Las terribles imágenes que hemos visto en el desastre natural de Valencia a finales de octubre han tenido el efecto contrario al que se necesitaría en estas circunstancias críticas de nuestra sociedad. En lugar de unirnos como pueblo, como nación, nos han dividido aún más. Esta crisis social ha llegado en un momento de máxima polarización, donde cada grupo solo piensa en qué rédito político o mediático puede obtener de cualquier evento, sea de la naturaleza que sea. Pero, especialmente los negacionistas del Cambio climático y los suscritos a teorías de la conspiración, hacen su agosto en redes sociales y pseudo medios de comunicación. No estamos aprovechando las circunstancias para hacer un análisis sereno de hacia dónde nos dirigimos como país, de cuáles son los riesgos reales de la crisis climática en la que estamos inmersos.
martes, 5 de noviembre de 2024
Una DANA sobre nuestras almas
Las terribles imágenes que hemos visto en el desastre natural de Valencia a finales de octubre han tenido el efecto contrario al que se necesitaría en estas circunstancias críticas de nuestra sociedad. En lugar de unirnos como pueblo, como nación, nos han dividido aún más. Esta crisis social ha llegado en un momento de máxima polarización, donde cada grupo solo piensa en qué rédito político o mediático puede obtener de cualquier evento, sea de la naturaleza que sea. Pero, especialmente los negacionistas del Cambio climático y los suscritos a teorías de la conspiración, hacen su agosto en redes sociales y pseudo medios de comunicación. No estamos aprovechando las circunstancias para hacer un análisis sereno de hacia dónde nos dirigimos como país, de cuáles son los riesgos reales de la crisis climática en la que estamos inmersos.
miércoles, 22 de mayo de 2024
La guerra del fin de la globalización postmoderna
martes, 12 de marzo de 2024
La Tercera Guerra Mundial... A cachitos
El Papa Francisco dijo antes de comenzar la guerra en Ukrania que estamos ante un Guerra Mundial a pedacitos. Esta frase se está viendo confirmada día a día y el Papa aparece como una de las personas mejor informada de este planeta. Cuando nadie hablaba de Guerra Mundial, él ya nos alertó del proceso que desembocará, irremediablemente, en una Tercera Guerra Mundial total. No puedo olvidar las palabras que Cristina Inogés nos comentó en una conferencia que impartió en el Instituto Teológico de Murcia OFM el 6 de febrero de este año. Nos compartió que en el Sínodo, en el que participaba como “madre sinodal” con voz y voto por designación expresa del Papa, se encontró una mañana con Francisco que salía de Santa Marta y él le pidió que le acompañara en el camino al Aula Pablo VI. En el camino le manifestó su honda preocupación por la situación de Gaza, que apenas había comenzado, con la que estaba en contacto por medio de la parroquia que allí existe y le dijo estas dolorosas palabras: “¡qué tremendo es saber que vivimos en un mundo que se hace pedazos!”.
Efectivamente, vivimos en un mundo
que se hace pedazos porque las élites que lo han gobernado hasta ahora no
quieren perder su poder y sus privilegios y han decidido que ante el horror que
les supone perder estos privilegios es preferible destruirlo. O el mundo es
suyo o no será de nadie. Esta es la realidad en la que vivimos y de la que los
cristianos debemos hacernos cargo. Cuanto antes lo asumamos, antes comenzaremos
a intervenir de parte de la paz y de la justicia, pero sobre todo, dando
ejemplo de compasión y misericordia, como nuestro Señor hizo en su vida,
asumiendo la cruz en la que debía ser clavado para la salvación del mundo.
Nosotros, los cristianos, hemos de cargar cada día con esa cruz y ser testigos
del amor infinito de Dios que no se ahorró a sí mismo el sufrimiento, sino que
lo asumió como único medio para que la salvación llegue a todos, culpables o
inocentes, porque en realidad “no saben lo que hacen”. Si supieran lo que hacen
comprenderían que la negación de uno mismo es el único medio para vivir en un mundo
verdaderamente humano, un mundo de hermanos que se reconocen como tales por ser
hijos del mismo Dios.
La Tercera Guerra Mundial ya está
aquí, asistimos a sus pródromos, pero ellos nos llevan inexorablemente a una
conflagración mundial de la que no saldremos bien parados a menos que tomemos con decisión el camino de
la paz, la reconciliación y el perdón. Es casi seguro que llegarán días en los
que, si tomamos este camino de paz los cristianos, seremos perseguidos, pero
entonces estemos alegres porque nuestra recompensa solo puede ser el Cielo,
como Él nos prometió.
jueves, 11 de enero de 2024
La solución final
En enero de 1942, la Alemania nazi tomó una decisión sobre la población judía que se conoce como la “Solución final”. Esta “solución” supuso la decisión del exterminio sistemático de toda la población judía que estuviera al alcance del Tercer Reich. Es muy difícil poder entender qué pasaba por la cabeza de los prebostes del régimen nazi para tomar tan bárbara decisión. Algunos argumentan atribuyendo causas patológicas, otros lo hacen desde una perspectiva materialista, pues la población judía era un recurso para trabajo forzado y fuente de riquezas que venían bien a la guerra de conquista nazi. Pero, sea cual sea la causa, lo que está claro es la barbarie que supuso tal decisión que no solo afectó a los que exterminó, sino que tuvo efectos duraderos en los que milagrosamente salvaron la vida.
