Europa y lo están logrando. Hemos pasado de eje París-Berlín al eje Londrés-Varsovia-Kiev para dirigir Europa. El suicidio de la Unión Europea está servido, es solo cuestión de tiempo que pase a ser un apéndice de Gran Bretaña o un territorio yermo entre el imperio anglosajón y Rusia.

Estados Unidos ha conseguido que sea la Unión Europea quien sostenga esta guerra contra Rusia, mientras prepara su guerra contra China, verdadero objetivo de este conflicto. China es la retaguardia estratégica de Rusia, si cae China cae Rusia y viceversa. Por eso, la "inteligente" política estadounidense de las décadas precedentes ha sido sustituida por una confrontación directa que ha unido a China y Rusia en una alianza que está gestando una nueva geopolítica multipolar, con los BRICS con medio para extender un modo de relaciones internacionales ajeno a los intereses del imperio anglosajón. Están creando una zona económica propia que respeta los intereses de las partes y que resulta ganadora para todos los partipantes. Mientras que Estados Unidos se empeña en mantener bajo su dominio a todos cuantos pueda por los medios habituales: presiones, golpes de estado, magnicidios y el resto del manual de intervención. Xi Yinping dijo en el útimo Congreso del Partido Comunista Chino que en 2027 China estará preparada para la guerra, pues necesita incrementar sus capacidades armementísticas para hacer frente a la OTAN del Pacífico, el AUKUS (organización supuestamente defensiva integrada por Australia, Reino Unido y Estados Unidos, a la que se sumen Japón, Korea del Sur y Filipinas, de momento) una organización que establece un cierre frente a las costas de China con la intención de contenerla dentro de la doctrina del heartland. Lo que no tenemos muy claro es si a Estados Unidos se le va a atragantar esta contienda, por eso quiere dejar el trabajo contra Rusia a la Unión Europea.

No sabemos cómo acabará esto, pero sí tenemos claro dos cosas: 1, si Rusia pierde la guerra, la perdemos todos, pues su doctrina nuclear dicta que se usarán las armas estratégicas en caso de peligro de desaparición de Rusia y es un peligro cierto si Rusia sufre una derrota estratégica en Ucrania. Y 2, se está creando un nuevo mundo que supone el declive imparable de la globalización neoliberal postmoderna que es el modo del imperio anglosajón en el siglo XXI.

martes, 12 de marzo de 2024

La Tercera Guerra Mundial... A cachitos

 


El Papa Francisco dijo antes de comenzar la guerra en Ukrania que estamos ante un Guerra Mundial a pedacitos. Esta frase se está viendo confirmada día a día y el Papa aparece como una de las personas mejor informada de este planeta. Cuando nadie hablaba de Guerra Mundial, él ya nos alertó del proceso que desembocará, irremediablemente, en una Tercera Guerra Mundial total. No puedo olvidar las palabras que Cristina Inogés nos comentó en una conferencia que impartió en el Instituto Teológico de Murcia OFM el 6 de febrero de este año. Nos compartió que en el Sínodo, en el que participaba como “madre sinodal” con voz y voto por designación expresa del Papa, se encontró una mañana con Francisco que salía de Santa Marta y él le pidió que le acompañara en el camino al Aula Pablo VI. En el camino le manifestó su honda preocupación por la situación de Gaza, que apenas había comenzado, con la que estaba en contacto por medio de la parroquia que allí existe y le dijo estas dolorosas palabras: “¡qué tremendo es saber que vivimos en un mundo que se hace pedazos!”.

Efectivamente, vivimos en un mundo que se hace pedazos porque las élites que lo han gobernado hasta ahora no quieren perder su poder y sus privilegios y han decidido que ante el horror que les supone perder estos privilegios es preferible destruirlo. O el mundo es suyo o no será de nadie. Esta es la realidad en la que vivimos y de la que los cristianos debemos hacernos cargo. Cuanto antes lo asumamos, antes comenzaremos a intervenir de parte de la paz y de la justicia, pero sobre todo, dando ejemplo de compasión y misericordia, como nuestro Señor hizo en su vida, asumiendo la cruz en la que debía ser clavado para la salvación del mundo. Nosotros, los cristianos, hemos de cargar cada día con esa cruz y ser testigos del amor infinito de Dios que no se ahorró a sí mismo el sufrimiento, sino que lo asumió como único medio para que la salvación llegue a todos, culpables o inocentes, porque en realidad “no saben lo que hacen”. Si supieran lo que hacen comprenderían que la negación de uno mismo es el único medio para vivir en un mundo verdaderamente humano, un mundo de hermanos que se reconocen como tales por ser hijos del mismo Dios.

La Tercera Guerra Mundial ya está aquí, asistimos a sus pródromos, pero ellos nos llevan inexorablemente a una conflagración mundial de la que no saldremos bien parados a  menos que tomemos con decisión el camino de la paz, la reconciliación y el perdón. Es casi seguro que llegarán días en los que, si tomamos este camino de paz los cristianos, seremos perseguidos, pero entonces estemos alegres porque nuestra recompensa solo puede ser el Cielo, como Él nos prometió.

