lunes, 31 de mayo de 2010
¡Qué bueno tener tantos amigos!
sábado, 29 de mayo de 2010
Ternura, misericordia y sentido del humor.
jueves, 27 de mayo de 2010
Mi Reino es para este mundo
lunes, 24 de mayo de 2010
Capitalismo mon amour
domingo, 23 de mayo de 2010
La barbarie racional
viernes, 21 de mayo de 2010
Something is rotten in... Mississippi.
miércoles, 19 de mayo de 2010
Una obra de muchos
lunes, 17 de mayo de 2010
Descodificar la realidad
sábado, 15 de mayo de 2010
Aún hay más
jueves, 13 de mayo de 2010
¿Y tú, qué dices?
miércoles, 12 de mayo de 2010
Chantaje a la americana
martes, 11 de mayo de 2010
Los muertos resucitan
sábado, 8 de mayo de 2010
"Yo soy Espartaco"
La magnífica película de Kubrick, Espartaco, es tanto una epopeya de la lucha humana por la liberación de la esclavitud, como una denuncia de la injusticia que se vivió en Estados Unidos durante la ominosa caza de brujas de McCarthy. El guionista, Dalton Trumbo, dejó escrito en el guión su propia experiencia de delaciones, acusaciones e injusticias padecidas. Hay un momento en el que el actor Laurence Olivier (Craso) dice, “dónde está mi nombre en la lista de enemigos del estado”, la respuesta de Graco (Charles Laugthon) es “el primero”. Aquella frase de la película es el fiel reflejo de un acontecimiento histórico vivido por el propio Trumbo. De la misma manera, la historia de Espartaco, el esclavo que es capaz de romper sus cadenas y generar un movimiento de liberación, no ha dejado de repetirse. Espartaco es un símbolo utilizado por muchos como motivación, así fue el caso de los espartaquistas de Rosa Luxemburgo, pero también es un símbolo de la unidad de los oprimidos cuando la victoria del imperio es inevitable. Esa unidad da a los movimientos de liberación, no sólo dignidad, sino también la posibilidad de una victoria futura, cuando las circunstancias lo permitan. Perder la dignidad es la peor derrota que los victimarios pueden infringir a las víctimas de la historia.
Con el asunto de Grecia sucede algo parecido. Sería necesario que todos nos identificáramos con el primer pueblo del mundo enriquecido que es aniquilado por las fuerzas financieras mundiales. Era previsible que sucediera y nosotros ya lo advertimos: los carroñeros de las finanzas no pueden sacar más carnaza de los países del Sur, sea porque no tienen más que sacarles o porque no se dejan. Ahora le toca el turno a las repletas arcas de los estados desarrollados, pero como siempre, empiezan por la parte más débil. Si la cadena se rompe, podrán llevarse todo el pastel. Y la parte más débil dentro de los países desarrollados está precisamente en la Unión Europea. Los famosos PIGS son estados desarrollados con un fuerte gasto social. Se trata de atacar a estos países con la finalidad de que dediquen ese dinero que ahora va a las personas a pagar una deuda ominosa que no es sino un latrocinio organizado. Grecia ha sido elegida porque conocían muy bien su situación. Fue Goldman Sachs, los ladrones de guante blanco según la propia agencia americana de supervisión de inversiones, los que realizaron la contabilidad de los gobiernos conservadores anteriores. Muy bien sabían los mercados financieros que el gobierno griego había jugado a la ruleta rusa y estaba a punto de salir la bala. Aquellos juegos financieros crearon la mayor clase gozante de la historia del país. Se llevaron todo lo que pudieron y ahora las deudas quedan para el pueblo. Además de la deuda, queda la especulación que ha aumentado la deuda en dos tercios en poco tiempo.