El 7 de octubre de 2023, Hamas tomó una decisión (que casi podríamos
llamar “Solución final”) de atacar a los ciudadanos de Israel que encontrara y
secuestrar cuantos pudiera. Esta decisión bárbara fue tomada tras más de cincuenta
años de ocupación por parte del estado de Israel de la tierra que el pueblo
palestino posee desde hace siglos, una tierra que le es reconocida por la ONU y
cuyas resoluciones han sido sistemáticamente incumplidas por el estado de
Israel. Sin embargo, y aunque todo pueblo ocupado tiene derecho a la resistencia,
nada legitima a Hamas para asesinar a 1200 israelíes y secuestrar a más de 200.
Se trata de un acto terrorista que debe ser perseguido y enjuiciados sus
causantes, materiales o intelectuales.
El mismo 7 de octubre de 2023, el
estado de Israel también tomó su “Solución final” sobre el pueblo palestino. El
gobierno de Natanyahu decidió invadir la franja de Gaza, bombardear a su
población y expulsarlos del territorio que habitan desde hace siglos. No se
trata de una guerra contra el terrorismo, como aducen, puesto que el estado de
Israel no reconoce a Palestina como estado y la guerra solo se puede producir
entre estados, se trata de un acto de venganza sistemática para expulsar a los
palestinos que viven en Gaza con bombardeos sobre la población civil y las
infraestructuras que permiten la vida en el territorio: hospitales, escuelas,
centros de atención de ONGs, etc. En cuatro meses de bombardeos, el gobierno de
Netanyahu reconoce haber “eliminado” a 2000 “terroristas”, para ello ha tenido
que asesinar a 30.000 palestinos, la mitad niños, y dejar enterrados bajo los
escombros a otros tantos que será imposible sacar de allí.
La política del estado de Israel
sobre los palestinos está encaminada a no permitir la solución auspiciada por la
ONU: los dos estados, porque el estado de Israel se siente débil ante el empuje
de la población palestina. Si existiera un estado palestino, Israel debería
abandonar los asentamientos de colonos en Cisjordania y limitar su población a
su propio territorio reconocido por la ONU en su creación como estado. O, con
suerte, conseguir que se reconozcan los territorios conseguidos tras la guerra
de 1967.
La locura del gobierno Natanyahu con
esta invasión de Gaza está encaminada a conseguir tres objetivos: 1. Expulsar
de Gaza a los dos millones de habitantes para que se sumen a los cinco millones
de exiliados que ya viven en Jordania y así poder anexionarse el territorio. 2.
Justificar su política de colonización de Cisjordania para ir reduciendo
progresivamente el territorio controlado por la Autoridad Nacional Palestina. Y
3. Imponer, por la vía de hechos consumados, el estado de guerra constante a la
población israelí, que no apoya mayoritariamente estas decisiones, pero que se
verá forzada a sostenerlas si persiste el estado de guerra.
La lógica de la guerra se
autolegitima y solo crea más guerra. Las bombas sobre Gaza hoy siembran los
terroristas de mañana; los terroristas de mañana abonan la guerra de pasado
mañana. Solo la lógica de la paz puede llevarnos a la paz. Solo la paz es la verdadera
solución final a este y a todos los conflictos.
martes, 2 de enero de 2024
Malitia supurans
Lo primero que salta a la vista es que el documento ha sido muy bien pensado, hasta el punto de que resulta excesiva la argumentación para un texto de la relativa importancia magisterial que representa: una simple Declaración del Dicasterio para Doctrina de la fe. El autor se esfuerza por no dejar ni un cabo suelto por donde pueda venir la crítica o los dubia de quienes están esperando cualquier supuesto desliz de este papado para zaherir sin tregua. Ciertamente, no hay cabo suelto alguno. La argumentación es rigurosa y está sustentada teológicamente de manera rigurosa. Y, para lo que nos interesa aquí, en el número 30 del documento, está lo que ha causado el revuelo entre los reaccionarios. Allí se argumenta que "la prudencia y la sabiduría pastoral pueden sugerir que, evitando formas graves de escándalo o confusión entre los fieles, el ministro ordenado se una a la oración de aquellas personas que, aunque estén en una unión que en modo alguno puede parangonarse al matrimonio, desean encomendarse al Señor y a su misericordia, invocar su ayuda, dejarse guiar hacia una mayor comprensión de su designio de amor y de vida." Es decir, que en la bendición ascendente que no está impedida a nadie, pueda unirse el ministro eclesial para encomendar al Señor y que estos fieles sean guiados en su vida. En ningún caso se bendice el vínculo no matrimonial ni la relación, sino que el ministro se une a la invocación de la pareja y bendice a las personas, no su unión, para que sean guiadas por al amor de Dios y encuentren en su vida las designios divinos para ellos.