 

jueves, 11 de enero de 2024

La solución final

 

En enero de 1942, la Alemania nazi tomó una decisión sobre la población judía que se conoce como la “Solución final”. Esta “solución” supuso la decisión del exterminio sistemático de toda la población judía que estuviera al alcance del Tercer Reich. Es muy difícil poder entender qué pasaba por la cabeza de los prebostes del régimen nazi para tomar tan bárbara decisión. Algunos argumentan atribuyendo causas patológicas, otros lo hacen desde una perspectiva materialista, pues la población judía era un recurso para trabajo forzado y fuente de riquezas que venían bien a la guerra de conquista nazi. Pero, sea cual sea la causa, lo que está claro es la barbarie que supuso tal decisión que no solo afectó a los que exterminó, sino que tuvo efectos duraderos en los que milagrosamente salvaron la vida.

El 7 de octubre de 2023,  Hamas tomó una decisión (que casi podríamos llamar “Solución final”) de atacar a los ciudadanos de Israel que encontrara y secuestrar cuantos pudiera. Esta decisión bárbara fue tomada tras más de cincuenta años de ocupación por parte del estado de Israel de la tierra que el pueblo palestino posee desde hace siglos, una tierra que le es reconocida por la ONU y cuyas resoluciones han sido sistemáticamente incumplidas por el estado de Israel. Sin embargo, y aunque todo pueblo ocupado tiene derecho a la resistencia, nada legitima a Hamas para asesinar a 1200 israelíes y secuestrar a más de 200. Se trata de un acto terrorista que debe ser perseguido y enjuiciados sus causantes, materiales o intelectuales.

El mismo 7 de octubre de 2023, el estado de Israel también tomó su “Solución final” sobre el pueblo palestino. El gobierno de Natanyahu decidió invadir la franja de Gaza, bombardear a su población y expulsarlos del territorio que habitan desde hace siglos. No se trata de una guerra contra el terrorismo, como aducen, puesto que el estado de Israel no reconoce a Palestina como estado y la guerra solo se puede producir entre estados, se trata de un acto de venganza sistemática para expulsar a los palestinos que viven en Gaza con bombardeos sobre la población civil y las infraestructuras que permiten la vida en el territorio: hospitales, escuelas, centros de atención de ONGs, etc. En cuatro meses de bombardeos, el gobierno de Netanyahu reconoce haber “eliminado” a 2000 “terroristas”, para ello ha tenido que asesinar a 30.000 palestinos, la mitad niños, y dejar enterrados bajo los escombros a otros tantos que será imposible sacar de allí.

La política del estado de Israel sobre los palestinos está encaminada a no permitir la solución auspiciada por la ONU: los dos estados, porque el estado de Israel se siente débil ante el empuje de la población palestina. Si existiera un estado palestino, Israel debería abandonar los asentamientos de colonos en Cisjordania y limitar su población a su propio territorio reconocido por la ONU en su creación como estado. O, con suerte, conseguir que se reconozcan los territorios conseguidos tras la guerra de 1967.

La locura del gobierno Natanyahu con esta invasión de Gaza está encaminada a conseguir tres objetivos: 1. Expulsar de Gaza a los dos millones de habitantes para que se sumen a los cinco millones de exiliados que ya viven en Jordania y así poder anexionarse el territorio. 2. Justificar su política de colonización de Cisjordania para ir reduciendo progresivamente el territorio controlado por la Autoridad Nacional Palestina. Y 3. Imponer, por la vía de hechos consumados, el estado de guerra constante a la población israelí, que no apoya mayoritariamente estas decisiones, pero que se verá forzada a sostenerlas si persiste el estado de guerra.

La lógica de la guerra se autolegitima y solo crea más guerra. Las bombas sobre Gaza hoy siembran los terroristas de mañana; los terroristas de mañana abonan la guerra de pasado mañana. Solo la lógica de la paz puede llevarnos a la paz. Solo la paz es la verdadera solución final a este y a todos los conflictos.

martes, 2 de enero de 2024

Malitia supurans

Hace unas fechas, alguien me preguntó qué opinaba de Fiducia supplicans y de la reacción (en dos sentidos de este término: reacción casi alérgica y reacción por oposición) que ha tenido en ciertos grupos eclesiales españoles. Como había leído el documento hace algún tiempo y tenía una idea sobre él demasiado superficial volví a leerlo con detenimiento parándome en la minuciosa argumentación que realiza sobre las bendiciones y su sentido eclesial. Al punto caí en la cuenta de que quienes han proferido furibundas críticas al texto o bien no lo habían leído completo o bien les importa una higa lo que diga. Pues, por razones muy diversas a las suyas, yo también podría manifestar ciertas reservas a la argumentación, reservas que ahora me reservo a mi vez porque quiero responder a la pregunta lanzada hace un par de semanas.