La única posibilidad que tiene Grecia de no retroceder cincuenta años en la historia es no pagar. Sí, su error fue decir que pagarían cuando la deuda apenas era del 100% del PIB. Los mercados financieros intrepretaron que pagarían cualquier cosa que les pusieran por delante, porque el mal llamado rescate financiero de Grecia por parte de Europa, permitía apostar a lo grande. Es muy sencillo, si Europa paga la factura a los tenedores privados de deuda Griega, es cuestión de aumentarla todo lo posible. Una vez que estos tenedores de deuda, principalmente bancos franceses y alemanes, tengan el dinero líquido en sus manos, podrán dedicarse a atacar otros países, hasta conseguir el premio gordo que no es sino España, el cerdo más cargado de dinero. La única salida humana a todo esto era haber lanzado el grito de los esclavos vencidos cuando entre los derrotados las tropas romanas buscaban a Espartaco: "yo soy Espartaco". Al menos, si caemos, caeremos con dignidad y otra generación tendrá nuestro referente. Tal y como lo hemos hecho ha sido una invitación a masacrarnos.
jueves, 6 de mayo de 2010
¿Odiar la familia?
miércoles, 5 de mayo de 2010
Jesús y las malas mujeres
martes, 4 de mayo de 2010
Tragedia y Farsa
lunes, 3 de mayo de 2010
¡Eureka!
sábado, 1 de mayo de 2010
El jornalero de Nazaret
Una de las consecuencias que se desprenden de las investigaciones sobre el contexto social y económico de Jesús de Nazaret y que forman parte sustancial de los presupuestos de mi libro recién publicado es que Jesús no pertenecía a la clase media, mucho menos a la clase alta. Jesús era uno de tantos, uno de esos trabajadores que debían vender su fuerza de trabajo para sobrevivir en las duras condiciones de injusticia y opresión a que los herodianos, con la colaboración romana, tenían sometida a la Galilea del siglo I (Véase Descodificando a Jesús de Nazaret, el epígrafe Jesús, un artesano galileo, páginas 160-165).
De hecho, hay que afirmar que no había clase media sino que en el mundo antiguo la estructura social se basaba en un modelo dual: élite/no élite, en el que todos los habitantes del imperio romano, pongamos por caso, estaban sometidos. Sobre un 90% de la población estaba excluida de la situación de poder, prestigio y privilegios de la que sí disfrutaba un exiguo 10%. Por tanto, está equivocado el prestigioso investigador John Maier cuando sitúa a Jesús en el mismo nivel que los ebanistas estadounidenses, al traducir tekton erróneamente por carpintero. En el mundo antiguo, un tekton, que etimológicamente significa constructor de casas, era aquel que se dedicaba a trabajos relacionados con la construcción en general. Ya podía ser albañil, peón o carpintero en el sentido actual del término. Pero en las circunstancias concretas de la Galilea de principios del siglo I, un tekton era aquel que no podía vivir de sus propios medios, generalmente la agricultura, ya sea porque había perdido las tierras debido a las deudas, o bien porque las políticas de rapiña de los herodianos se las habían usurpado. Este podría haber sido el caso de la familia de Jesús: perder las tierras y tener que dedicarse a vender su trabajo, no sabemos si en la cercana Séforis donde los trabajos de reconstrucción exigían mucha mano de obra. O bien, trabajando en la construcción de barcas en el Mar de Galilea o como jornaleros en los feraces campos de la comarca (no quiero pensar en la construcción de cruces para los romanos como en La última tentación de Cristo).
Lo más probable, pues sólo podemos hablar de probabilidad, es que Jesús fuera lo más parecido a un jornalero que debe dedicarse a buscar su sustento vendiendo su fuerza de trabajo. Esto lo sitúa justo entre los estratos más bajos de la sociedad de su tiempo, más bajo aún que los campesinos y sólo un peldaño por encima de los ptochoi, es decir, de los pobres de solemnidad de las famosas bienaventuranzas: dichosos los pobres (ptochoi) porque vuestro es el Reino de Dios. Jesús está justo entre los excluidos y marginados de la sociedad, entre aquellos que deben esperarlo todo de las manos de Dios, porque de las manos de los hombres sólo podían esperar miseria y, en último extremo, la muerte violenta, hasta la cruz.