Como se puede ver, no hay nada aquí de lo que se ha dicho sobre este documento. Ni bendice la unión de personas del mismo sexo ni regulariza ese modo de vida. Nada de eso hace y por ahí vendrían mis objeciones que tendrán otro lugar donde ser expuestas. Lo único que hace es reconocer en la Iglesia lo que algunos ministros ya venían haciendo por prudencia y sabiduría pastoral, incluso diría que por pura y simple normalidad social. Es más, deja más claro aún de lo que ya estaba con anteriores documentos que la unión de personas del mismo sexo no puede ser considerada como el matrimonio cristiano. El único avance doctrinal respecto al documento previo del Dicasterio es que antes se bendecía a personas individuales y ahora a la pareja. Ese es el único avance que ha merecido críticas aceradas por parte de algunos.
Queda claro que quienes critican a este papado no lo hacen con argumentos teológicos válidos sino que utilizan contra él descalificaciones que podrían ser tenidas como ad hominem, por ser quien sois, y no por lo que argumentan. Se trata de criticar cualquier cosa de modo que se extienda la sospecha de estar traicionando la fe o de estar innovando en materia de moral y costumbres. Son críticas preventivas, destinadas a impedir nuevas modificaciones o ampliaciones de las costumbres en la Iglesia. Y son críticas dispersivas porque esparcen su basura ideológica sobre adeptos e incautos que les siguen. Lo que expresan estas críticas es una contumacia malévola o una malicia enconada que no soporta los cambios introducidos por este papado en la línea de la sinodalidad, pues están destinados en última instancia a acabar con el clericalismo en el que tan a gusto se sienten los críticos de Francisco. Como en los films de exorcismos, cuando cae el agua bendita sobre el poseso, el diablo lo retuerce y le hace esputar. Pero la firmeza en la oración y la fuerza de la fe expulsarán al demonio que llevan dentro.
lunes, 15 de mayo de 2023
"La guerra es el camino para la paz"
El Papa Francisco ha recibido a Zelenski en el Vaticano y le ha expuesto su plan de paz, pero el presidente de Ucrania lo ha rechazado "con todo el respeto". Zelenski no quiere la paz ni la mediación del Vaticano, quiere ganar la guerra a Rusia. Esa es la apuesta de la OTAN y de la Unión Europea representada por Josep Borrell. El Papa Francisco ha debido constatar que este camino para la paz es inviable, pues si uno no quiere dos no dejan de pelear, y parece que Ucrania, por boca de su líder ha tomado el camino de la guerra y la destrucción de su país, así como el sufrimiento para tantos cientos de miles de familias ucranianas y rusas. Sin entrar en las responsabilidades de esta guerra, Ucrania debería ser la primera interesada en una paz justa, que respete los legítimos intereses de Ucrania, pero también los de Rusia, pues de lo contrario hablamos de derrota militar y cualquiera que tenga dos dedos de frente es capaz de entender que la primera potencia nuclear de la tierra no aceptará una derrota militar en Ucrania. Por tanto, el único camino posible es el de la paz y ese es el camino que discretamente quiere recorrer el Vaticano y su diplomacia.
De los cuatro actores que hay en esta guerra, tres parecen haber optado por la guerra como camino para la paz, una paz que se basará en la victoria militar y la destrucción del adversario. Veamos cada uno de estos cuatro actores para ver los intereses geoestratégicos que están implicados.
El primer actor visible es Ucrania, gobernada desde el golpe de estado del Maidán en 2014 por fuerzas extremistas con filiación fascista. Ahí están los nazis que tienen como referencia a Stepan Bandera, responsable de las masacres de judíos y soviéticos en la Segunda Guerra Mundial, los del Sector Derecho y los grupos como el Batallón Azov. Este actor de la guerra se mueve por el odio a todo lo ruso y por la lógica de cuanto peor mejor. Desde el comienzo de la invasión ha boicoteado todos los intentos de negociación, siendo responsables del asesinato de uno de los negociadores ucranianos cuando las negociaciones se hicieron en Bielorrusia, Denis Kireev, acusado de traición. Asismismo, llevaron a cabo, de la mano de la inteligencia británica, la ruptura de negociaciones con Rusia en Estambul, un acuerdo que estuvo a punto de parar la guerra y que los no esclarecidos acontecimientos de Bucha malograron. Desde entonces, no ha habido más negociones y Ucrania se ha alineado con la lógica de la guerra de la OTAN.
Otro actor es Estados Unidos, quien está desarrollando una agenda largamente elaborada de desmembración de Rusia, para ello estableció un plan supervisado por Victoria Nuland desde 2005 que incluía el golpe de estado en Ucrania y el enfrentamiento con Rusia. Este plan fue detallado en un documento de la Rand Corporation de 2019, donde se dice con total claridad que hay dos caminos para conseguir desgastar a Rusia y desmembrarla: el primero es el acceso de Ucrania a la OTAN, lo que llevaría a la instalación de misiles estratégicos a las puertas de Moscú y la victoria de EE.UU sobre Rusia, pues no habría opción a respuesta, los misiles OTAN impactarían mucho antes de que Rusia pudiera detectarlos y la guerra nuclear tendría un vencedor claro aún antes de comenzar. El segundo es que Rusia invada Ucrania, lo que llevaría a esta a un desgaste económico y militar en una guerra prolongada. Parece que este es el plan que se está llevando a término. EE.UU ha conseguido tres objetivos estratégicos: involucrar a Rusia en este guerra de desgaste, poner a la Unión Europea a su servicio suministrando armas y dinero a Ucrania y obligarla a comprar su gas, un gas que es tan caro que solo puede ser adquirido por países desarrollados y al que no conseguía dar salida. Por último, y no menos importante, EE.UU consigue fortalecer un debilitado dólar, que vuelve a ser moneda de refugio, debilitando de paso al euro.