Lo primero que salta a la vista es que el documento ha sido muy bien pensado, hasta el punto de que resulta excesiva la argumentación para un texto de la relativa importancia magisterial que representa: una simple Declaración del Dicasterio para Doctrina de la fe. El autor se esfuerza por no dejar ni un cabo suelto por donde pueda venir la crítica o los dubia de quienes están esperando cualquier supuesto desliz de este papado para zaherir sin tregua. Ciertamente, no hay cabo suelto alguno. La argumentación es rigurosa y está sustentada teológicamente de manera rigurosa. Y, para lo que nos interesa aquí, en el número 30 del documento, está lo que ha causado el revuelo entre los reaccionarios. Allí se argumenta que "la prudencia y la sabiduría pastoral pueden sugerir que, evitando formas graves de escándalo o confusión entre los fieles, el ministro ordenado se una a la oración de aquellas personas que, aunque estén en una unión que en modo alguno puede parangonarse al matrimonio, desean encomendarse al Señor y a su misericordia, invocar su ayuda, dejarse guiar hacia una mayor comprensión de su designio de amor y de vida." Es decir, que en la bendición ascendente que no está impedida a nadie, pueda unirse el ministro eclesial para encomendar al Señor y que estos fieles sean guiados en su vida. En ningún caso se bendice el vínculo no matrimonial ni la relación, sino que el ministro se une a la invocación de la pareja y bendice a las personas, no su unión, para que sean guiadas por al amor de Dios y encuentren en su vida las designios divinos para ellos.

Como se puede ver, no hay nada aquí de lo que se ha dicho sobre este documento. Ni bendice la unión de personas del mismo sexo ni regulariza ese modo de vida. Nada de eso hace y por ahí vendrían mis objeciones que tendrán otro lugar donde ser expuestas. Lo único que hace es reconocer en la Iglesia lo que algunos ministros ya venían haciendo por prudencia y sabiduría pastoral, incluso diría que por pura y simple normalidad social. Es más, deja más claro aún de lo que ya estaba con anteriores documentos que la unión de personas del mismo sexo no puede ser considerada como el matrimonio cristiano. El único avance doctrinal respecto al documento previo del Dicasterio es que antes se bendecía a personas individuales y ahora a la pareja. Ese es el único avance que ha merecido críticas aceradas por parte de algunos.

Queda claro que quienes critican a este papado no lo hacen con argumentos teológicos válidos sino que utilizan contra él descalificaciones que podrían ser tenidas como ad hominem, por ser quien sois, y no por lo que argumentan. Se trata de criticar cualquier cosa de modo que se extienda la sospecha de estar traicionando la fe o de estar innovando en materia de moral y costumbres. Son críticas preventivas, destinadas a impedir nuevas modificaciones o ampliaciones de las costumbres en la Iglesia. Y son críticas dispersivas porque esparcen su basura ideológica sobre adeptos e incautos que les siguen. Lo que expresan estas críticas es una contumacia malévola o una malicia enconada que no soporta los cambios introducidos por este papado en la línea de la sinodalidad, pues están destinados en última instancia a acabar con el clericalismo en el que tan a gusto se sienten los críticos de Francisco. Como en los films de exorcismos, cuando cae el agua bendita sobre el poseso, el diablo lo retuerce y le hace esputar. Pero la firmeza en la oración y la fuerza de la fe expulsarán al demonio que llevan dentro.

lunes, 15 de mayo de 2023

"La guerra es el camino para la paz"

El Papa Francisco ha recibido a Zelenski en el Vaticano y le ha expuesto su plan de paz, pero el presidente de Ucrania lo ha rechazado "con todo el respeto". Zelenski no quiere la paz ni la mediación del Vaticano, quiere ganar la guerra a Rusia. Esa es la apuesta de la OTAN y de la Unión Europea representada por Josep Borrell. El Papa Francisco ha debido constatar que este camino para la paz es inviable, pues si uno no quiere dos no dejan de pelear, y parece que Ucrania, por boca de su líder ha tomado el camino de la guerra y la destrucción de su país, así como el sufrimiento para tantos cientos de miles de familias ucranianas y rusas. Sin entrar en las responsabilidades de esta guerra, Ucrania debería ser la primera interesada en una paz justa, que respete los legítimos intereses de Ucrania, pero también los de Rusia, pues de lo contrario hablamos de derrota militar y cualquiera que tenga dos dedos de frente es capaz de entender que la primera potencia nuclear de la tierra no aceptará una derrota militar en Ucrania. Por tanto, el único camino posible es el de la paz y ese es el camino que discretamente quiere recorrer el Vaticano y su diplomacia.

De los cuatro actores que hay en esta guerra, tres parecen haber optado por la guerra como camino para la paz, una paz que se basará en la victoria militar y la destrucción del adversario. Veamos cada uno de estos cuatro actores para ver los intereses geoestratégicos que están implicados.

El primer actor visible es Ucrania, gobernada desde el golpe de estado del Maidán en 2014 por fuerzas extremistas con filiación fascista. Ahí están los nazis que tienen como referencia a Stepan Bandera, responsable de las masacres de judíos y soviéticos en la Segunda Guerra Mundial, los del Sector Derecho y los grupos como el Batallón Azov. Este actor de la guerra se mueve por el odio a todo lo ruso y por la lógica de cuanto peor mejor. Desde el comienzo de la invasión ha boicoteado todos los intentos de negociación, siendo responsables del asesinato de uno de los negociadores ucranianos cuando las negociaciones se hicieron en Bielorrusia, Denis Kireev, acusado de traición. Asismismo, llevaron a cabo, de la mano de la inteligencia británica, la ruptura de negociaciones con Rusia en Estambul, un acuerdo que estuvo a punto de parar la guerra y que los no esclarecidos acontecimientos de Bucha malograron. Desde entonces, no ha habido más negociones y Ucrania se ha alineado con la lógica de la guerra de la OTAN.