El tercer actor es la Unión Europea. Estamos claramente ante un "tonto útil". Europa no obtiene nada positivo de esta guerra. En primer lugar porque ahora depende energéticamente de EE.UU y de su política. En segundo lugar porque para sostener al euro debe subir los tipos de interés, aumentando la inflación y desincentivando la inversión. En tercer lugar porque la industria europea está considerando la deslocalización para encontrar energía barata, la que ya tenía con el gas ruso. Junto a este actor está Reino Unido, que lleva su propia agenda geopolítica, pues sus intereses seculares siempre han sido debilitar al continente europeo. Una unión entre Alemania y Rusia es la pesadilla del Reino Unido y ya ha conseguido romperla utilizando a Polonia y las repúblicas bálticas como ariete de sus intereses en la Unión Europea. El Brexit toma sentido a la luz de la guerra en Ucrania.
El cuarto actor es Rusia. Los hechos demuestran que su intención con la invasión era conseguir por la vía de la guerra lo que la diplomática no obtuvo: garantías de seguridad mediante la doctrina de la seguridad indivisible de la Carta de París para la seguridad europea de 1990. Nadie, decía esta carta, puede buscar su seguridad al margen o contra la seguridad de otros. Las negociaciones previas a la invasión de Ucrania pivotaban para Rusia sobre dos ejes: el primero es que Ucrania no entre en la OTAN y el segundo que se respeten los acuerdos de Minsk de 2015 para la paz en Dombás. El primero fue rechazado por el secretario general de la OTAN, Stoltenberg, y el segundo sabemos por las declaraciones de Merkel y de Poroshenko, presidente ucraniano entonces, que los acuerdos de Minsk se firmaron sin intención de cumplirlos, solo para dar tiempo al ejército ucraniano para armarse y prepararse para la guerra. Los acuerdos de Minsk eran un principio de paz equilibrado, que respetaba la integridad territorial de Ucrania al tiempo que daba al Dombás una amplia autonomía y el respeto por sus tradiciones y lengua rusas.
Como vemos, Rusia ha sido llevada a la guerra y Ucrania ha sido formateada internamente para que sostenga una guerra que acabará con su destrucción como país viable. Rusia está ante un dilema existencial que le puede llevar, muchos lo exigen ya en Rusia, a la guerra nuclear para no perder una guerra que no puede ganar contra toda la OTAN. Aplicando la lógica del desgaste, la OTAN está suministrando armas cada vez más sofisticadas, mientras los muertos los pone el pueblo ucraniano. Esta lógica ha conducido a suministrar tanques modernos, sistemas antiaéreos poderosos y el siguiente paso, si no se está dando ya, es suministrar misiles de largo alcance y aviones de combate occidentales. Esto va a suponer una escalada peligrosa en la guerra que no tendrá un final muy halagüeño, pues esta lógica concluye en la guerra nuclear.
Parece que se ha optado por una especie de "solución final" que hará de este planeta un lugar inhabitable por milenios. Solo nos resta rezar y esperar que las gestiones del Papa Francisco acaben con esta locura de la guerra, pero parece que en Occidente damos por descontado que esto no es tan malo. Solo queremos derrotar a Rusia, sin percatarnos de que Rusia tiene en su doctrina nuclear que es preferible la destrucción del mundo a un mundo sin Rusia.
martes, 31 de enero de 2023
¿Podemos evitar la Tercera Guerra Mundial?
Todos los imperios han aplicado una fórmula similar para referirse al ejercicio de su poder y a la opresión sobre otros pueblos; lo han llamado paz. Así lo hizo el Imperio romano, llamó "con falso nombre, paz, a robar, matar y destruir. Crean un desierto y lo llaman paz" (palabras que Tácito utiliza en Agricola). Todos los imperios y los regímenes autoritarios han llamado paz a imponer sus intereses y a dominar al resto. Por eso es importante saber qué es la paz. La paz no puede ser aquello a lo que se refiere el dicho latino si vis pacem para bellum, pues no se trata de una paz real, sino simplemente de la entente bélica que sostiene un equilibrio entre potencias, como la también famosa Destrucción Mutua Asegurada, que marcó el comienzo de la era atómica entre las superpotencias en la Guerra Fría.
No, la paz no es la mera ausencia de guerra. Eso no es otra cosa que el tiempo de preparación para la guerra. Tampoco la paz es el mero irenismo, que tiende a ocultar las causas de los conflictos haciendo como que no sucede nada, como el mal profesor que ante una pelea en el patio del cole toma del brazo a los contendientes y les obliga a darse la mano y "aquí no ha pasado nada". La paz nace de la justicia en la sociedad y entre las naciones. Pero, además, de la justicia con el medio natural que nos rodea, que tiene unos derechos derivados de ser más allá que la mera utilidad que el ser humano encuentra en él.
Sin embargo, en 2023 nos tenemos que hacer otra pregunta: ¿es posible evitar la guerra, la Tercera Guerra Mundial? La respuesta inmediata es sí podemos evitarla. Si somos conscientes de las causas y ponemos los medios para resolver lo que nos está llevando aceleradamente a esa Tercera Guerra Mundial, es posible que en unos meses podamos frenar la escalada en Ucrania y los comienzos de un enfrentamiento en la zona de influencia de China. Para conocer las causas debemos analizar lo sucedido desde 1991, cuando han caído la Unión Soviética y el bloque denominado comunista. Estados Unidos se erige como la única superpotencia global y se instaura un modelo socioeconómico denominado globalización y que debemos apellidar como neoliberal. En lugar de disolver la OTAN en cuanto desapareció el Pacto de Varsovia, Estados Unidos vio la oportunidad de ampliar su zona de influencia y trató de integrar en la globalización neoliberal a todos los países antes comunistas, lo que logró rápidamente, incluida la Rusia de Boris Yeltsin. Conseguido esto y ante la falta de fuerza de Rusia, comenzó a ampliar la OTAN llevándola en 2004 hasta las fronteras con Rusia.
Como se suele decir, se puede morir de éxito, y esto es lo que sucedió con la globalización neoliberal. Las crisis de 2001 y de 2008 pusieron en evidencia los límites de una economía financierizada y controlada exclusivamente por esos intereses especulativos. Estados Unidos y sus satélites, Gran Bretaña, Holanda y algunos países asiáticos pudieron beneficiarse de este tipo de economía durante varias décadas, pero los límites del planeta comenzaron a pasar factura y la rentabilidad del capital no podía sustentarse en meros espejismos bursátiles. Mientras tanto, China llevaba su propia agenda geopolítica y había comenzado a desarrollar una economía no basada en ser la fábrica a bajo coste del mundo, sino en desarrollar su propia tecnología y un ambicioso plan de expansión y desarrollo desde Asia, África y América. Esta planificación le llevó a superar a Estados Unidos como potencia tecnológica en 2018 y ha equiparar su riqueza a la del mayor Imperio jamás desarrollado. Lo único que necesitaba era un desarrollo militar similar al de Estados Unidos y, según su presidente, lo logrará en 2025. China se prepara para el enfrentamiento inevitable con los intereses americanos.
Por su parte, Rusia, desde 2004, entendió que la OTAN la había cercado y en 2007 Putin hizo un discurso en la Conferencia de Seguridad de Munich en el que dejó claro que Rusia no aceptaba ser relegada a un Estado subalterno dependiente de los intereses de Occidente. Desde ese mismo momento, Rusia comenzó su desarrollo militar exponencial, convirtiéndose en el segundo mayor ejército convencional, amén de ser la primera potencia nuclear desde la Unión Soviética. Estados Unidos no cejó en su empeño de cercar a Rusia y continuó con sus revoluciones de colores, la principal en Ucrania, forzando un cambio de gobierno y comenzando una política en Ucrania hostil a Rusia, rompiendo el tradicional equilibrio entre los rusófilos y los prooccidentales. Desde 2014, al menos, Ucrania ha sido armada y entrenada por la OTAN, principalmente por Gran Bretaña, para hostigar a Rusia en su propia frontera. Llegando en diciembre de 2021 al paroxismo al solicitar el acceso a la OTAN y esta no cerrarle las puertas. Se hizo evidente entonces que Rusia no permitiría romper el equilibrio de la Destrucción Mutua Asegurada, pues si se instalan misiles balísticos con ojivas nucleares en Ucrania, Rusia no tendría tiempo de respuesta ante un ataque, lo que de facto le haría perder la guerra nuclear y desaparecer como nación independiente.
Por otro lado, la guerra en Ucrania ha empujado a Estados tradicionalmente "neutrales" como Suecia y Finlandia, a solicitar la pertenencia oficial a la OTAN y, por tanto, ha ampliar la frontera de contacto de esta con Rusia en 1500 kms. Estonia, que siempre ha sobresalido como enemiga de Rusia, amenaza con cerrar el estrecho de Finlandia al paso de los barcos de la flota rusa del Báltico, lo que supondría una respuesta inmediata de Rusia. Polonia está preparando un ejército para entrar en Ucrania si se rompe el frente en el Donbas y Rusia avanza hacia el oeste, para anexionarse los territorios que considera suyos. En el flanco sur ruso, Estados Unidos está intentando abrir nuevos frentes de guerra en Georgia, Azerbayan e, incluso en Kazajistán, con la idea de desestabilizar las fronteras. El ataque a Irán está integrado en esta estrategia, sea quien sea quien lo haya realizado.
En África, Rusia, mediante el grupo Wagner de mercenarios, ha expulsado a Francia de al menos tres países donde tenía intereses estratégicos y amenaza con expulsar a Gran Bretaña, Alemania y Estados Unidos, lo que amplia el teatro de operaciones de esta Tercera Guerra Mundial en ciernes, sobre todo si tenemos presente que el problema de Taiwan no está resuelto y que China considera que Estados Unidos ha organizado una coalición con Australia y Reino Unido para cercarla en el Pacífico (AUKUS: Australia, United Kindom, United States). Esta situación está madurando y puede convertirse en un casus belli si China ve impedida su salida natural por los mares que la rodean.