Otro actor es Estados Unidos, quien está desarrollando una agenda largamente elaborada de desmembración de Rusia, para ello estableció un plan supervisado por Victoria Nuland desde 2005 que incluía el golpe de estado en Ucrania y el enfrentamiento con Rusia. Este plan fue detallado en un documento de la Rand Corporation de 2019, donde se dice con total claridad que hay dos caminos para conseguir desgastar a Rusia y desmembrarla: el primero es el acceso de Ucrania a la OTAN, lo que llevaría a la instalación de misiles estratégicos a las puertas de Moscú y la victoria de EE.UU sobre Rusia, pues no habría opción a respuesta, los misiles OTAN impactarían mucho antes de que Rusia pudiera detectarlos y la guerra nuclear tendría un vencedor claro aún antes de comenzar. El segundo es que Rusia invada Ucrania, lo que llevaría a esta a un desgaste económico y militar en una guerra prolongada. Parece que este es el plan que se está llevando a término. EE.UU ha conseguido tres objetivos estratégicos: involucrar a Rusia en este guerra de desgaste, poner a la Unión Europea a su servicio suministrando armas y dinero a Ucrania y obligarla a comprar su gas, un gas que es tan caro que solo puede ser adquirido por países desarrollados y al que no conseguía dar salida. Por último, y no menos importante, EE.UU consigue fortalecer un debilitado dólar, que vuelve a ser moneda de refugio, debilitando de paso al euro.

El tercer actor es la Unión Europea. Estamos claramente ante un "tonto útil". Europa no obtiene nada positivo de esta guerra. En primer lugar porque ahora depende energéticamente de EE.UU y de su política. En segundo lugar porque para sostener al euro debe subir los tipos de interés, aumentando la inflación y desincentivando la inversión. En tercer lugar porque la industria europea está considerando la deslocalización para encontrar energía barata, la que ya tenía con el gas ruso. Junto a este actor está Reino Unido, que lleva su propia agenda geopolítica, pues sus intereses seculares siempre han sido debilitar al continente europeo. Una unión entre Alemania y Rusia es la pesadilla del Reino Unido y ya ha conseguido romperla utilizando a Polonia y las repúblicas bálticas como ariete de sus intereses en la Unión Europea. El Brexit toma sentido a la luz de la guerra en Ucrania.

El cuarto actor es Rusia. Los hechos demuestran que su intención con la invasión era conseguir por la vía de la guerra lo que la diplomática no obtuvo: garantías de seguridad mediante la doctrina de la seguridad indivisible de la Carta de París para la seguridad europea de 1990. Nadie, decía esta carta, puede buscar su seguridad al margen o contra la seguridad de otros. Las negociaciones previas a la invasión de Ucrania pivotaban para Rusia sobre dos ejes: el primero es que Ucrania no entre en la OTAN y el segundo que se respeten los acuerdos de Minsk de 2015 para la paz en Dombás. El primero fue rechazado por el secretario general de la OTAN, Stoltenberg, y el segundo sabemos por las declaraciones de Merkel y de Poroshenko, presidente ucraniano entonces, que los acuerdos de Minsk se firmaron sin intención de cumplirlos, solo para dar tiempo al ejército ucraniano para armarse y prepararse para la guerra. Los acuerdos de Minsk eran un principio de paz equilibrado, que respetaba la integridad territorial de Ucrania al tiempo que daba al Dombás una amplia autonomía y el respeto por sus tradiciones y lengua rusas.

Como vemos, Rusia ha sido llevada a la guerra y Ucrania ha sido formateada internamente para que sostenga una guerra que acabará con su destrucción como país viable. Rusia está ante un dilema existencial que le puede llevar, muchos lo exigen ya en Rusia, a la guerra nuclear para no perder una guerra que no puede ganar contra toda la OTAN. Aplicando la lógica del desgaste, la OTAN está suministrando armas cada vez más sofisticadas, mientras los muertos los pone el pueblo ucraniano. Esta lógica ha conducido a suministrar tanques modernos, sistemas antiaéreos poderosos y el siguiente paso, si no se está dando ya, es suministrar misiles de largo alcance y aviones de combate occidentales. Esto va a suponer una escalada peligrosa en la guerra que no tendrá un final muy halagüeño, pues esta lógica concluye en la guerra nuclear.

Parece que se ha optado por una especie de "solución final" que hará de este planeta un lugar inhabitable por milenios. Solo nos resta rezar y esperar que las gestiones del Papa Francisco acaben con esta locura de la guerra, pero parece que en Occidente damos por descontado que esto no es tan malo. Solo queremos derrotar a Rusia, sin percatarnos de que Rusia tiene en su doctrina nuclear que es preferible la destrucción del mundo a un mundo sin Rusia.


martes, 31 de enero de 2023

¿Podemos evitar la Tercera Guerra Mundial?

Todos los imperios han aplicado una fórmula similar para referirse al ejercicio de su poder y a la opresión sobre otros pueblos; lo han llamado paz. Así lo hizo el Imperio romano, llamó "con falso nombre, paz, a robar, matar y destruir. Crean un desierto y lo llaman paz" (palabras que Tácito utiliza en Agricola). Todos los imperios y los regímenes autoritarios han llamado paz a imponer sus intereses y a dominar al resto. Por eso es importante saber qué es la paz. La paz no puede ser aquello a lo que se refiere el dicho latino si vis pacem para bellum, pues no se trata de una paz real, sino simplemente de la entente bélica que sostiene un equilibrio entre potencias, como la también famosa Destrucción Mutua Asegurada, que marcó el comienzo de la era atómica entre las superpotencias en la Guerra Fría. 