Por tanto, y resumiendo, las causas de esta situación hay que buscarlas en la crisis del modelo civilizatorio que se impuso tras la caída de la Unión Soviética, la globalización neoliberal del capitalismo financierizado y en la reducción de los recursos naturales disponibles, especialmente energéticos, de los que Rusia posee el 25% de las reservas probadas. Asistimos al declive de una superpotencia, USA, y a auge de otra, China, mientras que una tercera, Rusia, lucha por su espacio propio en el mundo que se avecina. Este choque de intereses geopolíticos y estratégicos sea resuelto históricamente mediante guerras en las que una potencia derrota a la otra u otras. Así sucedió en el mundo antiguo con los imperios mesopotámicos o con el Imperio romano y recientemente con el Imperio británico (y USA) y el auge de Alemania con el nazismo. Si las poblaciones de los países implicados son capaces de ver que en esta guerra solo pueden perder y mucho, quizás tomen conciencia de que hay que movilizarse contra la guerra y oponer una resistencia no violenta a la misma, negándose al envío de armas, presionando a sus gobiernos para que fomenten las negociaciones y tomando partido por las medidas de paz y no de la guerra.
Si queremos evitar la Tercera Guerra Mundial hay que forzar las negociaciones entre Rusia y Ucrania y sus patrocinadores. Estas negociaciones, que estuvieron a punto de fraguar en un acuerdo en Estambul, deben partir de la base de que ambos bandos tienen que obtener algunas de sus exigencias. Lo mejor para todos es que Ucrania ceda Crimea y permita un estatus de país independiente al Donbas, así como renunciar a la OTAN y reducir su ejército. Rusia, por su parte, debe renunciar a los territorios de Jersón y Zaporiye y permitir que Donbas sea independiente, con una presencia de cascos azules. De esta manera podremos no ganar la guerra (ninguna guerra se gana), pero al menos no habremos perdido la paz, como sucedió en 1918: los vencedores de la guerra perdieron la paz y sembraron la siguiente guerra.
¿Podemos evitar la Tercera Guerra Mundial? La respuesta es que sí. A pesar de toda la propaganda mediática en Occidente, más del 50% de la población, según las encuestas, está en contra del envío de armas, aunque los partidos políticos que representan a estos partidos representan más del 80%. Esto quiere decir que si la población se organiza es posible presionar a las fuerzas políticas para que establezcan una política de paz y no sigan en la línea del belicismo. Tengo esperanza y creo que es posible evitar lo peor, pero es necesario apostar decididamente por la paz, la que nace de la justicia entre las naciones y en las sociedades. Porque la guerra es el mal estructural y, en un mundo con capacidad nuclear es el mal definitivo.
viernes, 12 de agosto de 2022
John Q. y un amigo de Murcia
Siguiendo las recomendaciones de mi médico de cabecera (el que me prescribe el sistema público de salud en Murcia), me realicé recientemente un análisis exhaustivo para ver cómo siguen los parámetros de salud que, por mor de la edad, cada vez son más los que deben ser controlados. Hube de ir a realizarme la extracción de muestras y una semana después acudir a mi médico para el análisis de resultados. Al llegar a la sala de espera me encuentro con un viejo amigo que regenta un taller al que solía acudir con mi vehículo para mantenimientos y arreglos. El pobre esta hecho un cromo: se había roto una costilla, como Nadal, y de la immobilidad las piernas perdieron riego sanguíneo, por lo que su esposa le compró un producto del Mercadona para tal efecto, pero no fue ese el efecto, sino que le produjo una reacción alérgica que le dejó las piernas con sarpullidos e insensibilizadas, de modo que tropezó en casa y se rompió un dedo del pie, de lo que tuvo conciencia cuando lo vio negro por el derrame. Como consecuencia de todo esto había entrado en depresión. En total tenía que ver a tres o cuatro especialistas y tomar entre 12 y 15 medicaciones distintas diarias.
Escuché el relato de sus penas compedeciendo a mi amigo que, cual Santo Job, se quejaba de su mal destino. Le di ánimos y le deseé pronta recuperación de sus males cuando el doctor lo llamó a consulta. Mientras estaba en la consulta recordé que hube de dejar de ir a su taller porque no había forma de que me hiciera una factura en condiciones con el IVA incluido. Lo más que logré en pactar cuánto IVA me ponía en la factura, por lo que, a pesar de la larga amistad de más de treinta años, decidí no volver a su taller. Me consta que no solo burlaba el IVA, también pagaba en negro parte del salario y, la última vez que fui a visitar su taller, justo tras el confinamiento COVID, pude constatar que uno de sus trabajadores en ERTE estaba allí echando horas para sacar el trabajo que tenía. Esto fue lo que me decidió definitavamente a no volver.