No, la paz no es la mera ausencia de guerra. Eso no es otra cosa que el tiempo de preparación para la guerra. Tampoco la paz es el mero irenismo, que tiende a ocultar las causas de los conflictos haciendo como que no sucede nada, como el mal profesor que ante una pelea en el patio del cole toma del brazo a los contendientes y les obliga a darse la mano y "aquí no ha pasado nada". La paz nace de la justicia en la sociedad y entre las naciones. Pero, además, de la justicia con el medio natural que nos rodea, que tiene unos derechos derivados de ser más allá que la mera utilidad que el ser humano encuentra en él.

Sin embargo, en 2023 nos tenemos que hacer otra pregunta: ¿es posible evitar la guerra, la Tercera Guerra Mundial? La respuesta inmediata es sí podemos evitarla. Si somos conscientes de las causas y ponemos los medios para resolver lo que nos está llevando aceleradamente a esa Tercera Guerra Mundial, es posible que en unos meses podamos frenar la escalada en Ucrania y los comienzos de un enfrentamiento en la zona de influencia de China. Para conocer las causas debemos analizar lo sucedido desde 1991, cuando han caído la Unión Soviética y el bloque denominado comunista. Estados Unidos se erige como la única superpotencia global y se instaura un modelo socioeconómico denominado globalización y que debemos apellidar como neoliberal. En lugar de disolver la OTAN en cuanto desapareció el Pacto de Varsovia, Estados Unidos vio la oportunidad de ampliar su zona de influencia y trató de integrar en la globalización neoliberal a todos los países antes comunistas, lo que logró rápidamente, incluida la Rusia de Boris Yeltsin. Conseguido esto y ante la falta de fuerza de Rusia, comenzó a ampliar la OTAN llevándola en 2004 hasta las fronteras con Rusia. 

Como se suele decir, se puede morir de éxito, y esto es lo que sucedió con la globalización neoliberal. Las crisis de 2001 y de 2008 pusieron en evidencia los límites de una economía financierizada y controlada exclusivamente por esos intereses especulativos. Estados Unidos y sus satélites, Gran Bretaña, Holanda y algunos países asiáticos pudieron beneficiarse de este tipo de economía durante varias décadas, pero los límites del planeta comenzaron a pasar factura y la rentabilidad del capital no podía sustentarse en meros espejismos bursátiles. Mientras tanto, China llevaba su propia agenda geopolítica y había comenzado a desarrollar una economía no basada en ser la fábrica a bajo coste del mundo, sino en desarrollar su propia tecnología y un ambicioso plan de expansión y desarrollo desde Asia, África y América. Esta planificación le llevó a superar a Estados Unidos como potencia tecnológica en 2018 y ha equiparar su riqueza a la del mayor Imperio jamás desarrollado. Lo único que necesitaba era un desarrollo militar similar al de Estados Unidos y, según su presidente, lo logrará en 2025. China se prepara para el enfrentamiento inevitable con los intereses americanos.

Por su parte, Rusia, desde 2004, entendió que la OTAN la había cercado y en 2007 Putin hizo un discurso en la Conferencia de Seguridad de Munich en el que dejó claro que Rusia no aceptaba ser relegada a un Estado subalterno dependiente de los intereses de Occidente. Desde ese mismo momento, Rusia comenzó su desarrollo militar exponencial, convirtiéndose en el segundo mayor ejército convencional, amén de ser la primera potencia nuclear desde la Unión Soviética. Estados Unidos no cejó en su empeño de cercar a Rusia y continuó con sus revoluciones de colores, la principal en Ucrania, forzando un cambio de gobierno y comenzando una política en Ucrania hostil a Rusia, rompiendo el tradicional equilibrio entre los rusófilos y los prooccidentales. Desde 2014, al menos, Ucrania ha sido armada y entrenada por la OTAN, principalmente por Gran Bretaña, para hostigar a Rusia en su propia frontera. Llegando en diciembre de 2021 al paroxismo al solicitar el acceso a la OTAN y esta no cerrarle las puertas. Se hizo evidente entonces que Rusia no permitiría romper el equilibrio de la Destrucción Mutua Asegurada, pues si se instalan misiles balísticos con ojivas nucleares en Ucrania, Rusia no tendría tiempo de respuesta ante un ataque, lo que de facto le haría perder la guerra nuclear y desaparecer como nación independiente.

Por otro lado, la guerra en Ucrania ha empujado a Estados tradicionalmente "neutrales" como Suecia y Finlandia, a solicitar la pertenencia oficial a la OTAN y, por tanto, ha ampliar la frontera de contacto de esta con Rusia en 1500 kms. Estonia, que siempre ha sobresalido como enemiga de Rusia, amenaza con cerrar el estrecho de Finlandia al paso de los barcos de la flota rusa del Báltico, lo que supondría una respuesta inmediata de Rusia. Polonia está preparando un ejército para entrar en Ucrania si se rompe el frente en el Donbas y Rusia avanza hacia el oeste, para anexionarse los territorios que considera suyos. En el flanco sur ruso, Estados Unidos está intentando abrir nuevos frentes de guerra en Georgia, Azerbayan e, incluso en Kazajistán, con la idea de desestabilizar las fronteras. El ataque a Irán está integrado en esta estrategia, sea quien sea quien lo haya realizado.

En África, Rusia, mediante el grupo Wagner de mercenarios, ha expulsado a Francia de al menos tres países donde tenía intereses estratégicos y amenaza con expulsar a Gran Bretaña, Alemania y Estados Unidos, lo que amplia el teatro de operaciones de esta Tercera Guerra Mundial en ciernes, sobre todo si tenemos presente que el problema de Taiwan no está resuelto y que China considera que Estados Unidos ha organizado una coalición con Australia y Reino Unido para cercarla en el Pacífico (AUKUS: Australia, United Kindom, United States). Esta situación está madurando y puede convertirse en un casus belli si China ve impedida su salida natural por los mares que la rodean.

Por tanto, y resumiendo, las causas de esta situación hay que buscarlas en la crisis del modelo civilizatorio que se impuso tras la caída de la Unión Soviética, la globalización neoliberal del capitalismo financierizado y en la reducción de los recursos naturales disponibles, especialmente energéticos, de los que Rusia posee el 25% de las reservas probadas. Asistimos al declive de una superpotencia, USA, y a auge de otra, China, mientras que una tercera, Rusia, lucha por su espacio propio en el mundo que se avecina. Este choque de intereses geopolíticos y estratégicos sea resuelto históricamente mediante guerras en las que una potencia derrota a la otra u otras. Así sucedió en el mundo antiguo con los imperios mesopotámicos o con el Imperio romano y recientemente con el Imperio británico (y USA) y el auge de Alemania con el nazismo. Si las poblaciones de los países implicados son capaces de ver que en esta guerra solo pueden perder y mucho, quizás tomen conciencia de que hay que movilizarse contra la guerra y oponer una resistencia no violenta a la misma, negándose al envío de armas, presionando a sus gobiernos para que fomenten las negociaciones y tomando partido por las medidas de paz y no de la guerra. 

Si queremos evitar la Tercera Guerra Mundial hay que forzar las negociaciones entre Rusia y Ucrania y sus patrocinadores. Estas negociaciones, que estuvieron a punto de fraguar en un acuerdo en Estambul, deben partir de la base de que ambos bandos tienen que obtener algunas de sus exigencias. Lo mejor para todos es que Ucrania ceda Crimea y permita un estatus de país independiente al Donbas, así como renunciar a la OTAN y reducir su ejército. Rusia, por su parte, debe renunciar a los territorios de Jersón y Zaporiye y permitir que Donbas sea independiente, con una presencia de cascos azules. De esta manera podremos no ganar la guerra (ninguna guerra se gana), pero al menos no habremos perdido la paz, como sucedió en 1918: los vencedores de la guerra perdieron la paz y sembraron la siguiente guerra.

¿Podemos evitar la Tercera Guerra Mundial? La respuesta es que sí. A pesar de toda la propaganda mediática en Occidente, más del 50% de la población, según las encuestas, está en contra del envío de armas, aunque los partidos políticos que representan a estos partidos representan más del 80%. Esto quiere decir que si la población se organiza es posible presionar a las fuerzas políticas para que establezcan una política de paz y no sigan en la línea del belicismo. Tengo esperanza y creo que es posible evitar lo peor, pero es necesario apostar decididamente por la paz, la que nace de la justicia entre las naciones y en las sociedades. Porque la guerra es el mal estructural y, en un mundo con capacidad nuclear es el mal definitivo.

viernes, 12 de agosto de 2022

John Q. y un amigo de Murcia

 


Siguiendo las recomendaciones de mi médico de cabecera (el que me prescribe el sistema público de salud en Murcia), me realicé recientemente un análisis exhaustivo para ver cómo siguen los parámetros de salud que, por  mor de la edad, cada vez son más los que deben ser controlados. Hube de ir a realizarme la extracción de muestras y una semana después acudir a mi médico para el análisis de resultados. Al llegar a la sala de espera me encuentro con un viejo amigo que regenta un taller al que solía acudir con mi vehículo para mantenimientos y arreglos. El pobre esta hecho un cromo: se había roto una costilla, como Nadal, y de la immobilidad las piernas perdieron riego sanguíneo, por lo que su esposa le compró un producto del Mercadona para tal efecto, pero no fue ese el efecto, sino que le produjo una reacción alérgica que le dejó las piernas con sarpullidos e insensibilizadas, de modo que tropezó en casa y se rompió un dedo del pie, de lo que tuvo conciencia cuando lo vio negro por el derrame. Como consecuencia de todo esto había entrado en depresión. En total tenía que ver a tres o cuatro especialistas y tomar entre 12 y 15 medicaciones distintas diarias. 