En las circunstancias que estaba mi amigo no era el momento de decirle algunas cosas, pero cuando me lo vuelva a encontrar recuperado, y espero que esto suceda pronto, tendré que recordarle que todos los especialistas que le da el sistema público de salud cuestan mucho dinero, lo mismo que las caras medicaciones que la prescriben mientras está de baja laboral, abonado por lo público. Y todo ese gasto se realiza gracias a los impuestos como el IVA que él defraudó o la parte salaria que se destina a pagar las bajas laborales. En definitiva, que sin un sistema de reparto como tenemos en el Estado Social y de Derecho que es España, sería imposible que el 90 % de la población, es decir, casi todo, pudiéramos tener un sistema de salud que aún sigue siendo la envidia de muchos y unas prestaciones que nos protegen ante la adversidad. Y le diré esto a mi amigo porque me consta que defiende y vota a proyectos políticos que proponen sustituir el Estado Social y de Derecho por un sistema ultraliberal que predica el individualismo extremo y la privatización de todo sistema público porque dicen que eso mejora los servicios. Ese Estado Liberal ya existe y se llama Estados Unidos de América, donde la mitad de la población no tendría la asistencia que mi amigo disfruta en su enfermedad y solo un cuarto de la población puede pagar el mejor sistema sanitario que aquí en España es para todo el mundo, sin distinción, desde un tratamiento oncológico a un transplante, sin mirar la cuenta bancaria de nadie.
Le diré todo esto a mi amigo sabiendo que, por desgracia, la ideología ultraliberal ha echado raíces profundas en el ecosistema mediático y mañana, tarde y noche machacan las conciencias con esa ponzoña neoliberal que destruye las mentes antes de hacerlo con los cuerpos. Mi amigo se recuperará, espero, y seguirá defraudando el IVA y pagando en negro porque eso, además, es lo que hay que hacer "en un país de pillos y de pandereta", son sus propias palabras. Como todo el mundo tiene "paguitas" y okupan casas, pues yo también tengo derecho a hacerlo, piensa. La propaganda constante en prensa, radio y televisión surte efecto y crea una realidad paralela donde los derechos humanos parecen privilegios y donde el fraude es la forma honesta de actuar.
Creo que hay que parar ese peligroso discurso en público, impidiendo que esas atrocidades se defiendan sin recibir ningún tipo de censura, porque lo que está sucediendo es que en la plaza pública se ha impuesto esta farsa ideológica que muchos repiten sin saber siquiera qué significará para sus vidas el día que se aplique por las instancias públicas.
Por cierto, le recomendaré a mi amigo que vea la película John Q, es una perfecta imagen de lo que sucederá en España de aplicarse las políticas que apoya con sus hechos, dichos y su voto.
jueves, 7 de julio de 2022
El sacerdote, el jurista y el hereje
Evangelio del 15o domingo de Tiempo Ordinario. C. 10-7-2022.
En
aquel tiempo, se levantó un maestro de la ley y preguntó a Jesús para ponerlo a
prueba:
«Maestro,
¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?».
Él le
dijo: «¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?».
El
respondió: «“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y
con toda tu fuerza” y con toda tu mente. Y “a tu prójimo como a ti mismo”».
Él le
dijo: «Has respondido correctamente. Haz esto y tendrás la vida».
Pero
el maestro de la ley, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «¿Y quién es mi
prójimo?».
Respondió
Jesús diciendo:
«Un
hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo
desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por
casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y
pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio
un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje llegó adonde
estaba él y, al verlo, se compadeció, y acercándose, le vendó las heridas,
echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a
una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al
posadero y le dijo: “Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando
vuelva”. ¿Cuál de estos tres te parece que ha sido prójimo del que cayó en
manos de los bandidos?».
Él
dijo: «El que practicó la misericordia con él».
Jesús
le dijo: «Anda y haz tú lo mismo».
Lucas 10, 25-37.
La conocida como parábola del Buen Samaritano, es una
perfecta expresión del modo cómo Lucas construye sus relatos. Es una creación
tipo de su forma de escribir y de utilizar los relatos o textos que han llegado
a él. Tenemos una parábola que cuenta Jesús enmarcada por una disputa sobre la
interpretación de la Ley de Dios. Un maestro le pregunta a Jesús qué debe hacer
para heredar vida eterna y Jesús le responde con cierta evasiva, pues sabe que
la pregunta es capciosa: «¿Qué lees en la Escritura?». La respuesta es el
famoso shemah Israel: escucha Israel, el Señor es tu Dios, el Señor
es uno. Pero, en la respuesta ya da un resumen de la Ley: amar al Señor y
amar al prójimo. Pues seguramente sabe que Jesús había hecho este resumen
previamente y quiere cogerlo en una contradicción, de ahí la repregunta: «¿Y,
quién es mi prójimo?». Este es el núcleo del problema para Lucas y por eso pone
esta introducción antes de contar la parábola que probablemente tiene un núcleo
histórico centrado en la necesidad de la misericordia con cualquier víctima. Mi
prójimo es toda víctima que me necesite, allá dónde la encuentre, sin poner
ningún tipo de disculpa, traba o alegación a mi compromiso. En el fondo, la
pregunta no es quién es mi prójimo, sino cómo yo me hago prójimo de quienes me
necesitan.