Escuché el relato de sus penas compedeciendo a mi amigo que, cual  Santo Job, se quejaba de su mal destino. Le di ánimos y le deseé pronta recuperación de sus males cuando el doctor lo llamó a consulta. Mientras estaba en la consulta recordé que hube de dejar de ir a su taller porque no había forma de que me hiciera una factura en condiciones con el IVA incluido. Lo más que logré en pactar cuánto IVA me ponía en la factura, por lo que, a pesar de la larga amistad de más de treinta años, decidí no volver a su taller. Me consta que no solo burlaba el IVA, también pagaba en negro parte del salario y, la última vez que fui a visitar su taller, justo tras el confinamiento COVID, pude constatar que uno de sus trabajadores en ERTE estaba allí echando horas para sacar el trabajo que tenía. Esto fue lo que me decidió definitavamente a no volver.

En las circunstancias que estaba mi amigo no era el momento de decirle algunas cosas, pero cuando me lo vuelva a encontrar recuperado, y espero que esto suceda pronto, tendré que recordarle que todos los especialistas que le da el sistema público de salud cuestan mucho dinero, lo mismo que las caras medicaciones que la prescriben mientras está de baja laboral, abonado por lo público. Y todo ese gasto se realiza gracias a los impuestos como el IVA que él defraudó o la parte salaria que se destina a pagar las bajas laborales. En definitiva, que sin un sistema de reparto como tenemos en el Estado Social y de Derecho que es España, sería imposible que el 90 % de la población, es decir, casi todo, pudiéramos tener un sistema de salud que aún sigue siendo la envidia de muchos y unas prestaciones que nos protegen ante la adversidad. Y le diré esto a mi amigo porque me consta que defiende y vota a proyectos políticos que proponen sustituir el Estado Social y de Derecho por un sistema ultraliberal que predica el individualismo extremo y la privatización de todo sistema público porque dicen que eso mejora los servicios. Ese Estado Liberal ya existe y se llama Estados Unidos de América, donde la mitad de la población no tendría la asistencia que mi amigo disfruta en su enfermedad y solo un cuarto de la población puede pagar el mejor sistema sanitario que aquí en España es para todo el mundo, sin distinción, desde un tratamiento oncológico a un transplante, sin mirar la cuenta bancaria de nadie.

Le diré todo esto a mi amigo sabiendo que, por desgracia, la ideología ultraliberal ha echado raíces profundas en el ecosistema mediático y mañana, tarde y noche machacan las conciencias con esa ponzoña neoliberal que destruye las mentes antes de hacerlo con los cuerpos. Mi amigo se recuperará, espero, y seguirá defraudando el IVA y pagando en negro porque eso, además, es lo que hay que hacer "en un país de pillos y de pandereta", son sus propias palabras. Como todo el mundo tiene "paguitas" y okupan casas, pues yo también tengo derecho a hacerlo, piensa. La propaganda constante en prensa, radio y televisión surte efecto y crea una realidad paralela donde los derechos humanos parecen privilegios y donde el fraude es la forma honesta de actuar.

Creo que hay que parar ese peligroso discurso en público, impidiendo que esas atrocidades se defiendan sin recibir ningún tipo de censura, porque lo que está sucediendo es que en la plaza pública se ha impuesto esta farsa ideológica que muchos repiten sin saber siquiera qué significará para sus vidas el día que se aplique por las instancias públicas.

Por cierto, le recomendaré a mi amigo que vea la película John Q, es una perfecta imagen de lo que sucederá en España de aplicarse las políticas que apoya con sus hechos, dichos y su voto.

jueves, 7 de julio de 2022

El sacerdote, el jurista y el hereje

 


Evangelio del 15o domingo de Tiempo Ordinario. C. 10-7-2022. 

En aquel tiempo, se levantó un maestro de la ley y preguntó a Jesús para ponerlo a prueba:

«Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?».

Él le dijo: «¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?».

El respondió: «“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza” y con toda tu mente. Y “a tu prójimo como a ti mismo”».

Él le dijo: «Has respondido correctamente. Haz esto y tendrás la vida».

Pero el maestro de la ley, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «¿Y quién es mi prójimo?».

Respondió Jesús diciendo:

«Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje llegó adonde estaba él y, al verlo, se compadeció, y acercándose, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y le dijo: “Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando vuelva”. ¿Cuál de estos tres te parece que ha sido prójimo del que cayó en manos de los bandidos?».

Él dijo: «El que practicó la misericordia con él».

Jesús le dijo: «Anda y haz tú lo mismo».

                                                                                                                                              Lucas 10, 25-37.

  

La conocida como parábola del Buen Samaritano, es una perfecta expresión del modo cómo Lucas construye sus relatos. Es una creación tipo de su forma de escribir y de utilizar los relatos o textos que han llegado a él. Tenemos una parábola que cuenta Jesús enmarcada por una disputa sobre la interpretación de la Ley de Dios. Un maestro le pregunta a Jesús qué debe hacer para heredar vida eterna y Jesús le responde con cierta evasiva, pues sabe que la pregunta es capciosa: «¿Qué lees en la Escritura?». La respuesta es el famoso shemah Israel: escucha Israel, el Señor es tu Dios, el Señor es uno. Pero, en la respuesta ya da un resumen de la Ley: amar al Señor y amar al prójimo. Pues seguramente sabe que Jesús había hecho este resumen previamente y quiere cogerlo en una contradicción, de ahí la repregunta: «¿Y, quién es mi prójimo?». Este es el núcleo del problema para Lucas y por eso pone esta introducción antes de contar la parábola que probablemente tiene un núcleo histórico centrado en la necesidad de la misericordia con cualquier víctima. Mi prójimo es toda víctima que me necesite, allá dónde la encuentre, sin poner ningún tipo de disculpa, traba o alegación a mi compromiso. En el fondo, la pregunta no es quién es mi prójimo, sino cómo yo me hago prójimo de quienes me necesitan.

Muy hábilmente, Lucas introduce tres personajes que se cruzan con el pobre molido a palos en medio del camino. El primer personaje es un sacerdote, que seguramente subía a Jerusalén para realizar el servicio por turnos en el Templo. Como cualquier sacerdote, entonces en el judaísmo y hoy en el cristianismo, tiene ciertas obligaciones: decir misas, cuidar las cosas sagradas y conocer la Escritura y por tanto la Ley o el dogma. Pues bien, ese conocimiento le permite saber con nitidez que un herido en el camino debe ser auxiliado, si es que no lo sabía ya por pura humanidad, la Ley se lo dice a las claras. Sin embargo, da un rodeo y sigue hacia Jerusalén, no sabemos si por prisa o por miedo a un desconocido.

El otro personaje es un perito de la Ley, un escriba, que debe tener un conocimiento profundo del texto y de sus vericuetos, sin embargo este también da un rodeo y deja allí tirado al herido en medio del camino. Ninguno de ellos se aproximó (ni se aprojimó), ambos conocedores de la Ley, de la Ortodoxia, de lo que dicen los manuales, de lo que manda la Santa Madre Iglesia, abandonaron en el camino a una pobre víctima apaleada. Pero, en esto pasa un samaritano, es decir, un habitante de Samaría, una región mal vista por los judíos porque sus habitantes no eran estrictos observantes de la Ley, ni la conocían ni la practicaban. No iban a misa, diríamos hoy, no escuchaban las homilías ni los discursos mitrados, sin embargo este «desconocedor» de la Ley es el que se para a recoger al herido, lo atiende, lo lleva a una posada y se preocupa por su bien. Este «hereje» es quien ha cumplido la Ley de verdad, pues él se hizo prójimo actuando con misericordia, que es el centro de la Ley de Dios.

 

miércoles, 20 de abril de 2022

Resurrección como reivindicación de la justicia

 


Evangelio del 2º Domingo de Pascua. Ciclo C. 24-4-2022.

 


Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos.

Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros.»

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor.

Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.»

Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados! quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.»

Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.»

A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros.»

Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.»

Contestó Tomás: «¡Señor Mío y Dios Mío!»

Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.»

Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo tengáis vida en su nombre.

Juan 20, 19-31


Los evangelios se escribieron para guardar la memoria de hechos que ya iban quedando lejos, pero sobre todo porque los que podían dar testimonio empezaban a escasear. Se hacía necesario tener un texto escrito donde pudieran contenerse los acontecimientos, los dichos, los hechos y las impresiones de quienes convivieron con Jesús o tuvieron algún trato con quienes sí lo hicieron. Los evangelios adoptan el estilo de las biografías griegas o romanas, pero sin caer en el exceso mitológico que aquellas solían portar y que tan del gusto de la época resultaban. De hecho, los únicos rasgos míticos que hay en los evangelios deben ser buscados en los relatos del nacimiento en Lucas y Mateo y en las apariciones del Resucitado. Estamos hablando de apenas un cinco por ciento de los evangelios. En el noventa y cinco por ciento de los evangelios, tenemos un Jesús muy humano, demasiado humano diríamos para lo que se ha hecho después con su figura.

La lectura del primer domingo de Pascua en Juan, capítulo 20, deja a las claras la intención de este tipo de relatos que cuesta entender para un público marcado por lo racional. Jesús resucitado se aparece a los suyos, les da la paz y los envía al anuncio de la Resurrección, con la efusión del Espíritu Santo. Pero Tomás, uno de ellos, no está en ese momento y no cree lo que le cuentan. Lo que Tomás quiere son pruebas de que el que se les ha mostrado es el mismo que crucificaron. En aquel tiempo se creía en los espíritus y no era difícil que hubiera sucedido, lo esencial es que el «espíritu» visto por ellos sea el de Jesús. Por eso, Jesús se le muestra y le enseña las marcas de la crucifixión: los agujeros de los clavos y la lanza. Ahí es cuando Tomás cree, porque el que se aparece es el mismo al que crucificaron. Esta es la clave: no importa la resurrección si esta no significa que la víctima de la injusticia ha sido reivindicada por Dios; esa es la Resurrección cristiana. Quien fue ajusticiado por subvertir el orden romano, ha sido levantado por Dios como su Hijo. Todas las víctimas de la historia han sido reivindicadas en la resurrección de Jesús de Nazaret; hay esperanza. El mundo no es de quienes se imponen por la violencia y la guerra, sino de los que se comprometen con la justicia y la misericordia. A estos les espera la resurrección.

Los evangelios se escribieron para dar esperanza a quienes se comprometen por el Reino de Dios. Como dicen Juan, «para que creáis que Jesús es el Mesías, el hijo de Dios y creyendo tengáis vida en su nombre». Esta es la clave de los escritos del Nuevo Testamento y de nuestra fe como seguidores y seguidoras de Jesús de Nazaret. Esta es también nuestra misión, la misión de la Iglesia.

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