Muy hábilmente, Lucas introduce tres
personajes que se cruzan con el pobre molido a palos en medio del camino. El
primer personaje es un sacerdote, que seguramente subía a Jerusalén para
realizar el servicio por turnos en el Templo. Como cualquier sacerdote,
entonces en el judaísmo y hoy en el cristianismo, tiene ciertas obligaciones:
decir misas, cuidar las cosas sagradas y conocer la Escritura y por tanto la
Ley o el dogma. Pues bien, ese conocimiento le permite saber con nitidez que un
herido en el camino debe ser auxiliado, si es que no lo sabía ya por pura
humanidad, la Ley se lo dice a las claras. Sin embargo, da un rodeo y sigue
hacia Jerusalén, no sabemos si por prisa o por miedo a un desconocido.
El otro personaje es un perito de la
Ley, un escriba, que debe tener un conocimiento profundo del texto y de sus
vericuetos, sin embargo este también da un rodeo y deja allí tirado al herido
en medio del camino. Ninguno de ellos se aproximó (ni se aprojimó), ambos conocedores de la Ley, de la Ortodoxia, de lo que
dicen los manuales, de lo que manda la Santa Madre Iglesia, abandonaron en el
camino a una pobre víctima apaleada. Pero, en esto pasa un samaritano, es
decir, un habitante de Samaría, una región mal vista por los judíos porque sus
habitantes no eran estrictos observantes de la Ley, ni la conocían ni la
practicaban. No iban a misa, diríamos hoy, no escuchaban las homilías ni los
discursos mitrados, sin embargo este «desconocedor» de la Ley es el que se para
a recoger al herido, lo atiende, lo lleva a una posada y se preocupa por su
bien. Este «hereje» es
quien ha cumplido la Ley de verdad, pues él se hizo prójimo actuando con
misericordia, que es el centro de la Ley de Dios.
miércoles, 20 de abril de 2022
Resurrección como reivindicación de la justicia
Evangelio del 2º Domingo de Pascua. Ciclo C. 24-4-2022.
Al
anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una
casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos.
Y en
esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros.»
Y,
diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron
de alegría al ver al Señor.
Jesús
repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío
yo.»
Y,
dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu
Santo; a quienes les perdonéis los pecados! quedan perdonados; a quienes se los
retengáis, les quedan retenidos.»
Tomás,
uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y
los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.»
Pero
él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el
dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.»
A los
ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó
Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros.»
Luego
dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi
costado; y no seas incrédulo, sino creyente.»
Contestó
Tomás: «¡Señor Mío y Dios Mío!»
Jesús
le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber
visto.»
Muchos
otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los
discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el
Hijo de Dios, y para que, creyendo tengáis vida en su nombre.
Juan 20, 19-31
Los evangelios se escribieron para
guardar la memoria de hechos que ya iban quedando lejos, pero sobre todo porque
los que podían dar testimonio empezaban a escasear. Se hacía necesario tener un
texto escrito donde pudieran contenerse los acontecimientos, los dichos, los
hechos y las impresiones de quienes convivieron con Jesús o tuvieron algún
trato con quienes sí lo hicieron. Los evangelios adoptan el estilo de las biografías
griegas o romanas, pero sin caer en el exceso mitológico que aquellas solían portar
y que tan del gusto de la época resultaban. De hecho, los únicos rasgos míticos
que hay en los evangelios deben ser buscados en los relatos del nacimiento en
Lucas y Mateo y en las apariciones del Resucitado. Estamos hablando de apenas
un cinco por ciento de los evangelios. En el noventa y cinco por ciento de los
evangelios, tenemos un Jesús muy humano, demasiado humano diríamos para lo que
se ha hecho después con su figura.
La lectura del primer domingo de
Pascua en Juan, capítulo 20, deja a las claras la intención de este tipo de
relatos que cuesta entender para un público marcado por lo racional. Jesús resucitado
se aparece a los suyos, les da la paz y los envía al anuncio de la
Resurrección, con la efusión del Espíritu Santo. Pero Tomás, uno de ellos, no
está en ese momento y no cree lo que le cuentan. Lo que Tomás quiere son
pruebas de que el que se les ha mostrado es el mismo que crucificaron. En aquel
tiempo se creía en los espíritus y no era difícil que hubiera sucedido, lo
esencial es que el «espíritu» visto por ellos sea el de Jesús. Por eso, Jesús
se le muestra y le enseña las marcas de la crucifixión: los agujeros de los
clavos y la lanza. Ahí es cuando Tomás cree, porque el que se aparece es el
mismo al que crucificaron. Esta es la clave: no importa la resurrección si esta
no significa que la víctima de la injusticia ha sido reivindicada por Dios; esa
es la Resurrección cristiana. Quien fue ajusticiado por subvertir el orden
romano, ha sido levantado por Dios como su Hijo. Todas las víctimas de la
historia han sido reivindicadas en la resurrección de Jesús de Nazaret; hay
esperanza. El mundo no es de quienes se imponen por la violencia y la guerra,
sino de los que se comprometen con la justicia y la misericordia. A estos les
espera la resurrección.
Los evangelios se escribieron para
dar esperanza a quienes se comprometen por el Reino de Dios. Como dicen Juan, «para
que creáis que Jesús es el Mesías, el hijo de Dios y creyendo tengáis vida en
su nombre». Esta es la
clave de los escritos del Nuevo Testamento y de nuestra fe como seguidores y
seguidoras de Jesús de Nazaret. Esta es también nuestra misión, la misión de la
Iglesia.